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Competencias que facilitan el acceso al mercado laboral internacional en la industria de "hospitality"

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María Teresa Gozalo. CEO de Les Roches Marbella
La industria de "hospitality" (hotelería, restauración y turismo) se caracteriza por su notoria complejidad, al integrar numerosos y variados servicios especializados que son ofrecidos a unos usuarios finales sumamente exigentes. Tal realidad implica disponer de un personal cada vez más y mejor capacitado a todos los niveles, lo que marca de manera indefectible un particular escenario en todo lo que tiene que ver con los procesos de búsqueda de empleo.

En líneas generales, se trata de un sector que requiere profesionales formados en la excelencia y con capacidad para adaptarse con flexibilidad a un entorno dinámico y cambiante. Ahora bien, a efectos prácticos, ¿qué implicaciones concretas tiene para quienes aspiran a labrarse un futuro dentro del mismo? O expresado con otras palabras: ¿cuáles son las competencias que facilitan el acceso a este mercado laboral de índole internacional? Aunque se trate de una gama bastante extensa, como consecuencia directa de esa complejidad a la que aludía con anterioridad, centraré mi atención en cuatro de ellas: movilidad, dominio de idiomas, experiencia práctica contrastada en establecimientos de peso específico y compromiso social con el entorno que le rodea.

La primera competencia tiene que ver con la movilidad y es consecuencia directa de un mercado auténticamente global, en el que la actividad traspasa los tradicionales límites geográficos. El turismo es un fenómeno internacional y buena parte de las empresas de referencia del sector (establecimientos hoteleros, compañías de ocio y entretenimiento) son de carácter multinacional y desarrollan una estrategia transnacional, en la que la nacionalidad del trabajador constituye un elemento de escasa relevancia. Es preciso subrayar que bajo la noción de movilidad no sólo entendemos la disposición a viajar y conocer otros lugares y culturas, sino también la de adecuarse e integrarse en entornos muy distintos con unos acreditados niveles de productividad desde un primer momento. Este compromiso activo es básico para facilitar el acceso a nuestro mercado laboral.

En estrecha relación con esta primera nos encontramos con la que expondremos en segundo lugar: el dominio de idiomas. Se trata de una variable de tal peso específico dentro de la industria de hotelería y turismo que podemos asegurar que va más allá de ser una mera competencia genérica o transversal (la que facilita manejarse de manera eficiente, participativa, comprensiva e inteligente en un mundo cambiante, en el que la comunicación, la información y las posibilidades de intercambio son ilimitadas), estableciéndose como una competencia técnica directamente relacionada con el perfil profesional para el que prepara una titulación.

El conocimiento profundo del inglés, considerada como la lengua franca del sector de ‘hospitality’, es imprescindible e inexcusable para quien aspira a conseguir un puesto de trabajo dentro de esta industria. Pero la creciente internacionalización a la que aludíamos con anterioridad comienza a demandar el manejo de lenguas adicionales, algunas más habituales (alemán, francés, italiano e incluso japonés) y otras que corresponden a nichos de mercado emergentes (quizá los casos más significativos sean chino y ruso). Dado que se da la circunstancia de que este aspecto constituye uno de los grandes puntos débiles del sistema educativo español (las estadísticas de los diferentes organismos internacionales así lo ponen de relieve), es preciso advertir todavía más acerca de la relevancia de este aspecto si se quiere obtener un puesto de trabajo.

En tercer lugar, y con no menos peso específico que las antes citadas, se encuentra la de incorporar en el currículo experiencia práctica en establecimientos de relevancia contrastada. Los sistemas de aprendizaje marcadamente teórico no son eficaces en la industria de ‘hospitality’. Es indispensable que el demandante de un puesto de trabajo disponga de una experiencia en prácticas en establecimientos hoteleros internacionales de referencia. Dicha experiencia tiene que servir, entre otras consideraciones, para que se encuentre suficientemente formado sobre aspectos que van a incidir desde un primer momento en su día a día laboral, entre los que se encontrarían: contabilidad, técnicas de compras y herramientas de gestión a todos los niveles, incluyendo el conocimiento de los novedosos instrumentos basados en las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones. En gran medida, esta competencia está demandando un modelo de adquisición del conocimiento basado en la noción "aprender haciendo", que facilite que los establecimientos reduzcan al máximo (con el subsiguiente ahorro de tiempo y dinero) el periodo de adaptación del nuevo empleado.

La última de las competencias que analizaré aquí es la relativa a compromiso social con el entorno que rodea al futuro profesional. Esta cuestión, quizá de carácter más intangible que las antes comentadas, se concreta en aspectos como fomento de la responsabilidad social corporativa, apuesta por el desarrollo sostenible y la protección medioambiental, así como la asunción de un comportamiento deontológico acorde con las nuevas responsabilidades asumidas. Un profesional socialmente comprometido está en mejores condiciones de acceder a un trabajo en nuestra industria que otro que no lo esté.

Por todo lo apuntado hasta ahora, si se pudiera trazar un ‘retrato robot’ del profesional de la alta dirección hotelera del siglo XXI, sería el de una persona con dominio de idiomas para afrontar una realidad global y multilingüe; desarrollo de competencias en gestión del personal; y capacidad de ejercer habilidades directivas y liderazgo, con un notable peso específico en todo lo que tiene que ver con los procesos de comunicación verbal y no verbal y los procedimientos de inteligencia emocional.

En este sentido, el papel que juegan las Escuelas especializadas en la formación de este tipo de profesionales es verdaderamente relevante a la hora de proporcionarles competencias laborales adecuadas. Hemos de tener en cuenta que no sólo se está formando a los líderes del futuro, sino que dichos líderes van a ejercer su actividad en la industria que se ha convertido en la gran generadora de ingresos y empleos a escala internacional, con unas perspectivas de crecimiento que se sitúan muy por encima de la media de los restantes sectores productivos.

Algunas de las cifras manejadas en el último informe del World Travel & Tourism Council, correspondiente al bienio 2011-2012, resultan especialmente significativas: el sector de ‘hospitality’ tendrá unos niveles anuales de crecimiento por encima del 4,5 por ciento, creando alrededor de tres millones de nuevos puestos de trabajo anuales y superando la barrera de los cien millones de personas empleadas en todo el mundo. Además esta tendencia se mantendrá durante la próxima década, lo que le permitirá generar 65 millones de puestos de trabajo en diez años, incluyendo 3.660 proyectos de hoteles de lujo en marcha, y que su contribución al PIB mundial se sitúe en 9.200 millones de dólares en 2021.

En definitiva, estamos ante una gran bolsa potencial de trabajo que es preciso aprovechar. Las expectativas de búsqueda de empleo en la industria de ‘hospitality’ pasan por un profesional formado en valores como la innovación, la calidad en su quehacer cotidiano, la flexibilidad para adaptarse a un entorno en cambio permanente y el compromiso a escala global. Quien cumpla estos requisitos, se encontrará en un punto de partida muy prometedor para poder desarrollar su carrera en este sector, de manera exitosa, durante los próximos años.

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