En el quehacer diario, el docente se encuentra con cambios y situaciones que son fuertes potenciales de estrés, muchas veces el mismo cambio es, por sí mismo, un poderoso estresor.
El estrés laboral se percibe como el conjunto de fenómenos que se suceden en el organismo del trabajador con la participación de los agentes estresantes lesivos derivados del trabajo y que pueden afectar la salud del trabajador o del docente. En muchas ocasiones se considera que los factores más significativos que afectan la calidad de vida laboral en el profesional de la docencia son: el aspecto social, económico y psicológico. A todo esto le podríamos llamar factor de riesgo.
Por lo que hace a factores de riesgo, los conflictos interpersonales, la sobrecarga de trabajo, la falta de reconocimiento de sus esfuerzos profesionales, el conflicto de rol, la presión en el trabajo, los salarios y la escasez de medios técnicos, son quizás los más importantes.
Pero para que el estrés potencial se haga real, tiene que haber incertidumbre ante el resultado y éste ha de ser importante. Es decir, el estrés se produce cuando hay un desequilibrio entre la demanda percibida y la capacidad de respuesta.
Toda esta situación repercute en la vida personal y laboral de los profesionales de la docencia originando desgano, cansancio, inconformidad, insatisfacciones, generando en él una calidad de vida no acorde con sus expectativas. Para que esto no suceda es necesario que el docente tenga una buena calidad de vida laboral.
Al hacer referencia a la calidad de vida laboral, se entiende por la percepción que tiene el individuo sobre las condiciones internas y externas que conforman la estructura del trabajo donde este se desenvuelve.
Pero, uno de los principales problemas es que a menudo no nos damos cuenta de nuestro nivel de estrés. ¿Por qué?
- Nos acostumbramos a la vida que llevamos y no ponemos atención a lo que sentimos.
- No le damos importancia, creemos que no podemos hacer nada para cambiar lo que nos está pasando. Cuando el estrés forma parte de nuestra vida nos acostumbramos a él. No nos damos cuenta que nos influye hasta que nos pongamos enfermos o los problemas nos sobrepasan.
Todos ellos, pero especialmente los emocionales y conductuales, pueden mermar notablemente la competencia profesional del docente. Algunos ejemplos podrían ser actitudes intolerantes, conductas agresivas, falta de implicación, problemas de comunicación, falta de empatía, dejadez en la preparación de las clases y muchos más, que desgraciadamente pueden mostrarse en su actuación en el aula con sus alumnos, y también en el trato con otros miembros de la comunidad educativa. El profesor estresado es una fuente potencial de conflictos.
El colectivo docente está altamente sensibilizado, y no como un hecho reciente, sino que viene advirtiendo y expresando sus quejas desde hace décadas.
De todas formas, el docente puede desarrollar estrategias, para prevenir y afrontar el estrés. Algunas de ellas son:
a) De tipo general
Su objetivo es mejorar los recursos personales para hacer frente a las dificultades del día a día:
- Hábitos saludables: ejercicio físico, dieta adecuada,
- Vida social
- Distracción y buen humor
La finalidad es promover estrategias de comportamiento que ayuden a afrontar un problema.
- Asertividad
- Habilidades sociales
- Organización del tiempo
- Técnicas de autocontrol
- Técnicas de resolución de conflictos.
Su finalidad es cambiar la forma de interpretar la situación y controlar las emociones que genera.
- Pensamiento positivo
- Control de las emociones
- Control de la atención
Están encaminadas a reducir la activación fisiológica y el malestar consecuente.
- Relajación física y mental: control de la respiración, hidroterapia, masaje, yoga, control postural, musicoterapia, meditación...
En dicho proyecto se observó que la percepción de una alta autoeficacia por parte del docente y el hecho de poder contar con apoyo social en el trabajo previenen el deterioro fisiológico, psicológico y social de los profesores. La Dirección del Centro -nos referimos especialmente a la Dirección de Centros privados- debería potenciar su apoyo y reconocimiento hacia los formadores, así como mejorar sus habilidades de liderazgo. Por su parte, los docentes deben desarrollar sus competencias personales para el afrontamiento del estrés; precisamente el proyecto ESTAFOR pretende ser una ayuda para ello.
El colectivo docente está altamente sensibilizado, y no como un hecho reciente, sino que viene advirtiendo y expresando sus quejas desde hace décadas. Sin embargo, y recordemos que nuestro estudio se ha ceñido al sector de la enseñanza privada concertada, cabe señalar que en general la Dirección de los centros privados no concede excesiva importancia a este tipo de riesgos, que suele ver como algo personal, concretado en la falta de habilidades del docente afectado, y no como el resultado de condiciones de trabajo muchas veces inadecuadas.
La estructura interna de las guías formativas ESTAFOR está pensada para ser utilizada como soporte y/o material en procesos de autoformación, formación presencial o en un modelo mixto. En el caso de la autoformación, sirven de ayuda al docente cuyas especiales circunstancias en su Centro o en su vida diaria no le permiten una formación presencial. En estos casos, consideramos muy importante un proceso de e-coaching por parte de un experto de formación (e-coacher), que además está apoyado en un protocolo de actuación que contempla diferentes posibilidades dentro del proceso de aprendizaje de los participantes.
La plataforma de e-coaching permite además el acceso a otros materiales complementarios a las Guías y a actividades de interacción con el coacher y con otros participantes con problemáticas similares, actividades como forums de intercambio de reflexiones o de discusión con otros compañeros y/o expertos, intercambio de información, etc. El experto, en función del itinerario personal del docente participante, le ayudará a fijar las actividades y conducirá el proceso de control y seguimiento del aprendizaje.
La autopercepción del estrés es básica para iniciar un proceso de mejora de calidad de vida laboral. Este proceso puede concretarse en la eliminación de factores externos que actúan como estresores, denunciando y negociando su supresión, pero el estrés puede obedecer también a causas internas de cada individuo. Nos referimos en este caso a ciertos rasgos de la propia personalidad, que pueden actuar como factor de propensión, y a la carencia de algunas competencias profesionales, cuyos efectos serían también negativos. Es imprescindible la autopercepción para adquirir consciencia de que es uno mismo quien debe cambiar e iniciar así un proceso personal de mejora.
Previamente es necesario analizar en qué contexto se encuentra y cómo vive la situación, de qué habilidades personales dispone… El estrés tiene su base en una percepción personal, subjetiva, y cada docente debe trabajar sus propias limitaciones. En general, aconsejamos trabajar el apoyo social, las técnicas de relajación, las técnicas de reestructuración cognitiva, trabajar las propias emociones, así como la mejora de los hábitos saludables.
Los centros y las instituciones públicas deben implicarse en la prevención del estrés laboral de los docentes. Deben, en primer lugar, tomar consciencia de la problemática real. Estamos exigiendo socialmente más y más al docente, incrementando sus roles y responsabilidades, y olvidando a menudo los problemas, algunos de ellos ya crónicos, que están afectando al colectivo. Es indispensable -y urgente!- que se produzca un cambio de actitud. Las oportunidades preventivas al respecto no sólo paliarán el deterioro actual de la calidad de vida del docente sino que también contribuirán directamente a la mejora de la calidad de la función educativa.