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La elección de estudios en un mundo en continuo cambio

Artículo de opinión


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Elías Amor Bravo. Presidente de la Asociación Española para el Fomento de las Políticas Activas de Empleo y las Cualificaciones (AFEMCUAL)
La decisión relativa a qué estudiar es posiblemente una de las más importantes en la vida de las personas porque entraña consecuencias presentes y futuras. Aspectos como vocación, nivel de renta esperado y bienestar, desempeño laboral, entran de lleno en la valoración de la decisión, sin olvidar la importancia de los factores familiares y de entorno social.

En cualquier caso, los expertos afirman que se requiere una adecuada orientación profesional (educativa y laboral) que acompañe a las personas a lo largo de la vida, mucho antes de finalizar los estudios, del nivel que sean, para conseguir acertar en esa compleja decisión.

El mundo actual, y el futuro más aun vienen dominados por una serie de cambios imposibles de anticipar. Las sociedades avanzadas del planeta han descubierto que lo único cierto es el cambio. Tecnologías, ocupaciones y profesiones, entornos de trabajo, sectores productivos, globalización e interdependencia, configuran una serie de variables de cambio que nos obligan a plantearnos seriamente cuál puede ser su devenir en los próximos años.

De ese modo, en vez de plantear la decisión sobre qué estudios realizar, es más importante, por otra parte, y mucho más coherente con la realidad en la que vivimos, ¿qué cualificaciones debe adquirir una persona para permanecer empleable durante la mayor parte de su vida laboral?

La cuestión ya no es tanto elegir una determinada profesión y prepararse para ella, porque a lo largo de la vida laboral se va a cambiar en muchas ocasiones de empleo, de ocupaciones, sector y actividad, sino elegir unas cualificaciones que a partir de una sólida base, se puedan actualizar, desarrollar y mejorar de forma continua en el tiempo.

Los orientadores profesionales tienen que acostumbrarse a pensar su trabajo en términos de cualificaciones. En España, ya contamos con un Sistema Nacional de Cualificaciones Profesionales, de aplicación europea, organizado en torno a 5 niveles, de los que 3 han entrado en vigor, para 26 familias profesionales y con una estrecha relación con el mercado laboral. Pensar en términos de cualificaciones, garantiza que el aprendizaje a lo largo de la vida consiga su objetivo fundamental que no es otro que la empleabilidad, mediante una adaptación continua a los cambios en las condiciones de trabajo.

Por ello, plantearnos en el momento presente cuál puede ser la elección de unos estudios, con el horizonte de desempeño en 15 o 20 años por delante, supone un riesgo elevado, tal y como están enfocados actualmente los estudios y la previsible evolución de las competencias.

Haciendo caso omiso, y partir de enfoques de prospectiva que insisten en que nos encontramos en un proceso de transición hacia una sociedad postindustrial como la que intuyó el prestigioso sociólogo británico, Daniel Bell a mediados del siglo pasado, dominada por la alta cualificación y la adaptabilidad científico técnica de los empleos,  podríamos recomendar los estudios de administración de empresas, con especialización en los ámbitos comercial, de relaciones exteriores y de organización y gestión económica.

Al mismo tiempo, en sociedades cada vez más preocupadas con la protección ambiental, surgen numerosas disciplinas relativas a este campo, en particular las energías renovables y los sistemas de mejora de calidad de vida en las grandes ciudades.

Los aspectos relacionados con el cuidado, protección y mejora de la salud, despejan un campo formidable para la medicina y sus múltiples aplicaciones.

Y junto a ello, los sectores productivos basados en la creatividad, el diseño, la imagen conforman otro espacio para la elección de estudios.

Obsérvese que estas disciplinas relacionadas anteriormente pueden encontrar numerosos puntos de intersección en el devenir de los cambios de entorno. Así, por ejemplo, pueden surgir necesidades de médicos con formación directiva y de gestión, o creativos con visión comercial y de negocio internacional.

En suma, si la generación anterior desempeñó durante la mayor parte de su vida sus funciones laborales en un determinado puesto de trabajo, más o menos fijo, y la actual se ha visto obligada a cambiar en numerosas ocasiones de empleo, la futura, no sólo tendrá que asumir ese reto, sino el relativo a la formación necesaria para adaptarse a los nuevos retos.

Por ello, la cualificación profesional es muy relevante porque incorpora en el contenido curricular competencias que tienen demanda en el mercado de trabajo, a la vez que facilita la obtención de un reconocimiento académico al trabajador. Los sectores educativos y formativos, cada vez más interrelacionados con los productivos, tendrán que ir orientando sus programas hacia un nuevo espacio de convergencia que facilitará como nunca, las oportunidades de aprendizaje, formación online y abierta, incluidas. Es solo el comienzo, pero hacia eso vamos.
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