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Las competencias transversales: el elemento que marca la diferencia en el proceso de selección
Artículo de opinión
En el estudio "Competencias e inserción Laboral" (Barraycoa, J. y Lasaga, O., 2009) tras realizar un análisis cuantitativo de 631 ofertas publicadas para perfiles de recién licenciados en Ade y Economía en la Bolsa de Trabajo de la Universidad y un análisis cualitativo del discurso elicitado en diversos focusgroup por empresarios de Pymes y Grandes empresas se puso de relieve que si bien las competencias instrumentales (conocimientos de programas informáticos y dominio de lenguas extranjeras) eran el requisito previo para segmentar el proceso de selección, este se decidía en función de las competencias personales y sociales (competencias transversales o softskills).
La competencia transversal más valorada por las Pymes, según dicho estudio, es la responsabilidad que se considera potenciadora de las restantes competencias profesionales.
En el caso de las Grandes Empresas el papel más relevante se otorga a la orientación al cliente, competencia que se asocia a habilidades de negociación, comunicación y empatía. También valoran especialmente el trabajo en equipo, entendido como la capacidad de integrarse en grupos de trabajo para alcanzar fines comunes. El trabajo en equipo es la competencia transversal más solicitada por los empleadores, más utilizada en el desempeño diario del puesto de trabajo y aquella en la que los recién graduados se sienten mejor formados.
En los últimos años, como consecuencia de la situación de crisis económica e incertidumbre del mercado están siendo muy valoradas otras competencias: como la capacidad de aprendizaje, la flexibilidad y adaptabilidad y el espíritu emprendedor. A la capacidad de aprendizaje se le considera la competencia potenciadora de la carrera profesional, ya que esta no es lineal y exige adaptaciones y readaptaciones de los conocimientos y competencias. La flexibilidad y adaptabilidad se vinculan con la capacidad de alineación con los objetivos de la empresa en cada coyuntura así como a la movilidad. Su asociación con la polivalencia puede facilitar la continuidad en el empleo en una época de constantes reajustes del mercado. En cuanto al espíritu emprendedor se erige como la competencia dinamizadora de la carrera profesional y se vincula a la capacidad de detectar oportunidades, a tomar decisiones asumiendo riesgos, a la proactividad, la iniciativa y la creatividad.
Es evidente que cada persona tiene unas cualidades que le permiten desarrollar determinadas competencias de forma natural pero tampoco lo es menos que las competencias se pueden aprender y practicar. Es necesario un compromiso por parte del sistema educativo de realizar una formación efectiva y eficiente en competencias profesionales transversales, evaluarlas y certificarlas de manera que al empleador se le faciliten criterios objetivables para tomar decisiones en el proceso de selección.
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