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La formación como diferenciación competitiva en el mercado laboral

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Cristina Muñoz Jiménez. Directora de Recursos Humanos de Global Estrategias/ Demos Group
El mercado de trabajo en España cada vez es más competitivo. Ante una oferta que ha disminuido de manera alarmante, parece que hasta los presagios más optimistas hacen pensar que la situación laboral en nuestro país será "complicada" en los próximos años.

La competencia es cada vez mayor y si equiparamos el mercado de trabajo con las estrategias de marketing que pueden usar las grandes empresas a la hora de vender sus productos encontramos que la única forma de aumentar las posibilidades de posicionarnos en el mercado laboral es la DIFERENCIACIÓN.

En el último dato publicado por el INE a fecha 31 de Mayo de 2011 sobre la Enseñanza Universitaria parece que cada vez tenemos más licenciados ante una disminución de la oferta por lo que la competitividad es alarmante.

Durante el curso 2009/2010 se matricularon 1.412.472 alumnos en estudios universitarios de grado y de primer y segundo ciclo, lo que supuso un 1,5% más que en el curso anterior. Durante el año 2010, un total de 198.438 alumnos completaron sus estudios universitarios.

Respecto a la formación de postgrado (másters) se impartieron 2.266 en las universidades españolas, casi 600 más que el curso anterior.

En estos estudios se matricularon 83.700 alumnos, un 62,7% más que el curso 2009.

La definición de la palabra "diferenciación" en el mundo del marketing hace referencia a la creación de un producto que sea percibido por el cliente como distinto al resto y por lo tanto superior al de otras opciones existentes en el mercado.

Como demandante de empleo y si nos basamos en una perspectiva "marketiniana", es decir, nuestra persona como un producto que debe ser interesante para el mercado, solo nos queda formarnos, poseer unas competencias que no tengan los demás, para obtener una ventaja competitiva y aumentar nuestras posibilidades de éxito.

Hasta los productos más básicos del mercado son "enriquecidos" y mejorados para ser más competitivos, ya no sirve un yogurt común sino que además debe proporcionar vitaminas, minerales y otros beneficios que hacen que nos decidamos por esa marca frente a la inmensidad de envases que se nos ofrecen en las estanterías de los supermercados.

¿Por qué no utilizamos las mismas estrategias de venta con nosotros mismos que las que se utilizan para lograr el posicionamiento en el mercado de una marca?

Ante esta realidad la formación parece ser la clave.

Por supuesto ya no vale con poseer competencias académicas básicas, hay demasiada gente con similares currículos y siempre habrá alguien que haga ese mismo trabajo quizá por menor remuneración, sino que las empresas necesitan personas con valor añadido (conocimiento de idiomas, nuevas tecnologías, inteligencia emocional...).

Ante nosotros tenemos un reto, una oportunidad para hacer de nosotros un producto único en el mercado laboral que sea atractivo e indispensable para la empresa.

Por suerte el conocimiento no es algo que se posea de forma innata y por lo tanto no enseñable ni transferible sino que se debe entender como una de las "fortalezas" de las que nos habla Martin Seligman desde su teoría de la Psicología Positiva (Peterson y Seligman, 2004).

La formación debe ser entendida como una capacidad que puede adquirirse a través de la voluntad, el esfuerzo y el tiempo, fortalezas que representan rasgos positivos de la personalidad. Solo a través del conocimiento lograremos diferenciarnos en un mundo en el que los retos son cada vez mayores.
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