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El mejor director del mundo

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Carlos Llorente Alonso, Director de marketing y proyectos del Liceo Sorolla de Pozuelo de Alarcón (Madrid)
Soy la 4ª generación de una familia  dedicada a la educación. Mi abuelo fundó tres colegios. En la actualidad, mi padre dirige uno de ellos, el Colegio Liceo Sorolla de Pozuelo de Alarcón, un colegio privado y bilingüe, con más de 50 años de tradición. Me llamo Carlos Llorente y dirijo el departamento de Marketing.

Dirigir un Colegio es uno de los trabajos más bonitos y gratificantes que existen. Según mi padre "un colegio es como un pueblo", y no le falta razón, pues en el nuestro contamos con cerca de 1.400 alumnos y más de 100 trabajadores. Cuando entras en él, te olvidas de que existe un mundo ahí fuera. Entras en un lugar donde lo importante son los niños. Ellos son los que marcan el ritmo, quienes nos proponen nuevos retos y los que nos brindan alegrías. Mi abuelo, decía que "cada colegio es un mundo" y  yo creo  que cada director también lo es.

Hay tres directores, que deben confluir en uno para conformar un buen director:

El Director-Gestor, Director-Jefe y el Director-Padre.

El primer tipo, el Director-Gestor es el que se preocupa de la gestión económica el centro. Como director de una empresa, con un Consejo de Administración, debe alcanzar unos resultados, y tener una clara idea de la estrategia del centro. Debe tener  formación universitaria y/o posgrado MBA. Debe tener una visión global, y no involucrarse personalmente en todos los proyectos del colegio. La capacidad de liderazgo es crítica. La mayoría de directores están acostumbrados a resolver ellos mismos todos los problemas, y eso no va en su beneficio.

El segundo tipo, el Director-Jefe, es el que es capaz de liderar a su equipo para superar los retos que van surgiendo, año tras año. Como Director de un colegio, debe ser receptivo a los cambios que se producen en el mundo de la educación y adaptarse. Una persona exitosa es la que es  capaz de adaptarse continuamente a su entorno. Debe ser firme, apostar por el cambio y no tener  miedo de las críticas, ni de los obstáculos que se encuentre en el camino. Debe escuchar de corazón, ser capaz de ponerse en la piel de los profesores y del resto de empleados. Para anticiparse al cambio, hay que ser un soñador, y para conseguir esos sueños, hay que ser una persona de acción.

El tercer tipo, el Director-Padre, es el más importante de todos, a pesar de que es el menos conocido. Cuando digo "padre" me refiero a que, como director de un colegio con más de 1.000 alumnos, en cierto modo te sientes un poco "padre" de todos ellos. Eres responsable de dar a esos chicos y chicas una educación. Responsable de darles oportunidades, de que tengan una mente abierta, de que sean personas de provecho. Responsable de que sean personas con valores sólidos que entiendan el impacto que tienen sus acciones en los demás,  y su papel en la sociedad. Responsable de que, el día de mañana, tengan las habilidades sociales y la capacidad de trabajo en equipo que demandan las empresas hoy en día. Responsable de que hablen inglés, aprueben selectividad y vayan a una buena universidad. Responsable de que sean felices y vengan contentos al colegio… En definitiva, un director de Colegio tiene que sentirse como "padre" de cada uno de ellos. Debe tener sensibilidad y sentido del humor. También debe ser capaz de sentirse a veces como un niño, y de disfrutar  jugando.

Estas tres personalidades deben confluir en una sola persona, capaz de liderar a muchas otras siendo flexible y adaptándose a ellas. La capacidad de cambio ha de ser constante.

La armonía es la cualidad con la que dotaría al Mejor Director del Mundo. La necesitará para llevar a cabo con éxito la maravillosa aventura de dirigir un Colegio.
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