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¡Vocación de futuro!

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Anna Soms. Pedagoga, experta en orientación educativa de Educaweb
La palabra vocación viene del vocablo latino: vocare y significa llamar. En un proceso de orientación académica-profesional o de apoyo a la toma de decisiones, entendemos la vocación como el descubrimiento de la predisposición a hacer una actividad que provoque satisfacción y sensación de éxito. Es decir, es el deseo que debe encontrar el orientado para emprender un objetivo concreto: la elección de unos estudios, el camino hacia una profesión o cualquier otra actividad que favorezca su actitud activa y motivada. Lo más importante es que esta elección presuponga motivación, ganas de hacerlo, esfuerzo, sacrificio y voluntad de conseguirlo para que haya una distancia entre el presente y el deseado futuro. Es por eso que debe implicar un crecimiento, una mejora personal en este proceso.

Pero no todo el mundo encuentra la vocación o esta predisposición (pocos son los escogidos en este sentido), sino que se debe ir descubriendo. Y seguramente pueden ser diferentes descubrimientos a lo largo de la vida. Este es el caso de muchos de los chicos y chicas, los cuales recurren a nuestros servicios presenciales de orientación con un sentimiento de desorientación que les angustia. "No sé qué hacer" dicen bloqueados y perdidos.

Cuando se habla de la crisis de la vocación, pienso que en el fondo, hemos perdido la visión del proceso global. No nos podemos parar diciendo "no tengo vocación para nada, no sé qué hacer". ¡Pues si no tienes vocación, actívate en tu descubrimiento! ¡No te quedes parado! ¡Prueba las actividades que te permitan hacer despertar el deseo o la ilusión por construir tu futuro: no te quedes paralizado con esta crisis y piensa que el futuro será mejor si inviertes en ti mismo ahora, en el presente, con ganas e ilusión!

Hemos pasado de la generación de nuestros abuelos y, también de nuestros padres, en la que un trabajo era habitualmente para toda la vida y no se dejaba hasta que no había que jubilarse, a la actual generación en la que los chicos y chicas tienen que luchar contra el peso social que supone no saber qué serán de mayores, en un mundo de adultos muy incierto. Estamos pidiendo a los jóvenes que en plena época de efervescencia, propia de la adolescencia, decidan una cosa que puede determinar -en parte- su vida. La neurociencia nos aporta mucha información sobre la madurez de nuestro cerebro. Según esta ciencia la edad en la que nuestra materia gris logra la madurez es a los 20 años y, en cambio, los jóvenes tienen que decidir hacia donde guiar su trayectoria académica y profesional a los 16 años. Por primera vez tienen un gran abanico para elegir.

A pesar de que, somos conscientes de esta realidad, como profesionales de la orientación intentamos que el chico o chica entienda que una decisión de futuro como puede ser la elección de unos estudios u otros, o de continuar o no formándose, no es para siempre. La vida da para vivir muchas experiencias y cambiar muchas veces de trabajo. Por eso, no orientamos hacia unos únicos estudios en un momento determinado, sino que orientamos para que la persona pueda tomar las decisiones de manera autónoma y tenga las herramientas y los recursos para hacerlo y pueda ir cambiando de empleo si hace falta, sin sobresaltos, sino de forma madura.

Les ofrecemos nuestro apoyo, estamos a su lado para acompañarles a tomar decisiones. Ellos son los principales protagonistas de su proyecto de futuro y asumir esta responsabilidad a veces les cuesta. Como orientadores, y mediante diferentes propuestas de trabajo, debemos abrirles el abanico de posibilidades, enseñarles a buscar información; y, en definitiva, a elegir unos estudios o una profesión en el continuo de su trayectoria personal.

Principalmente hay que tener en cuenta que todo ello es un proceso -ya lo decíamos antes-, y como tal, contempla diferentes fases o etapas. El punto de partida siempre debe ser el autoconocimiento, como base de la autoestima. Uno tiene que saber quién es, cómo es y dónde quiere ir o cómo quiere ser. Se pueden valorar aspectos como por ejemplo, el rendimiento académico de un alumno para conocer su potencial. Pero también podemos emplear otras herramientas y recursos, como por ejemplo los psicotécnicos, para tener en cuenta diferentes aspectos (intereses, preferencias, valores, rasgos de personalidad, etc.). Nos dan más información, pero tampoco es definitiva. Al potencial de una persona hay que añadirle su motivación y las ganas de estudiar. "¿Por qué continuar estudiando?" Uno lo debe tener claro si quiere triunfar y sentirse exitoso en el logro de sus objetivos. Los aspectos de personalidad son definitivos para superar algunas de las dificultades en los estudios. Hace más la actitud que la aptitud.... 

Para seguir este proceso de toma de decisiones son muchas las actividades a realizar: el orientador es una de las personas que puede ayudar al orientado a descubrir sus vocaciones. También se deben contemplar los planes de acción tutorial durante la ESO, principalmente, pero hay que ir más allá y trabajar este crecimiento personal de forma transversal, desde todas las áreas curriculares en la escuela, y con el apoyo de la familia y del entorno. De este modo, uno llega a encontrar su lugar en la sociedad. Es por eso que la orientación tiene una función social clarísima que no tenemos que perder nunca de vista: apoya a los jóvenes que serán los futuros adultos de nuestra sociedad.

En resumen: las etapas de un proceso de orientación se pueden concretar en las siguientes: 1. autoconocimiento y autoestima; 2. descubrimiento de la oferta académica y el mundo de las profesiones. La información está dentro del proceso de orientación pero no se debe confundir nunca con la orientación; y 3. la decisión: elegir alternativas concretas, valorar diferentes opciones con aspectos favorables y otros que no lo son tanto, prever cambios adaptables a situaciones y emprender la actividad. En muchas ocasiones, por ejemplo, una nota de corte puede hacer cambiar el acceso a unos estudios. Pero si tanto te gustan, ¿por qué no te vas fuera a estudiar? ¡A grandes problemas, grandes remedios!
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