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La internacionalización, la minimización de gastos y la adaptación a las necesidades de la sociedad lideran la estrategia de evolución de las Escuelas de Negocios en el actual contexto económico

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Fernando Tomé. Director de IEDE Business School, Escuela de Negocios de la Universidad Europea de Madrid
Los últimos cuatro años han supuesto un exigente ejercicio de adaptación a la adversidad, que ha puesto a prueba al tejido empresarial y que está mostrando quiénes son los mejor capacitados para sortear las nuevas dificultades y sacar partido de las oportunidades que los cambios siempre generan.

Sin lugar a dudas, este nuevo panorama ha influido en el perfil de nuestros empresarios, que también ha cambiado. Así como antes de 2008, la situación económica sugería aprovechar el crecimiento generalizado apostando por estrategias empresariales de expansión en el propio y en nuevos mercados, con importantes dosis de inversión y poca aversión al riesgo, desde entonces el entorno ha provocado un cambio de estrategia.

Ahora, la situación adversa invita a la cautela. Las anteriormente abundantes y atrevidas estrategias de expansión se han reconvertido en escasas, primando un perfil de empresario más celoso del control de gestión y por lo tanto más austero. La tendencia parece que continuará, mientras no se produzca un giro en los indicadores macroeconómicos.

Además, en paralelo, el empresario ha evolucionado hacia un rol más autoexigente, no solo con la gestión del negocio sino también con la satisfacción de sus clientes, aun más valiosos que antes por su escasez. Ganar o perder una cuenta se ha convertido en un acontecimiento mucho más determinante, no solo por el incremento en los ingresos y en los resultados del ejercicio, sino por el componente de dificultad que suponen los nuevos mercados, reducidos al máximo por el cierre y la reconversión de muchos operadores de gran parte de los sectores de la economía.

Estos cambios también se reflejan en las Escuelas de Negocios, integrados como parte de su dinámica habitual, no solo en periodos de incertidumbre como el actual, sino en cualquier fase del ciclo económico. En este sentido, nuestra responsabilidad como educadores pasa por enseñar el dominio de las herramientas empresariales que mejor permitan gestionar cualquier negocio, a los empresarios y directivos del presente y del futuro. Esas herramientas no son siempre las mismas, muy al contrario, son palancas cambiantes que imprimen fuerzas en distintas direcciones, en función de las necesidades que los mercados muestran.

Así, antes de 2008 las Escuelas de Negocios centrábamos nuestros programas en dotar a los directivos y empresarios de las competencias necesarias para maximizar el beneficio en una fase de economías expansivas. Un sencillo acceso a la financiación, un mercado interno saludable y un externo apetecible, invitaban a programas que mostraran al empresario, las ventajas de crecer en ventas conquistando cuota de mercado y nuevos territorios, apoyándose en inversión a bajo precio y en una demanda creciente que satisfacer. El objetivo era la gestión de las oportunidades abundantes, con racionalidad.

Desde entonces, el progresivo empeoramiento del acceso al crédito y de nuestro mercado interno, nos ha ido empujando a centrar nuestros programas en las oportunidades que otras economías nos pueden ofrecer y en el control de los recursos. La internacionalización se ha convertido en la pieza clave del crecimiento junto con la minimización de los gastos, y en eso se van concentrando los nuevos programas de las escuelas de negocios. En nuestro caso hemos seguido apostando por programas globales, desarrollados con instituciones de prestigio en el extranjero o con estancias internacionales en ciudades como Beijing, Shanghai o California, por citar algunos ejemplos. Además, nuestra estrategia ha evolucionado para acercarse a mercados emergentes como Brasil o India, cuyas economías muestran ahora síntomas de crecimiento y oportunidad.

Además, se tiene cada vez más en cuenta la posibilidad de ofrecer alternativas que permitan al estudiante racionalizar uno de los costes más relevantes en su inversión en formación, el tiempo. El desarrollo de nuevas metodologías de estudio que permiten decidir el porcentaje de formación presencial y formación online, a través de nuevas fórmulas de enseñanza-aprendizaje y garantizando el mismo nivel de calidad es un buen ejemplo de adaptación a las nuevas necesidades del cliente.

Sin duda, los directivos y empresarios actuales o futuros, encontrarán en las Escuelas de Negocio, muchas de las soluciones a los retos que nos rodean y que nos esperan.
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