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Elegir bien la formación, factor clave en la estrategia personal para encontrar empleo

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Mercè Gómez Ubiergo. Directora del Postgrado de Experto/a en Inserción Laboral de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés de la Universitat Ramon Llull (Barcelona)
Tanto en el contexto de crisis actual, como en otros se debe tener en cuenta siempre la trayectoria formativa y laboral de la persona que está en situación de desempleo, así como su situación personal y su personalidad. Está claro que no todas las personas desempleadas actualmente tienen dificultad de acceso al mercado laboral por los mismos motivos (para algunas el motivo es la falta de formación básica, para otras la formación especializada, la actualización o reciclaje, o  la falta de competencias). Y además, no siempre los motivos se deben a aspectos curriculares. Justamente en estos momentos, en muchos casos puede tratarse de motivos coyunturales, como la falta de ofertas del sector. En otros casos, son motivos biográficos, como la edad, o estratégicos, como saber cómo buscar empleo, etc.

Para aumentar las opciones de encontrar trabajo, primero se debe analizar en profundidad el currículum y las competencias de la persona, en relación al objetivo profesional que se haya planteado. Cada puesto de trabajo requiere de unos conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para su desempeño, que deben contrastarse con lo que la persona puede aportar. En estos momentos en los que hay más demanda de trabajo que oferta es importante tener un conocimiento actual y concreto de lo que el mercado de trabajo exige al profesional de un ámbito determinado. Al mismo tiempo, hay que realizar una visión autocrítica de lo que uno mismo sabe y sabe hacer, así como las debilidades propias a nivel profesional, para valorar desde una perspectiva realista las posibilidades de encontrar empleo en una determinada ocupación. Es decir, reconocer tanto lo que se puede aportar (y saber verbalizarlo y argumentarlo) como las carencias. Muchas de estas carencias pueden resolverse directa o indirectamente mediante algún tipo de acción formativa.

En este sentido, existen distintas opciones de formación que permiten añadir valor al currículum, aumentando las posibilidades de encontrar trabajo, es decir, mejorar la empleabilidad. Estas distintas opciones no son excluyentes. Cada persona debe analizar su situación y ver cuál o cuáles de ellas son necesarias en su caso concreto. No hay una fórmula única, sino una estrategia personal planificada fruto de una reflexión previa que podría resumirse muy llanamente en tres preguntas: ¿Dónde quiero ir? ¿Qué tengo? ¿Qué me falta?  Para la toma de decisiones sobre la mejora curricular se deben tener en cuenta también los recursos disponibles (tiempo, recursos económicos).

Formación en competencias básicas, tecnologías e idiomas

Es importante que tengamos un mínimo de formación básica para optar a un empleo. Por formación básica podemos entender tanto el título de educación secundaria obligatoria (o equivalente) como conocimientos de informática y de idiomas, ya que éstos son requisitos necesarios para la mayoría de puestos de trabajo en general. Cada empleo utiliza una tecnología que como candidatos debemos conocer. Se recomienda que se explore en cada caso el nivel necesario para el objetivo profesional que uno se está planteando y adaptarse a esta demanda. Es recomendable especialmente una actualización en informática y las posibilidades de las redes 2.0.

