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La estrategia contra el desajuste de cualificaciones en la Formación Profesional

Artículo de opinión


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Elías Amor Bravo, Presidente de la Asociación Española para el Fomento de las Políticas Activas de Empleo y las Cualificaciones (AFEMCUAL)
No cabe duda que el problema del desajuste entre los estudios y la formación adquirida por las personas y las competencias profesionales demandadas por las empresas es un problema que afecta de manera muy negativa a la economía española. También está presente en otros países europeos, pero allí la incidencia es menor, como consecuencia de las menores tasas de desempleo.

En España, el desajuste de las cualificaciones se ve agravado por la persistencia de altos niveles de desempleo y, en concreto durante los años de la crisis, por el aumento y extensión del desempleo estructural. El esfuerzo a realizar será, en tales condiciones, mayor.

Respondiendo a la cuestión que nos preocupa, los motivos que explican el desajuste entre oferta y demanda de cualificación son los siguientes:

1.- Un deficiente funcionamiento de los mecanismos de información y orientación del sistema.

Pese a ser uno de los ejes de la Ley 5/2002 de las Cualificaciones y Formación profesional, continúa sin un mínimo desarrollo, a pesar de la relevancia y centralidad en el sistema. Se requiere que los servicios de orientación profesional, educativos y laborales, desplieguen una metodología común, tengan una dirección única, y desarrollen un enfoque a lo largo de la vida de las personas, tanto preventivo, como reactivo.

2.- Notable retraso en la puesta en marcha de los servicios requeridos por el Sistema Nacional de Cualificaciones y Formación Profesional.

En concreto la prometida plataforma por medio de la que se pretende ofrecer de forma integrada, tanto sectorial como territorialmente, la información vinculada al Sistema no acaba de lanzarse. Pese a los esfuerzos realizados en esta materia, siguen existiendo dificultades para conocer y gestionar a nivel nacional, ofertas y demandas de empleo, así como programas formativos.

3.- Limitada difusión de la información, mediante publicaciones, páginas Web, foros, ferias de FP, sobre salidas laborales, lo que impide corregir errores del pasado y construir el futuro a partir de bases más sólidas.

La información no sólo está limitada, sino que existen importantes lagunas que es preciso atender. Esta falta de dispositivos adecuados se nota, sobre todo, en los casos de abandono escolar temprano, o en la no finalización de estudios superiores, en los que se acentúa la sensación de fracaso sin que se proporcionen vías alternativas de desarrollo profesional.

4.- No se potencia en los Servicios públicos de empleo el uso de las cualificaciones como herramienta de intermediación laboral, y para la orientación tanto hacia el reconocimiento de competencias profesionales como de la formación.

Los Servicios públicos tienen que situarse en el centro de las políticas activas de empleo, cuya mejor definición y orientación a medio y largo plazo debe contribuir a la mejora del ajuste de cualificaciones. Por supuesto que la colaboración pública privada puede ser un estímulo importante para el funcionamiento del conjunto del sistema, pero no conviene olvidar el papel central que se atribuye por la Unión Europea a los servicios públicos de empleo. Este papel fundamental se debe dirigir no sólo a los demandantes de empleo, sino también a las empresas que utilizan los servicios públicos para gestionar sus ofertas.

No hace falta insistir en el hecho, incuestionable, que una de las decisiones más importantes que toma una persona a lo largo de su vida es la elección de profesión y por ende, estudios. Las empresas, por su parte, tienen que estar adaptándose continuamente a los retos tecnológicos, productivos y organizativos. En el mundo que nos encontramos, las personas tienen que adaptar sus estrategias profesionales al cambio, no sólo de empleo, sino de formación y cualificación.

En tales condiciones, es necesario que los responsables de las políticas activas de empleo sitúen el objetivo de empleabilidad de las personas en el centro de sus planes a medio y largo plazo, y que los esfuerzos se canalicen en la dirección adecuada. Con ello, no sólo estarán dando la respuesta conveniente a las empresas que demandan determinadas cualificaciones, sino que facilitarán el acceso al empleo de quiénes desean trabajar.

El ajuste oferta y demanda de cualificaciones será más fácil si los dispositivos del sistema se sitúan en la dirección correcta. La Formación Profesional está en condiciones de facilitar ese objetivo si se despliega el conjunto del modelo diseñado en la Ley 5/2002 de las Cualificaciones y la Formación Profesional.
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