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Las aplicaciones son solo una consecuencia

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Cristina Castro. Directora de Formación online de ADAMS
Ha cambiado nuestra forma de vivir, la manera en que nos comunicamos o nos relacionamos y como no podía ser de otra forma la de formarnos. Las nuevas aplicaciones, las herramientas de las que disponemos o las tendencias que están por venir en el ámbito de la tecnología son una consecuencia de un estilo de vida en el que la velocidad impera y la frecuencia viene marcada por la rapidez, hecho también evidente en el ámbito de la formación.

Nadie pone en duda que el mercado de los dispositivos móviles como son los smartphones o las tablets está en claro auge en todo el mundo y su crecimiento es vertiginoso. Hemos sustituido las agendas de mano y el portátil por un elemento llamado tableta y las cabinas de monedas/fijo de casa por el teléfono móvil.

Las tabletas son cada vez más el dispositivo elegido como herramienta ideal para el estudio o trabajo, principalmente por su facilidad de uso, tamaño, peso y prestaciones. Cumple las características idóneas para trabajar de forma colaborativa al disponer de conexión a Internet, ya que permite al usuario el poder compartir información, conectarse a las diferentes redes sociales, cargar y descargar documentos, trabajar en la nube, etc.

El crecimiento imparable de este mercado supone que la demanda de aplicaciones para este tipo de dispositivos sea cada día más grande y lógicamente irá aumentando con el paso del tiempo. Solo en España hay 12 millones de usuarios activos de Apps, y 2,7 millones de aplicaciones se descargan al día, según informe de App Date de septiembre de 2012. Óscar Hormigos, el creador de The App Date en una conferencia  reciente sobre la inclusión de las aplicaciones en la web, apuntó lo que ya empieza a ser una realidad: "…los libros en el aula comienzan a quedarse obsoletos y a ser sustituidos por tablets".

En el ámbito educativo las aplicaciones ofrecen multitud de oportunidades formativas favoreciendo en gran medida el dinamismo y la participación entre los alumnos, ya que permiten interactuar, compartir información y  documentos, visualizar e interactuar por ejemplo a través de un sistema de videoconferencia. Todo esto en cualquier lugar y de una forma que resulta amena incluso divertida para los alumnos. Los juegos educativos son un claro ejemplo de cómo la motivación es un factor clave en el aprendizaje.

Ocio y trabajo se mezclan. Formación formal e informal se entremezclan, también las redes sociales son una herramienta más para ello, el uso que se les dé determinarán su efectividad en el uso educativo, seguramente tendrá sentido si compartes con una comunidad concreta que puedan tener tu mismo nivel de conocimiento, con inquietudes parecidas o con los compañeros de determinados programas formativos, pero de manera abierta a todos puede dejar de tener sentido.

Igual que la forma de comunicarnos ha cambiado porque ha cambiado nuestro estilo de vida también lo hará la manera de formar. Existe tecnología, mucha. Lo que debemos hacer es ser capaces de utilizarla para adaptarla a nuestras necesidades desde los dispositivos con los que contamos (móviles, tablets, ebooks, televisores, MP3, discos duros, consolas, etc.),  los contenidos utilizados (adaptados y personalizados a través de la web 3.0) y la conectividad que disponemos (la nube, geolocalización, etc.). Elementos que también tendremos que tener en cuenta en el ámbito de la formación.

El hecho de que evolucione el software, el hardware, los dispositivos, o que se invente sobre lo reinventado, implica mejoras en las herramientas, facilita en gran medida el trabajo del alumnado/profesorado,  pero no es la esencia, o no debe serlo. Aunque nos apoyemos en la tecnología, es en la metodología, el seguimiento pedagógico, la motivación que se debe transmitir a los alumnos, la calidad de los contenidos  y el trabajo de los profesionales de la educación donde debemos centrar el eje de la formación a través de Internet o e-learning.
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