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El aumento del riesgo psicosocial del profesorado en tiempos de crisis

Artículo de opinión


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Anna Díaz Vicario. Personal Investigador en Formación (FPU) del Departamento de Pedagogía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona. Investigadora del Equipo de Desarrollo Organizacional (EDO)
La actual situación de crisis económica está teniendo importantes consecuencias en todos los ámbitos de la sociedad, siendo la educación uno de los sectores más afectados. Las medidas adoptadas por las Administraciones educativas competentes generan una situación de incertidumbre y malestar entre el profesorado, aumentando el riesgo psicosocial del colectivo por las nuevas condiciones laborales impuestas.

La forma como se articula la organización del trabajo de los centros educativos afecta a la realización personal del trabajador, es decir, a su rendimiento y nivel de satisfacción profesional y personal. Al igual que las condiciones físicas del entorno (edificio, instalaciones y materiales) inciden en la seguridad y la salud del trabajador de la enseñanza, las condiciones laborales comprometen el bienestar físico y psicosocial de los mismos.

Haciendo una búsqueda rápida por Internet no es difícil encontrar evidencias que relacionan la exposición a riesgos psicosociales con enfermedades y trastornos de salud física y mental.

Si bien es cierto que hay un conjunto de factores de riesgo que son inherentes a la profesión docente, y que son consecuencia directa de la necesaria relación de intercambio que debe mantener el profesorado con la comunidad educativa (alumnos, familias, personal de soporte, Administración educativa, equipo directivo, compañeros de trabajo, etc.), la actual situación puede acrecentar algunos de ellos generando, incluso, nuevos riesgos.

Los casos de ansiedad, depresión, estrés, burnout, etc. podrían verse acrecentados: en el entorno social no paramos de oír la palabra "crisis", muchos profesores interinos ven peligrar sus puestos de trabajo, no se paran de anunciar nuevos recortes en el salario base, recortes de plantilla, aumento de las ratios, de las horas de dedicación docente, disminución de las horas para la coordinación y la preparación de las clases, etc.

En un reciente estudio publicado por Fundación Mapfre1en mayo 2012, en el que se evaluaban varios ámbitos de seguridad, el 60% de los 273 centres educativos analizados manifestó que en el mismo existían criterios objetivos que hacían suponer que a corto plazo podían producirse casos de sobrecarga de trabajo y cuadros de estrés. En las entrevistas y grupos de discusión celebrados los directivos y profesores manifestaron que la inestabilidad laboral, el empeoramiento de las condiciones laborales y las consecuencias que ello acarreaba en la calidad de la atención al alumnado eran la razón principal de sus respuestas.

Si analizamos las cuatro dimensiones que se interrelacionan en diversos modelos explicativos de los riesgos psicosociales, podemos evidenciar que en la actualidad están presentes varios elementos que aumentan la probabilidad de que los mismos se manifiesten en el entorno educativo:
  • Exigencias psicológicas: el volumen de trabajo del profesorado se ve incrementado por el aumento de la ratio, de los ritmos y tiempos y por la disminución de las horas de coordinación y de los recursos, dificultando la atención individualizada del alumnado.
  • Control del propio trabajo: disminución del grado de autonomía del profesorado y de la capacidad de decisión.
  • Soporte social: aunque los profesores pueden contar con el apoyo de superiores, compañeros y de la comunidad educativa, las ayudas instrumentales (recursos pedagógicos) están mermando y muchos docentes no cuentan con el soporte emocional necesario para hacer frente a la situación que padecen.
  • Compensación: todo esfuerzo requiere un reconocimiento y valoración del trabajo hecho. La mayor satisfacción del profesorado es su alumnado, pero ello no basta cuando se viven situaciones de inestabilidad laboral, reducción del salario, aumento de las exigencias y presión social.
El problema es más complejo de lo que aquí expresamos, ya que también entran en juego factores personales que condicionan el comportamiento y predisponen en la generación del estrés, u otras patologías asociadas, si no se adoptan medidas preventivas, los riesgos psicosociales acabarán traspasando las paredes del centro educativo generando efectos y consecuencias negativas en el ámbito familiar, personal y social.

Teniendo en cuenta que para una adecuada planificación de la actividad preventiva es necesario iniciar un proceso de evaluación de riesgos y que dicho proceso debe repetirse cada vez que se producen cambios en las condiciones de trabajo, como los actuales, es que las evaluaciones de riesgos de carácter psicosocial son una herramienta esencial para conocer e identificar las situaciones presentes en las organizaciones educativas que pueden afectar negativamente la salud del profesorado. Muchos puedan dudar de su necesidad y conveniencia, pero sin el conocimiento real de lo que está sucediendo y de cómo ello afecta al bienestar del profesorado no podemos intervenir sobre el colectivo y los individuos, planteando planes de acción prácticos y contextualizados, con todo podemos pensar en lineamientos generales.

Para hacer frente a la situación actual y no caer en el desanimo, es importante más que nunca velar por la creación de entornos de trabajo positivos, de confianza, comunicativos, de ayuda mutua y de soporte emocional y profesional, para que ante la situación de dificultad por la que atravesamos cada uno de los profesores encuentre la ayuda que necesita, favoreciendo la creación de redes de soporte. Así, la implicación y compromiso real de la dirección, el claustro de profesores y toda la comunidad educativa es central para afrontar colectivamente la situación que atravesamos.

Individualmente el profesorado también puede trabajar para disminuir el riesgo a sufrir este tipo de patologías aprendiendo y aplicando técnicas de relajación, llevando una vida saludable, evitando el aislamiento y expresando y comunicando su sentir.

Por su parte, la Administración educativa no puede obviar que los recortes y el deterioro de las condiciones laborales tendrán importantes consecuencias sobre la seguridad y la salud del profesorado y del alumnado. Si no cuidamos la salud de nuestros docentes la calidad de la enseñanza se verá afectada.

Notas el pie:

1.- Gairín, J. (coord.); Castro, D.; Díaz, A.; Martin, M.; Mañes, Ll.; Moles, R.J.; Rosales, M.; Sans, J.; Sentinella, X.; Vitolo, O. (2012). La seguridad integral en los centros de enseñanza obligatoria en España. Madrid: Fundación Mapfre.
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