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Fomentar el espíritu emprendedor

Artículo de opinión

Los expertos coinciden en señalar que el espíritu emprendedor es considerado como uno de los cimientos sobre los que se construyen la competitividad y la prosperidad económica de cualquier país. La cultura emprendedora está estrechamente ligada a la iniciativa y la acción. Un emprendedor es capaz de innovar, adaptarse a su entorno, tiene ganas de hacer cosas nuevas y de hacerlas de forma diferente. Entonces, ¿se trata de características y competencias que pueden aprenderse o son innatas? Descúbrelo en este monográfico sobre emprendeduría.


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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb
Hace un año, en un monográfico similar, situamos la cultura emprendedora en el actual contexto de crisis económica y nos planteábamos si la emprendeduría era una buena estrategia para superar esta situación. Hoy en día, nadie duda que la sociedad productiva debe evolucionar hacia un modelo más moderno, acorde a las nuevas necesidades y a las actuales claves de la competitividad. Para lograrlo, es fundamental fomentar la actitud y crear las condiciones necesarias para que impulsen el espíritu emprendedor y favorezcan la creación de iniciativas productivas.

La cultura emprendedora consiste en identificar las oportunidades y reunir los recursos suficientes para transformarlas en una empresa. Pero no sólo se trata de tener una idea, la emprendeduría supone una actitud: desarrollar capacidades para el cambio, experimentar, ser flexible y abierto y sobre todo, arriesgarse. En este nuevo monográfico sobre emprendeduría de Educaweb hemos querido centrarnos en cómo fomentar el espíritu emprendedor entre los jóvenes.

¿El emprendedor nace o se hace?

Los expertos coinciden en señalar que el espíritu emprendedor es considerado como uno de los cimientos sobre los que se construyen la competitividad y la prosperidad económica de cualquier país. La cultura emprendedora está estrechamente ligada a la iniciativa y la acción. Un emprendedor es capaz de innovar, adaptarse a su entorno, tiene ganas de hacer cosas nuevas y de hacerlas de forma diferente. Entonces, ¿se trata de características y competencias que pueden aprenderse o son innatas?

Para Anna Mercadé Ferrando, Consultora en orientación profesional y formación y asesora de la Cámara de Comercio de Barcelona, hay un componente nato relacionado con la creatividad, la curiosidad, el afán de inventar e investigar y también de mejorar el entorno y la vida de las personas. Alfons Cornella, presidente de Infonomía, coincide con estas apreciaciones: las actitudes básicas son imprescindibles: curiosidad, motivación, aversión al riesgo… pero también es cierto que hay maneras de potenciar y desarrollar las ganas de aprender y de hacer algo nuevo.

Así pues, el entorno es fundamental para potenciar o minimizar el espíritu emprendedor. Anna Mercadé considera que estas competencias pueden desarrollarse con un entorno favorecedor, motivador y alentador o bien reprimirse, con una educación uniforme, unilateral, encasilladora, represora y basada en la cultura del miedo. Lo más importante es que el entorno sea emprendedor, que se valore y que se premie desde la sociedad, desde la escuela y  desde la familia.

¿Cómo fomentar la cultura emprendedora?

El éxito empresarial no es una cuestión de azar ni de casualidad, sino de autoconfianza, ingenio, observación, estudio y preparación, trabajo, realismo y valor. Por ello, es importante planificar, organizar, examinar y conocer el mercado, la economía y nuestras propias capacidades.

Así pues, ¿cómo provocamos el interés por iniciar un proyecto? ¿De qué forma podemos trabajar la emprendeduría entre los jóvenes? Existen muchas propuestas e iniciativas llevadas a cabo por instituciones públicas, centros educativos, organizaciones, empresas…, pero en este reportaje queremos centrarnos en los pasos que se deben seguir para fomentar la emprendeduría:
  • Inculcar valores desde infancia: Anna Mercadé, en su entrevista, considera que la primera y principal acción a realizar es cambiar el sistema de creencias y los patrones mentales sobre la seguridad, la cultura del recibir sin dar y sin ningún esfuerzo. Debe trabajarse desde muy pequeños creando un entorno de aprendizaje creativo e innovador ayudando a aprender a aprender y a emprender juegos, actividades, objetos, organizaciones, grupos, etc
  • Formación y competencias: Antes de mostrar la información y las herramientas para crear un propio negocio, Ana Mª Aguirre Ocaña, doctora en Pedagogía y profesora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) propone una sesión que prepare como personas a los jóvenes, teniendo en cuenta el fomento de las siguientes competencias: sentido de la responsabilidad; autoconfianza; perseverancia; capacidad para solucionar problemas; sentido común; iniciativa; esfuerzo; capacidad de trabajar en equipo; concentración para obtener un rendimiento y motivación.
  • Orientación y búsqueda de talento: Otro aspecto fundamental en un proyecto de impulso de la cultura emprendedora es la orientación. Para poder desarrollar y aprovechar el talento y las ideas creativas, es necesario que los jóvenes conozcan la oferta formativa y el mercado laboral. Actividades para favorecer el autoconocimiento permitirán al joven situarse y descubrir sus intereses y sus preferencias en cuanto a estudios y profesiones; la orientación académica y profesional servirá para mostrar todas las opciones y posibilidades existentes en el área que al joven le interesa.
  • Planificación y análisis: Una idea de negocio no puede llevarse a cabo sin una extensa planificación y un buen análisis de la situación del mercado laboral y los negocios del entorno. La idea es el punto de partida, pero un buen desarrollo del plan a seguir es fundamental para lograr el éxito. Por eso, es necesario mostrar que no basta con una buena idea si viene acompañada de objetivos estratégicos, temporalización, acciones a seguir y recursos e inversión necesaria. Para Anna Mercadé, el principal error de las personas que inician un proyecto emprendedor es no haber hecho un buen plan, no haber hecho una prospección de mercado, no tener apoyos suficientes y sobre todo no contar con un entorno facilitador para rectificar o reconvertir.
  • Información, documentación y ejemplos: Por último, es necesario poner al alcance de los jóvenes toda la información necesaria para iniciar un negocio o desarrollar una idea. A menudo, el desconocimiento de la burocracia para iniciar un proyecto frenan la iniciativa, por eso, una buena forma de mostrar la realidad es a través de la experiencia de otros emprendedores. Los programas formativos para el fomento de la emprendeduría que tienen un mayor éxito son aquellos que combinan la teoría con visitas a empresas, con charlas motivadoras de emprendedores y con ejemplos prácticos de experiencias de éxito. No debemos olvidar que del fracaso también se aprende; conocer los errores de iniciativas precedentes también resulta útil para no repetirlos.
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