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¿Existen alternativas efectivas entre el modelo de la formación dual y la formación en los centros de trabajo (FCT)?
Artículo de opinión
Si periódicamente se reproduce el debate de la reforma de la Formación Profesional (FP), en momentos de crisis económica como el actual los planteamientos reformadores de la FP adquieren, si cabe, más protagonismo. Es de señalar, por su trascendencia, la propuesta de modificar el sistema de FP para evolucionar hacia un modelo en que la formación, por una parte, sea más polivalente para adaptarla mejor a los cambios del sistema productivo, y por otra parte, se profundice más en la colaboración escuela-empresa.
En el contexto citado, las recientes propuestas reformadoras más ambiciosas que han planteado una aproximación al modelo de formación profesional dual alemán han sido rápidamente contestadas. Todo y existir una notable coincidencia en reconocer la buena salud del modelo alemán, que da una excelente respuesta a los requerimientos de personal formado y poseedor de las certificaciones profesionales que se exigen para trabajar en el mercado laboral alemán, desde diferentes ámbitos se ha puesto en duda que sea fácilmente trasladable el sistema dual a nuestra realidad.
Señalaré únicamente dos de las críticas de fondo que se han formulado al modelo alemán: por una parte, en Alemania está disminuyendo el número de estudiantes que lo siguen, aproximadamente la mitad de los jóvenes que optan por una formación profesionalizadora, y por otra parte, el coste que representa para la empresa, una media de unos 18.000 euros alumno por año. Las dos críticas expuestas conducen a la postura reflexiva de poner en cuestión que el modelo sea reproducible a la realidad formativa y empresarial de nuestro país: ni la actual coyuntura económica es la más adecuada ni la cultura empresarial parecer ser que optaría mayoritariamente por participar en el modelo dual.
Las críticas expuestas se complementan con un razonamiento vinculado a la peculiaridad de nuestro tejido empresarial: más allá de las buenas intenciones reformadoras, la excesiva atomización del tamaño de nuestras empresas en principio hace difícil pensar que se pueda avanzar hacia un modelo en que una parte mayoritaria del tiempo de aprendizaje se pueda seguir en la empresa.
En sintonía con las posiciones expresadas, el anunció reformador inicial, ya más meditado el alcance de la propuesta realizada, se ha matizado en el sentido de limitarse una prueba piloto. Situada la cuestión en la consideración sensata de que con el paso a la acción se puede superar el bucle diabólico del diagnóstico y la reflexión posterior, creo que la experimentación que se propone se puede complementar con experiencias que ya se están haciendo.
Modalidades de formación en alternancia
En la exposición que presento entiendo como formación en alternancia, en un sentido amplio, un programa estructurado de formación profesionalizadora que consta de períodos de aprendizaje en un centro de formación y en la empresa y que, a través de una evaluación conjunta de los dos ámbitos, conduce a la obtención de una certificación o de una titulación. La vinculación de la persona en proceso de aprendizaje con la empresa puede ser de contrato laboral o no.
En este enfoque, haciendo una generalización, como límite más ambicioso podemos situar el modelo de la formación dual i como límite más asumible podemos identificar la Formación en Centros de Trabajo (FCT). En una posición intermedia podemos situar las iniciativas de formación en alternancia que se experimentan en algunas Comunidades Autónomas.
Un valor a resaltar de las diferentes experiencias señaladas, en que se compagina la formación más teórica en un centro formativo con la formación más práctica en una empresa, reside en que en un gran abanico de ocupaciones hay procesos de aprendizaje que, por su propia naturaleza, se adquieren en mayor grado en entornos reales de trabajo.
Haciendo un poco de memoria, las voces más experimentadas, conocedoras de los entresijos del encaje de la FP en la Ley Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), nos recuerdan que la inclusión del módulo de FCT representó la máxima concesión que se pudo hacer al noble objetivo de estrechar los vínculos entre el mundo de la formación y el mundo del trabajo. Todo y ser el plan B, creo que podemos convenir que la FCT ha sido un paso muy importante en la FP, en posibilitar que todos los jóvenes que completan un ciclo formativo hayan tenido un primer contacto con el mundo productivo.
