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"No tiene sentido orientar hacia los estudios con más salidas profesionales sin tener en cuenta otros aspectos que inciden en la decisión"
Entrevista
La respuesta es contundente: ni ahora, ni tampoco en tiempos de bonanza, tiene sentido orientar hacia los estudios con más salidas profesionales sin tener en cuenta otros aspectos que inciden en la decisión. Hay muchos más aspectos a considerar para elegir unos estudios o una profesión: por un lado, los personales, vinculados al autoconocimiento, y por otro lado, los relacionados con la información académica y profesional relevante (requisitos de acceso, contenidos, duración, coste, etc.).
Es decir, el hecho de que un sector genere una alta ocupación no significa que sea el más adecuado a las características personales del orientado. Por mucho trabajo que hubiera en la construcción durante los últimos años, en el sentido más amplio, si una persona no tiene las capacidades, las habilidades ni los intereses por la construcción y la edificación, ¿qué sentido tiene seguir una formación relacionada con dicho sector?
Otros ejemplos clarísimos: cuando el sector de la gerontología generaba una alta ocupación, si no se disponía de unas habilidades personales muy concretas para llevar a cabo las tareas asistenciales de la profesión, ¿qué sentido podía tener haberse formado para ello y dedicarse a este trabajo?
A los buenos profesionales de cualquier sector se les reconoce por su dedicación y felicidad laborales, su competencia a la hora de llevar a cabo el trabajo de forma exitosa, tanto para uno mismo como para sus compañeros y personas a las que se dirija.
En definitiva, como orientadora pienso que hay que fijarse en las expectativas ocupacionales de las diferentes profesiones, pero no debe ser el dato principal a tener en cuenta. Antes hay que valorar si interesa una profesión porque se corresponde a un estudio adecuado al perfil del usuario. Si es así, y además tiene buena salida, ¡adelante con los estudios! Pero si previsiblemente tiene poca salida, es preferible buscar empleo de forma más activa de un trabajo que gusta y apasiona, en lugar de dedicar los esfuerzos a uno que no interesa ni motiva.
También debe valorarse el hecho de que en el mercado laboral se producen cambios cada 7 años aproximadamente, según estiman los expertos; por lo tanto, cuando un alumno piensa en sus futuros estudios superiores en 4º de la ESO, y teniendo en cuenta que quedan 6 como mínimo para acceder a ellos (2 cursos de bachillerato más 4 del grado universitario), ¿qué sentido tiene hacer esta elección tan condicionada a una variable, que, en el fondo, es incontrolable?
Sería distinto un estudiante de 4º de la ESO que debe elegir un ciclo formativo de grado medio. En este caso, la salida es más próxima y sí se puede tener en cuenta esta estadística de colocación, juntamente con otros datos a los que me he referido.
Finalmente, lo que tiene sentido en la actualidad, y más que nunca, es orientar teniendo en cuenta las diferentes competencias que son y serán puntos fuertes: la creatividad, la capacidad de trabajo cooperativo, la capacidad para la búsqueda y la selección de la información, la capacidad multitarea, el espíritu crítico, la habilidad en la resolución de problemas, la habilidad para gestionar las emociones, la capacidad para tomar decisiones y para adaptarse a los cambios.
Estas competencias son aplicables a cualquier salida profesional. Son muy valiosas, y más aún en un mercado laboral cambiante como el actual.
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