La evaluación de la calidad es una obligación en cualquier institución que ofrezca un servicio público, puesto que es una forma de rendir cuentas a la sociedad. Uno de los objetivos de las universidades es convertirse en centros de prestigio y posicionarse como las mejores del mundo, valoradas por su calidad.La excelencia se ha convertido en un elemento de máximo interés para las universidades en un contexto como el actual, en el que prima la competitividad entre centros y la internacionalización. En el caso de los centros educativos y, en particular, universitarios, la calidad puede medirse de distintas formas.
Una de estas formas son los rankings internacionales, que sirven para clasificar las universidades a partir de una serie de indicadores que miden la calidad de un centro. Estas clasificaciones no sólo sirven para determinar la calidad de un centro y su posicionamiento frente a la competencia, sino que pueden ser un elemento clave para el posible alumno/a en el momento que elige una universidad por delante de otra.
En este monográfico sobre rankings hemos querido contar con las opiniones de las instituciones universitarias sobre los rankings internacionales que existen para medir la calidad y el prestigio de un centro y analizar si son las herramientas más adecuadas.
Rankings internacionales
Actualmente, los rankings ejercen una gran influencia a nivel internacional. Estas clasificaciones, de tradición anglosajona, han aumentado en los últimos años y seguramente surgirán nuevos modelos.
Algunos de los rankings más prestigiosos son el Academic Ranking of World Universities (ARWU) de la Shanghai Jiao Tong University, que establece la comparación de la producción científica y académica de las universidades de todo el mundo. Según Abelard Vilardell, socio y consultor senior en Your Global Liaison in Higher Education, los rankings mundiales de referencia son QS, ARWU (conocido también como Shanghai ranking) y Times Higher Education (THE). Todos ellos son generalistas, en el sentido de cubrir la generalidad de áreas de conocimiento. Esos rankings se refieren siempre a centros universitarios, no así a programas ni a niveles de educación específicos (grado, máster o doctorado). Todos ellos producen su propio ranking general y diversos rankings temáticos para ámbitos de conocimiento específicos y acotados según distintos niveles de agregación.
Aunque tienen un efecto positivo para medir la excelencia, favorecer la transferencia y la competitividad entre universidades, los centros dudan sobre la rigurosidad de sus criterios de evaluación que, a menudo, no tienen en cuenta aspectos como la docencia o los vínculos de los centros con la sociedad.
Para Joan Francesc Fondevila, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universitat Abat Oliva – CEU, la escasa o nula fiabilidad de la métrica utilizada y la incapacidad de esos rankings de relativizar (el concepto de ratio parece desconocido para ellos) les resta casi toda credibilidad.
En cambio, Francisco Pérez García, responsable del proyecto U-Ranking impulsado por la Fundación BBVA e IVIE opina que formar parte de un ranking elaborado con rigor permite a las universidades ofrecer una imagen de transparencia de sus actividades y le permite además conocer en qué aspectos destacan y en cuales podrían mejorar en comparación con las universidades de su entorno.
¿Los rankings nos ayudan a elegir universidad?
Elegir la universidad donde realizar un grado o ampliar los estudios con formación continua es una decisión importante que debe tomarse de forma meditada, conociendo la oferta formativa y las posibilidades que ofrecen los centros.
Los rankings de universidades pueden ser una herramienta que ayude a un estudiante a tomar su decisión, pero, los expertos coinciden en que no debe ser el único elemento: requisitos de acceso, profesorado, programas de intercambio, investigación, convenios con empresas, becas, servicios e instalaciones, servicio de bolsa de empleo, etc. son factores a tener en cuenta.
Silvia Amblàs, Directora de DEP Instituto, considera que dejando a un lado la controversia que suscitan (metodológica y epistemológica), los rankings universitarios, utilizados correctamente, son, sin duda, un elemento más a tener en cuenta en la toma de decisiones en la elección de unos estudios. En este sentido, destacar que si bien la ordinalidad (posición jerárquica de la universidad) de por sí ya aporta un valor informativo, a nuestro entender la mayor contribución recae en los valores que ofrecen los indicadores utilizados para construir el ranking, ya que dan pistas al usuario sobre como conjugan las características del centro (perfil del profesorado, grado de internacionalización, valoración de los empleadores y docentes, etc.) con sus preferencias y criterios de elección.
Por su parte, Abelard Vilardell recomienda a los estudiantes que busquen universidad hacer un uso combinado de los rankings: QS tiene la ventaja de aproximarnos a un gran número ámbitos específicos, pero puede y debe complementarse con ARWU y THE. Pero si el ámbito académico de interés coincide con alguno de los analizados por ARWU o THE, me inclinaría por dar prioridad a esos rankings. De esta forma, aunque las clasificaciones no tengan un peso fundamental en la decisión, analizar a consciencia los rankings y valorar qué es lo más interesante de cada uno es una forma de empezar una búsqueda exhaustiva de universidad.
Finalmente, Enric Canela, Vicerrector de Política Científica de la Universitat de Barcelona nos ofrece esta interesante reflexión para orientarse en la búsqueda: lo que importa a un estudiante no es la posición de una universidad en los rankings, lo que realmente le interesa es si dicha universidad forma bien en aquello que quiere hacer, y si le da otras competencias sin que esto vaya en detrimento de la formación principal.
