en la vida.
Se acepta comúnmente que nadie puede motivar a otra persona. En este sentido, lo más que se puede hacerse por otro es ofrecerle un incentivo, un estimulo que le permita motivarse a si mismo. Así pues, la verdadera motivación es automotivación.
Para saber qué es lo que queremos ser realmente, para saber qué nos motiva, para incrementar nuestra automotivación y, en último término, saber cuál es nuestra verdadera vocación, es imprescindible el autoconocimiento1, el conocimiento de uno mismo. Porque el conocimiento propio, supone la madurez de conocer cualidades y defectos; apoyarnos en los primeros y luchar contra los segundos en pos de nuestra vocación. El autoconocimiento y la automotivación, además, se retroalimentan en un círculo virtuoso.
Por tanto, la orientación profesional debe de comenzar por enseñar al orientado a iniciarse en un proceso de autoconocimiento que retroalimente su automotivación y, consecuentemente, su autoestima. Desde ese punto de partida, hallará su vocación.
Algunas pautas para que las personas a las que orientemos inicien el proceso de autoconocimiento:
- Autodescúbrete. Autodescubrirse es un proceso de introspección, es decir, de mirar hacia dentro y descubrir al YO interno que sabe lo que quiere, sueña, desea, anhela y que muchas veces fluye libremente cuando nadie lo está juzgando. Puede resultar difícil vernos a nosotros mismos y aceptar lo que somos pero es esencial hacerlo porque nos ayuda a conocer lo que nos gusta y disfrutarlo.
- Sé tú mismo. Averigua quién deseas ser y ponte a ello con fruición sin que importe el lugar, las personas o el contexto. Eso te ayudará a mejorar tu autoestima, la idea que tienes de ti mismo y superar tus temores y miedos.
- Supera las críticas. Lo que los demás piensan de ti, las etiquetas que la sociedad ha puesto sobre tu persona, sobre lo que haces, sobre lo que eres, no deben ser importantes para ti. Vive como tú desees, haz las cosas porque las disfrutas y difícilmente la opinión de los demás será un obstáculo en tu camino.
- Acéptate tal como eres ahora. Es fundamental para encontrarte con tu verdadero YO. Como ser humano que eres, no eres perfecto. Y no debes de cambiar lo que eres para complacer a otros. Hazlo, en todo caso, por propia voluntad. Asume que puedes haber tomado malas decisiones, haberte equivocado… y aprende de ello. Acepta lo que has hecho y sé consciente de que lo único que puedes cambiar son las acciones a futuro.
- Valórate. Quiérete. Nadie te va a querer como tú te quieres. Que te quieran los demás está muy bien pero, a pesar del afecto de los demás, el primer cariño que debemos tener presente es el propio. Así que no olvides valorar lo que haces, celebrarlo, compartirlo y disfrutar de todo lo que eres.
- Libérate. En gran medida, la felicidad tiene que ver con la libertad. Somos responsables de nuestra propia felicidad y ésta es tan subjetiva que nadie más te la puede dar. Pero si no te sientes libre, no puedes ser feliz. Así que libérate y automotívate para lograr lo que anhelas.
Este es el mensaje que deberíamos de transmitir a todos aquellos que en algún momento trascendental de su vida acuden a nosotros para que, desde nuestra humildad, desde nuestro rol de eterno aprendiz –como ellos- les orientemos. Pongámonos a ello, pues. Hay mucho por hacer al respecto.
Nota al pie:
1.- "Es el proceso reflexivo (y su resultado) por el cual la persona adquiere noción de su yo y de sus propias cualidades y características. Como todo proceso, puede ser desglosado en diversas fases, como: autopercepción, auto-observación, memoria autobiográfica, autoestima, auto-aceptación. No puede haber, pues, autoestima sin autoconocimiento. De ahí la importancia del autoconocimiento para
el desarrollo personal". (Elena Ianantuoni)