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Hacia un nuevo concepto de formación y empleo

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Carmen Dunia Mesa Peñate. Jefa del departamento de Música del I.E.S. Sierra de Segura (Beas de Segura - Jaén)
En una sociedad moderna como en la que vivimos actualmente el concepto tradicional de familia, en la que el hombre trabaja y la mujer se dedica a la casa y al cuidado de los hijos, se ha perdido para dar paso a una nueva organización familiar en la que ambos miembros trabajan. Se hace, por tanto, cada vez más difícil conciliar la vida familiar y laboral de manera equitativa. Aunque los tiempos han cambiado y el hombre está cada vez más implicado tanto en las tareas domésticas como en la educación de los hijos, sigue siendo la mujer la que lleva en la mayoría de los casos el peso del hogar en todos los sentidos y es, por tanto, la que debe hacer un mayor esfuerzo para conciliar el trabajo con la vida privada. Pero, obviando esa realidad, y teniendo en cuenta que la tendencia sigue el camino hacia la equidad en el reparto de tareas, tanto el teletrabajo como el e-learning vienen a aliviar en gran medida la simultaneidad de tareas en el hogar y en el trabajo.

Pero ¿qué entendemos por teletrabajo o e-learning? Ambos constituyen una nueva organización tanto en la forma de trabajar como de estudiar. Por teletrabajo se entiende aquella forma de trabajo en la que no es necesario estar presente físicamente en un lugar concreto para desempeñar unas funciones determinadas, sino que disponiendo de un ordenador y conexión a Internet, las tareas se pueden llevar a cabo en cualquier lugar y, qué mejor que la casa, sobre todo si se tienen otras responsabilidades familiares como cuidado de los hijos, personas enfermas u otras circunstancias. Asimismo, el aprendizaje electrónico consiste en una educación a distancia completamente virtualizada a través de Internet. La formación evoluciona hacia un nuevo sistema de enseñanza-aprendizaje en el que tampoco es necesaria la presencia física tanto por parte del alumno como del profesor, lo cual hace del todo absurda la simultaneidad de ambas partes para que el aprendizaje sea efectivo.

Aunque no todos los empleos permiten teletrabajar, para aquellos que sí pueden aprovecharse de esta forma de organización, este sistema presenta muchas ventajas como por ejemplo, un horario laboral flexible que se adapta a las necesidades particulares de cada persona, no es necesario desplazarse a un lugar concreto (o al menos no con tanta frecuencia) con lo que se ahorra dinero y tiempo, el lugar de trabajo puede ser o no la residencia familiar, si se tiene alguna discapacidad se puede adaptar el lugar de trabajo a las necesidades de la persona en cuestión, etc. Pero, al mismo tiempo, este sistema de trabajo requiere una serie de cualidades como son la autodisciplina, una gran motivación, una buena organización del tiempo, buen conocimiento de informática, una actitud abierta hacia las TIC y capacidad para separar la vida familiar de la vida laboral, entre otras cuestiones.

De la misma manera el aprendizaje electrónico, como una de las fórmulas empleadas por la educación a distancia, requiere igualmente de casi los mismos requisitos que el teletrabajo: gran motivación, autodisciplina, organización, responsabilidad, buen conocimiento de informática …Al mismo tiempo, la formación en línea permite una serie de ventajas como son la eliminación de barreras espaciales y temporales, prácticas en entornos de simulación virtual, enriquecimiento colectivo del proceso de aprendizaje sin límites geográficos, actualización constante de los contenidos, reducción de costos y, como no, una mayor conciliación de la vida familiar y laboral.

Realmente la enseñanza reglada no obligatoria debería ir encaminada hacia un sistema no presencial, salvo momentos puntuales en los que determinado tipo de actividades hicieran necesaria la confluencia de profesor y alumno en el mismo espacio físico. No se puede entender cómo en los tiempos que corren en los que una parte importante de la matrícula de determinadas carreras en las universidades está configurada por alumnado que estudia y trabaja, no pudiendo asistir a las clases presenciales, aún hay profesores, catedráticos de toga y clase magistral, que se siguen empeñando en que para aprobar es necesaria la asistencia, cuando lo que realmente importa es el resultado final, que el alumno consiga los objetivos propuestos.

En otro orden de cosas y, por la parte que me concierne, si de conciliación familiar hablamos, la Administración Educativa, ese ente encabezado por uno y manipulado por muchos (y entiéndase manipular como término en el que trabajan muchas personas), debería tener en cuenta dos cuestiones: en primer lugar, el hecho de que los docentes no somos un simple número al cual se le adjudica un destino sin tener en cuenta las circunstancias personales de cada uno, condenando a muchas parejas y familias a una separación forzosa y sin sentido; y, en segundo lugar, debería tener en cuenta las nuevas tecnologías no sólo para el tratamiento presencial en el aula, sino para dar el paso hacia una enseñanza virtual paralela a la presencial. Estamos hablando de la posibilidad de que en aquellos casos en los que el destino no hiciera posible el que la familia permaneciera unida en el mismo domicilio, se tuviera la opción de ser profesor virtual, sobre todo en Secundaria que es el nivel en el que el alumno puede ser ya más autónomo para realizar actividades telemáticas. Habría que hacer un estudio pormenorizado de cómo llevar a cabo esta nueva función. Quizás estaríamos hablando de un tipo especial de Comisión de Servicio que hiciera posible la conciliación entre trabajo y familia.

Estamos, por tanto, ante un nuevo tipo de organización del espacio y el tiempo en todos los sentidos que facilitaría enormemente la ya difícil compatibilización del empleo con  la vida familiar.
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