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¿Por qué a los profesores no les gusta (¡aún!) aprender inglés online?

Artículo de opinión

  • 25/09/2013

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Juanjo Fernández Sola. Responsable Proyecto Escuela Multilingüe de la Fundación Escuela Cristiana de Catalunya (Barcelona)
Uno de los objetivos del Programa Escuela Multilingüe de la Fundación Escuela Cristiana de Catalunya es aumentar el nivel de inglés del profesorado, y para ello hemos establecido acuerdos con distintas empresas para ofrecer cursos de inglés en nuestra sede, cursos en los propios centros... y cursos online. Pues bien, así como las dos primeras modalidades han despertado siempre gran interés y los han aprovechado centenares de profesores, para los cursos online la cantidad de profesores interesados se ha limitado a... dos (uno de ellos yo mismo, lo que vendría a ser cómo escribir un libro y que sólo lo lea tu abuela).

Nadie puede tener dudas sobre el hecho de que los cursos online presentan un gran número de ventajas: disponibilidad en cualquier lugar (mientras haya un buen acceso a Internet), adaptación a los distintos niveles, posibilidad de avanzar al propio ritmo de aprendizaje, prácticas y tutorización personalizadas vía correo electrónico/teléfono/mensajería instantánea/skype, herramientas para corregir dificultades ortográficas, materiales audiovisuales de calidad, precio más económico que los cursos presenciales...

Pero si son tantas las ventajas de los métodos online ¿por qué no "despegan" como formación masiva de profesores interesados en mejorar su inglés?

Aventuraré una respuesta en términos (más o menos) matemáticos: dado el conjunto M de maestros que quieren aprender Lengua inglesa y el conjunto I de profesores que tienen dificultades con la Informática, al que añadimos el factor E de Edad, multiplicado por el coeficiente D de Desánimo y elevado a O de Obsesión, nos queda un gran conjunto intersección que podríamos denominar Mi Inglés Está Desesperadamente Oxidado, también conocido como MIEDO.

Efectivamente, son muchos los profesores que en su momento no aprendieron inglés (ya sea porque aún no era la "lingua franca" que es ahora y/o porque aprendieron francés, que era, en todo caso, la lengua extranjera más extendida en el sistema educativo). Y un gran porcentaje de esos mismos profesores son inmigrantes digitales, que se han adentrado en las nuevas tecnologías con más o menos acierto, y en muchos casos bastante temor (no exagero, yo he visto manos sudorosas y "temblenqueantes" tratando de mover el ratón en cursos de Word). Así que cuando se propone a uno de los integrantes del conjunto intersección MIEDO que realice un curso de inglés online, se obtienen reacciones que pueden ir de la resistencia escéptica al ataque de ansiedad.

A este supuesto que acabo de apuntar hay que añadir otros reparos/obstáculos/percepciones/prejuicios que podemos recoger cuando se trata de métodos online: la importancia de una elevada motivación y un alto grado de autodisciplina, la necesidad de practicar "cara a cara", la dificultad para encontrar el tiempo requerido para llevar el curso a cabo y la sensación de que, de alguna manera, va a ser un curso... "de segunda clase". Como dirían el grupo cómico Les Luthiers: "Las artes marciales son parte de una filosofía: no deben ser consideradas un arma. Por eso, recuerda: ¡no hay nada como un buen revólver!" Pues eso, para muchos profesores, no hay nada como un curso presencial (aunque, paradójicamente, en muchos casos hayan sido incapaces de avanzar con esa metodología y se conviertan en "falsos principiantes" perpetuos)

Sin embargo, estoy convencido de que los cursos online tienen un gran futuro... cuando sus destinatarios sean inmigrantes digitales "integrados" o nativos digitales para los que resulte absolutamente natural compaginar métodos presenciales y online. En el caso de los profesores también será importante "mimar" a los que sigan los cursos, especialmente en el inicio, cuando es más necesaria la motivación, así como proporcionar, en la medida de lo posible, tiempo en la escuela para la realización del curso -o al menos para la consulta-, de manera que la formación no "fagocite" el tiempo en el hogar.  

No desarrollaré el tópico de los agoreros que en su momento rechazaron los avances tecnológicos (desde el tren a Internet pasando por la tarjeta de crédito) para justificar lo que todos podemos constatar: cada día (¡casi casi cada hora!) la tecnología permite mayores logros en el campo de la interactividad, la conectividad y la calidad del material audiovisual en cualquier soporte, y todos, inmigrantes y nativos digitales, vamos a incorporar la metodología online como un elemento más en la formación a lo largo de la vida, también respecto a los idiomas.

Y, como integrante del conjunto intersección MIEDO, me atrevo a proponer que seamos atrevidos (como lo fuimos la primera vez que compramos algo por Internet!). Como diría Wolfgang Riebe: "The best angle from which to approach any problem is the TRY-angle". Así pues, adelante, ¡let's try online! 


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