Incidiendo en la importancia de la vinculación que existe entre formación y trabajo, poniendo como ejemplo la comunidad autónoma de Catalunya, es de resaltar que en la Ley de Educación de Cataluña (LEC) en el art. 62, dedicado a la Formación Profesional, en el apartado 9 se dispone que se han de programar ofertas formativas, tanto en la modalidad de educación no presencial como en la modalidad de educación presencial, que permitan a los alumnos conciliar los estudios con la actividad laboral. La misma ley, dedica un artículo, el 63, a la Alternancia entre formación y trabajo: en el apartado 1 se establece que el gobierno, para favorecer la inserción laboral y la cualificación profesional, ha de establecer ofertas formativas con organización y modalidades horarias compatibles con el trabajo y la actividad laboral […] y las acciones formativas mediante prácticas en las empresas.
Un ejemplo de alternancia entre formación y trabajo
En línea con los artículos citados de la LEC y en el marco de las Medidas flexibilizadoras de la oferta de las enseñanzas de formación profesional específica, previstas en el Decreto 240/2005, mediante la Resolución EDU/2769/2008 se estableció, con carácter experimental, el régimen de alternancia entre formación y trabajo en las enseñanzas de la FP inicial.
La experimentación, que se inició en el curso 2008-2009, permitía a los estudiantes de FP compaginar los estudios con un trabajo relacionado con su especialidad. La experiencia, iniciada con unos 200 alumnos y que se desarrollaba en centros públicos y privados, se formalizaba a través de convenios firmados entre los centros y las empresas participantes.
Como puntos fuertes de la experimentación, con una duración inicial de tres años, podemos señalar que todos los alumnos participantes tenían que disponer de un puesto de trabajo a tiempo parcial a través de un contrato de trabajo y que la adjudicación de puestos de trabajo se hacía de forma participada entre las empresas y los centros formativos.
La distribución entre formación y trabajo, que se iniciaba a partir del segundo trimestre del primer curso, se podía organizar en diferentes modalidades y en turnos de mañana o tarde, que, por norma general, se correspondía con cuatro horas en el centro y cuatro horas en la empresa. La vinculación más curricular entre centro y empresa se articulaba a través del trabajo coordinado de dos tutores, uno del centro y otro de la empresa, que hacían el seguimiento de los alumnos durante todo el proceso.
La experimentación, que aún continúa, tiene su marco actual de referencia en el Decreto 284/2011, de Ordenación general de la FP inicial. En el artículo 8, dedicado a la Cooperación y participación, se dice que se ha de fomentar la participación y colaboración de las empresas y entidades en el proceso formativo del alumnado y en su inserción, especialmente, para disponer de suficientes lugares y de calidad para llevar a término la formación práctica en centros del trabajo, para impartir la formación en alternancia, y para garantizar la adecuación de la formación a las necesidades específicas de cualificación y de formación en el entorno social y laboral del territorio.
En el mismo Decreto, en el artículo 57, dedicado a la Formación profesional en alternancia, se dispone que el departamento ha de establecer la regulación de la FP en alternancia, que tiene por objeto facilitar a las personas y a las empresas la combinación de la formación y del trabajo.
Propuestas de futuro
Respondiendo a la pregunta que encabeza el artículo considero que hay alternativas viables a la formación dual y a la FCT, alternativas que se pueden llevar a la realidad si hay voluntad de hacerlo.
Como hilo conductor de las distintas modalidades por las que se podría optar es de resaltar el creciente valor que adquiere la participación de la empresa en las acciones formativas que, en un sentido amplio, se desarrollan en la FP inicial y también en la FP para la ocupación, en sus diferentes programas y acciones formativas que integran las políticas activas de formación.
Uno de los activos más importantes del modelo alemán es la dilatada experiencia de responsabilidad compartida que existe entre sector público y privado y de cooperación en el sistema que han asumido los actores que intervienen en el modelo: el gobierno, las administraciones de los länder, las cámaras de comercio, las asociaciones empresariales y los sindicatos.
Considero que la formación en alternancia es una de las opciones que pueden tener más éxito atendiendo a nuestra realidad económica y empresarial. En esta línea, entiendo que potenciar el modelo de coparticipación y de corresponsabilidad entre los diferentes agentes que intervienen es la senda que tendríamos que elegir.
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