Las ciencias de la educación y, en concreto, la pedagogía, siempre ha tenido en cuenta las bondades que cualquier tecnología, y no sólo las tecnologías de la información y comunicación, pueden aportar al proceso educativo.
Tanto las teorías conductuales como las humanistas, cada una de ellas a su modo, han valorado las oportunidades de aprendizaje que ciertos instrumentos aportan o potencian en el educando.
Son muchos los que han intentado clasificar las posibles reacciones de los centros docentes para adaptarse a la aplicación de las TIC en educación, como variable fundamental en el papel que estas ejercen en la cultura de la organización y en el propio proceso formativo, como Aviram (2002) quien identifica tres escenarios: tecnócrata, reformista y holístico.
En general, la actitud ante las TIC y la forma de aplicarlas al proceso educativo, se puede realizar de diferentes formas:
- Adaptación reactiva al entorno, como respuesta a la demanda del alumnado y a la competencia entre centros.
- Incorporación en el currículum docente, como respuesta a la oferta formativa del mercado.
- Incorporación en el currículum del centro, como iniciativa diferenciadora y seña de identidad.
- Incorporación a la cultura de la organización, ligada a la reestructuración de todos los elementos pedagógicos y a la formación de los docentes.
- Fuente de información.
- Canal de comunicación interpersonal y para el trabajo colaborativo.
- Medio de expresión.
- Instrumento cognitivo.
- Instrumento para la gestión.
- Recurso interactivo para el aprendizaje.
- Etc.
Pero no podemos olvidar que la programación de la formación no debe venir condicionada por ningún tipo de tecnología, ya que son los objetivos de aprendizaje los que deben guiar la selección de las estrategias e instrumentos más adecuados para potenciar los conocimientos, las capacidades y las actitudes de los alumnos.
Las entidades especializadas en formación, invertimos en las más modernas tecnologías (pizarras digitales, entornos colaborativos de aprendizaje 2.0 que van más allá de las rígidas plataformas online, recursos didácticos innovadores, etc.) pero las TIC no tienen efectos mágicos sobre el aprendizaje, ni generan automáticamente innovación educativa, es el método o estrategia didáctica, junto la programación del proceso de enseñanza-aprendizaje, lo que determina el papel que deben desempeñar.
No resulta útil incluir las TIC como una acción paralela al proceso de enseñanza habitual puesto que, como recurso o instrumento educativo, debe ser integrado en la propia metodología didáctica: Los alumnos, como protagonistas del aprendizaje, y los formadores, como facilitadores del mismo, deben poder llevar a cabo las actividades ligadas a la tecnología que se encuentren planificadas en la programación.
Quizá por ello, para lograr que las valoraciones de alumnado y profesorado coincidan en cuanto a la aplicación de las TIC y de cualquier otro instrumento de mejora del proceso educativo, resulta de mayor utilidad no centrar las experiencias en el uso de las TIC expresamente, si no analizar desde el primer momento de la programación cómo innovar en técnicas y metodologías educativas para optimizar el aprendizaje.
Este pequeño cambio de perspectiva, aumenta significativamente el éxito de las experiencias relacionadas con TIC y los resultados del aprendizaje…
En concreto, en la formación profesional, formal e informal, existen multitud de experiencias que demuestran como la inversión en costosos simuladores no aportan un resultado significativamente superior en cuanto a transferencia del aprendizaje, mientras que la sencilla intervención en momentos puntuales de un experto, que no necesariamente se encuentre ubicado en el aula, puede incorporar conocimientos prácticos de vital importancia para el desarrollo de habilidades y/o actitudes fundamentales en el ejercicio de una profesión.
La experiencia en este ámbito, corrobora la teoría sistémica de que, si analizamos pormenorizadamente las competencias personales o profesionales ligadas al desempeño, detectando los conocimientos, capacidades y actitudes vinculadas directamente a ellas, podremos aplicar aquellas estrategias, técnicas y metodologías didácticas más innovadoras e incluir las TIC en el proceso de una manera lógica y responsable.
Pero no olvidemos: Para fomentar el aprendizaje a través de las TIC, es necesario aplicar las TIC en el proceso de enseñanza-aprendizaje y, para fomentar la innovación en el proceso educativo y en el desempeño profesional, es necesario innovar en las estrategias y metodologías de aprendizaje…