- Participación en el consejo escolar de centro: pese que no lo están de forma paritaria con el profesorado, las AMPA están representadas en el consejo, y ello no es sólo un derecho; también es una responsabilidad. Implica que deben saber, mucho más de lo que ahora saben, qué se trata en dicho consejo, qué informaciones hay que dominar, sobre qué hay que opinar y cómo hay que plantear las opiniones de las familias del centro. Una mejor participación de las AMPA en los consejos escolares de centro mejorará el diálogo con equipo directivo y profesorado y, por ende, la calidad final del centro.
- Mejoras en la gestión interna: las AMPA están formadas por padres y madres voluntarios, la gran mayoría de los cuales no tiene (y no tiene por qué tenerla), preparación específica en gestión y organización de grupos de personas. Lo que une a todos estos progenitores es el loable interés por tener una mejor escuela para sus hijos, y la plena convicción de que, desde el AMPA, pueden ayudar a conseguirlo. Y esta situación, que es en sí mismo positiva (la dedicación, la ilusión y el empuje desinteresado de estas familias sólo puede ser valorado muy positivamente), lleva implícito un problema: a menudo la tarea que hacen las AMPA no es lo eficaz que sus propios miembros desearían.
Aprender a trabajar con unos objetivos claros, a comunicarse eficazmente (entre sí, con el resto de familias el centro y con el equipo directivo), a gestionar bien el tiempo, a crear comisiones de trabajo útiles, a llevar reuniones enriquecedoras… en todo ello tienen las AMPA un margen de mejora importante. Y mejorar en esto significaría hacer todavía más útil su trabajo de colaboración con el centro educativo.
Aprender a trabajar con unos objetivos claros, a comunicarse eficazmente (entre sí, con el resto de familias el centro y con el equipo directivo), a gestionar bien el tiempo, a crear comisiones de trabajo útiles, a llevar reuniones enriquecedoras… en todo ello tienen las AMPA un margen de mejora importante. Y mejorar en esto significaría hacer todavía más útil su trabajo de colaboración con el centro educativo.
- Enfoque a la reducción del fracaso escolar: tradicionalmente, las AMPA han desarrollado actividades al margen del currículum escolar: organización de actividades extraescolares, gestión de comedor, fiestas, colaboración (externa) a excursiones y colonias… que, sin duda, deben seguir haciendo. La educación va más allá de aquello que niños y jóvenes aprenden mediante el currículum, y las AMPA cumplen un papel fundamental para su formación integral y para el completo funcionamiento de los centros.
Sin embargo, es importante que los árboles no nos impidan ver el bosque: el objetivo último es siempre que conseguir los mejores resultados educativos posibles, y el AMPA debe colaborar en ello desde el punto de vista de las familias como colectivo. Por lo tanto, es interesante que las AMPA conozcan aspectos como los resultados académicos globales del centro, el rendimiento (sobre todo, la mala praxis, si la hay) del profesorado y las decisiones que toma el centro de mejora pedagógica; y una vez conocido, deben ayudar al centro, desde sus posibilidades, a optimizar su rendimiento.
- Formación de familias: otro gran reto para las AMPA. Educar no es fácil, quizás hoy menos que nunca. Las familias competimos cada vez más con otros (con el grupo de amigos, con los medios de comunicación, con internet…), a la hora de ser los referentes de nuestros hijos.Sin embargo, es importante que los árboles no nos impidan ver el bosque: el objetivo último es siempre que conseguir los mejores resultados educativos posibles, y el AMPA debe colaborar en ello desde el punto de vista de las familias como colectivo. Por lo tanto, es interesante que las AMPA conozcan aspectos como los resultados académicos globales del centro, el rendimiento (sobre todo, la mala praxis, si la hay) del profesorado y las decisiones que toma el centro de mejora pedagógica; y una vez conocido, deben ayudar al centro, desde sus posibilidades, a optimizar su rendimiento.
Niños y jóvenes disfrutan hoy de grandes márgenes de libertad, a veces mal utilizada. El mundo ha cambiado, es más complejo y para un enorme número de familias, la tarea educativa es algo muy difícil. Formar a padres y madres es, pues, una inversión inteligente. Podemos debatir cómo hacerlo: a la hora de formar (la metodología es lo que diferencia lo útil de lo inútil) pero convengamos en la necesidad de hacerlo. Las AMPA (solas o en equipo) deben fomentar la formación de las familias.
- Por un lado, es difícil representar la voz de alguien si ese alguien no opina. Y las AMPA se encuentran con esa realidad cada día: juntas formadas por pocas personas, reuniones con baja participación, dificultad para atraer el grueso de familias del centro. Aquí, las soluciones pueden ser también diversas: enseñar a las AMPA a motivar nuevas familias (hay formas novedosas de hacerlo), sensibilizar equipos directivos de centro de la bondad de tener una AMPA participativa… y el tan cacareado avance en la conciliación de vida laboral y familiar, que permitiría a más padres y madres formar parte de la asociación.
- Por otro lado, volvemos a la necesidad de la formación: las AMPA deben aprender a recoger mejor la opinión de las familias del centro. Los canales pueden ser muchos.
Y la mejor manera de hacer participar a las familias es garantizando que disponen de toda la información del centro. Uno se implica más si se siente informado e implicado. Y en ello, las AMPA deben empezar a jugar un papel importante:
- Asegurándose que las familias conocen el proyecto educativo del centro (información que debe dar, por supuesto, el mismo centro).
- Asegurándose que las familias conocen la organización interna y funcionamiento del centro.
- Asegurándose que las familias conocen los resultados que obtiene el centro.
