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El peso específico de la responsabilidad social corporativa en la formación en alta dirección hotelera
Artículo de opinión
Porque, en gran medida, la RSC implica para una empresa el compromiso de mantener un comportamiento corporativo autoexigente con la totalidad del ámbito que le rodea, incluyendo aquí no sólo los entornos medioambiental y socioproductivo sino también sus clientes, proveedores, empleados y colaboradores.
Expresado con otras palabras, la responsabilidad social corporativa supone el explícito reconocimiento de que los valores cambian y que es preciso aportar a la sociedad más que un mero servicio mercantil. De manera adicional, tal circunstancia también puede ayudar a distinguir unas empresas de otras, dado el grado de implicación en el tejido social del que se sustentan y al que sirven.
En el caso concreto de la formación de estudiantes en la gestión y administración hotelera, la aplicación de los principios de la RSC resulta particularmente significativa. Debido a que, una vez que han completado sus estudios, suelen ejercer su actividad en la alta dirección hotelera a escala internacional, su ámbito de responsabilidad se extiende a un conjunto de trabajadores que se encuentran bajo su dirección, por lo que unos profesionales suficientemente formados en RSC constituyen la mejor garantía de que dicho concepto va a impregnar la totalidad de la organización donde ellos desarrollan su actividad.
En realidad, la formación de los altos directivos que desarrollan su actividad en este sector es particularmente compleja, dada la gran variedad de funciones y tareas que deben asumir y liderar, dentro de un entorno muy competitivo y con una demanda cada vez más exigente. Si se pudiera trazar un retrato robot del profesional de la alta dirección hotelera del siglo XXI, nos referiríamos a una persona con capacidad multilingüe, habilidades directivas y liderazgo, gestión del personal, contabilidad, compras, dominio de herramientas de gestión de los sistemas informáticos hoteleros de última generación y experiencia acumulada y demostrada en establecimientos hoteleros internacionales de referencia.
En este ámbito específico de formación resultan de especial validez principios como la búsqueda del máximo compromiso social con el entorno que le rodea, la apuesta por el desarrollo sostenible y la protección medioambiental en la totalidad de los procesos o la asunción de un comportamiento deontológico acorde con las nuevas responsabilidades que son asumidas por este tipo de profesionales, por citar algunos ejemplos concretos. Expresado con otras palabras, advertimos una suma de los principios de sostenibilidad (en los términos inicialmente acuñados en el celebérrimo Informe Brundtland), acción preventiva, subsidiariedad, nivel de protección elevado, cautela, vinculación ambiental de todas las políticas, vinculación a los conocimientos científicos y técnicos y cooperación internacional (basado en la evidencia de que la interacción en RSC no conoce fronteras).
Una certificación como la SGE 21 constituye un excelente formato de trabajo para acreditar esta apuesta estratégica. Porque ya no se trata de una mera norma que acredita la implantación de un sistema de gestión de responsabilidad social sino que, además, supone el primer sistema europeo de gestión de la responsabilidad social que permite, de manera voluntaria, auditar procesos y alcanzar una certificación en gestión ética y responsabilidad social. Una circunstancia a subrayar es que se trata de un sistema que ha sido elegido tanto por multinacionales de primera línea como por pequeñas y medianas empresas, y que parte de modelos consolidados como los de calidad y medioambiente, a los que enriquece a través de una visión integral.
Además, la RSC queda definitivamente consolidada a escala internacional con el surgimiento y expansión del conocido como Pacto Mundial, una iniciativa propuesta por las Naciones Unidas cuyo objetivo es conseguir un compromiso voluntario de las entidades en RSC y que se sustenta en la implantación de diez principios basados en derechos humanos, laborales, medioambientales y de lucha contra la corrupción.
En lo que atañe a la formación en alta dirección hotelera, la puesta en práctica del Pacto Mundial supone seis grandes ejes estratégicos: formación de los estudiantes en un entorno que facilite el cumplimiento de los objetivos generales de esta iniciativa; incorporación en sus actividades curriculares y académicas de los valores de la responsabilidad social global; creación de marcos de actuación que fomenten el liderazgo social responsable; profundización en el papel que deben jugar las entidades de toda índole en la apuesta estratégica por la responsabilidad social; exploración de vías de actuación conjunta que permitan afrontar más eficazmente el conjunto de desafíos que supone esta nueva realidad; y fomento del diálogo social entre las distintas instituciones educativas y formativas, tanto públicas como privadas, como fórmula estratégica para consolidar este conjunto de principios.
En definitiva, la noción de responsabilidad social corporativa implica un vínculo entre la organización y la sociedad que le rodea que es preciso tener en toda su consideración. Sólo la puesta en marcha de acciones concretas sustentadas en un compromiso deontológico activo será capaz de dirigir los principios de la RSC al lugar que verdaderamente merece ocupar. Y este desafío será de inexorable cumplimiento para todas las empresas que deseen consolidar su posición competitiva en el medio y largo plazo.
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