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Conciliar para trabajar mejor
Artículo de opinión
Autor del libro "Tiempo al tiempo" de la editorial Planeta
Estoy convencido de que la falta de conciliación entre estos tres importantes ámbitos (lo personal, lo familiar y lo laboral) merma el rendimiento del trabajador. Por el contrario, las iniciativas empresariales que inciden en un mayor equilibrio emocional de los empleados, en la flexibilidad y racionalidad de los horarios, elevan su motivación y con ello su productividad, mejoran el ambiente de trabajo, reducen notablemente el absentismo y favorecen la captación y retención del talento.
Afortunadamente, en España contamos con empresas socialmente responsables, que han hecho de la conciliación un potente valor corporativo. Y cada vez son más. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. El nuestro sigue siendo uno de los países europeos donde más horas se pasan en el trabajo, que no quiere decir necesariamente trabajando, y en muchas organizaciones se valora más el tiempo invertido que el resultado obtenido, lo cual me parece absurdo. Estar diez, once, doce horas al día en el lugar de trabajo no nos ayudará a mejorar nuestra eficacia; por el contrario, causará una profunda insatisfacción en el trabajador y una creciente frustración en su familia.
Considero que los trabajadores deben ser responsables con los objetivos marcados, no con el cumplimiento estricto de un horario. Las jornadas rígidas, en las que gran parte del tiempo se consume "calentando la silla", han de dejar paso a unas jornadas más flexibles, orientadas a optimizar el rendimiento y que permitan equilibrar lo personal con lo profesional.
Los programas de conciliación, que en un alto porcentaje de los casos pasan por hacer un mejor uso del tiempo e implantar horarios más racionales –establecer la jornada continua para todo el año, suprimir la parada del café, acortar la del almuerzo, sustituir las comidas de trabajo por los más efectivos y breves desayunos de trabajo, fijar las reuniones a horas apropiadas y con hora de finalización, permitir cierta flexibilidad de entrada y salida...–, son una inversión que genera beneficios a las empresas. Cuanto mejores son las condiciones laborales de los empleados, mayor es el retorno económico que se obtiene en el medio y largo plazo. En realidad, la no conciliación tiene un coste superior a los que pueda tener la adopción de iniciativas como las citadas.
Conciliar no supone trabajar menos, sino mejor. Debemos organizar el tiempo de trabajo de manera distinta. Hay que priorizar las tareas apremiantes sobre las que no lo son, planificarse (llevar bien la agenda, escribir un listado de tareas...), ser escrupuloso con el tiempo de cumplimiento de las actividades y exigir a los demás que también lo sean, cuidar la puntualidad en los horarios de citas y de comienzo de jornada, procurar que las reuniones no se extiendan más allá de lo debido y suprimir las que sean prescindibles...
Las empresas deben desarrollar buenas políticas de conciliación, ajustadas lo máximo posible a los requerimientos –personales, familiares, sociales– de cada empleado y a sus deseos de realizarse no sólo en el trabajo, sino también fuera de él. Para motivar a los trabajadores, deben implicarles en un proyecto que les ilusione, ofreciéndoles las herramientas necesarias para que puedan crear cosas y cambiarlas, facilitándoles la acción. Los empleados, por su parte, deben mejorar su capacidad de organización y mostrar disponibilidad a variar, incluso a incrementar la jornada en épocas de alta carga de trabajo. En estos tiempos de grave crisis económica, todos debemos aunar esfuerzos para superarla lo antes posible.
Desde la Comisión que presido tratamos de sensibilizar a la sociedad y a sus representantes (políticos, económicos, sindicales, sociales...) sobre la necesidad urgente de cambiar la situación. El VI Congreso Nacional para Racionalizar los Horarios Españoles, que hemos celebrado en San Sebastián los días 15 y el 16 de noviembre, ha constituido una buena oportunidad para ello. Nuestro país precisa una profunda modernización que sólo será posible si logramos una mejor distribución y un mayor aprovechamiento de las veinticuatro horas de cada día. La familia, que es la base de la sociedad, también saldrá fortalecida si todos le dedicamos más tiempo. Ha llegado el momento de reaccionar.
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