Formación específica actualizada

Si se está pensando en un cambio de profesión u ocupación es importante una formación específica y actualizada. Hasta en el caso que se siga buscando dentro del mismo sector o profesión es posible que no estemos totalmente al día, porque mientras estábamos trabajando no hayamos podido actualizarnos en las últimas técnicas, tecnologías o métodos. En un momento como el actual donde se presentan una gran cantidad de candidatos para una misma oferta, la formación del candidato tiene que ser lo más adecuada posible al puesto. Ésta se puede obtener a través de formaciones específicas diversas, que cada persona debe valorar según su situación (nivel de estudios, tiempo y recursos disponibles, modalidad de formación, etc.). Veamos qué tipo de formación específica nos pude convenir más:
  • Formación profesional ocupacional: se trata de una formación que permite obtener una titulación oficial, de corta duración y subvencionada. En muchos casos incluye prácticas en empresas, lo que supone un valor añadido más. Se suele planificar y gestionar desde los departamentos de la administración autonómica y se gestionan y llevan a cabo en entidades públicas (administración local) o privadas que se han constituido como centros colaboradores. En estos momentos, casi todas las autonomías ofrecen también la posibilidad de formación profesional ocupacional virtual. A pesar de estas ventajas, esta formación tiene el inconveniente de no estar siempre disponible.
  • Ciclos formativos de grado medio y superior (formación profesional): es una formación reglada profesionalizadora. Se obtienen respectivamente los títulos de técnico y técnico superior, de mayor reconocimiento que la formación ocupacional. En estos momentos hay una oferta formativa muy amplia, con un total de 26 familias profesionales y más de 175 títulos, entre grado medio y superior. Al ciclo formativo de grado medio se accede con el título de ESO o equivalente, y al de grado superior con el título de bachillerato o equivalente o bien con pruebas de acceso. Esta formación también incluye una parte importante  de horas de prácticas en empresa (300-400h).  Actualmente muchos ciclos formativos pueden estudiarse a distancia (consultar la oferta de las diversas autonomías)
  • Formación especializada no reglada: que puedan impartir colegios o asociaciones profesionales, gremios, academias específicas, etc. De distinta duración, precio y reconocimiento. Es conveniente plantearse los criterios de elección,  según la situación personal y profesional.
  • Másteres, posgrados: convenientes si se busca una especialización o bien si la persona se ha planteado una reorientación profesional. Pensado en principio para alumnado con titulación universitaria, algunos másteres y posgrados guardan un porcentaje de plazas a personas que no tienen titulación universitaria, expidiendo un certificado de estudios universitarios. La duración es de uno o dos cursos, según el caso.
  • Estudios universitarios: ésta es una opción para quien quiera plantearse un cambio profesional  que requiera este tipo de titulación y nivel de conocimiento, y disponga de tiempo suficiente, ya que supondrá una dedicación mínima de cuatro años. Pueden cursarse a distancia.
Desarrollo de competencias clave o transversales

Tener una titulación profesional indica poseer unos conocimientos sobre el tema, pero no siempre significa ser un profesional competente, puesto que la competencia va más allá de los conocimientos teóricos. En un momento en que estos conocimientos pueden quedar obsoletos con facilidad, la empresa valora además de los conocimientos otras competencias consideradas clave, como pueden ser la adaptabilidad, ser resolutivo,  saber comunicar, saber dirigir o liderar un equipo, gestionar el tiempo, tener iniciativa, saber trabajar en equipo, entre otras. Tener estas cualidades nos hace competentes en nuestra profesión, y aunque tienen un carácter general, para cada ocupación unas son más necesarias o esenciales que otras. Estas competencias a menudo van ligadas a nuestra forma personal de ser, aunque también se pueden adquirir mediante el proceso educativo (familia, colegio) o bien se pueden desarrollar más adelante mediante formación.

Formación en temas de creación de empresas, autoocupación y competencias emprendedoras

El momento actual se caracteriza por una falta evidente de ofertas de empleo. Es posible que a esta evidencia se le sume además la dificultad de la edad de la persona candidata, que muchas veces de manera injusta acaba siendo un filtro en los procesos de selección. La dedicación como autónomo o freelance, o la creación de microempresas o cooperativas puede ser una alternativa en momentos como el actual, siempre que se tenga en cuenta un adecuado  objeto de negocio (producto/servicio) y sobre todo que la persona muestre competencias emprendedoras (proactividad, iniciativa, actitud positiva, perseverancia, resolución, autodisciplina, toma de decisiones, etc.). Dominar una profesión no es suficiente para crear una empresa, ya que se deberán asumir nuevas responsabilidades (contabilidad, fiscalidad, márketing). Una formación que incluya un acompañamiento a la creación de empresas ayudará a la puesta en marcha y posterior consolidación de la misma.

Formación relacionada con la búsqueda de empleo

Acostumbran a ser seminarios breves que acompañan en el proceso de búsqueda de empleo. Pueden englobar todo el proceso o presentarse de forma independiente temas como el propio proceso de selección, la evaluación del propio grado de empleabilidad, la elaboración del currículum y la carta de presentación, networking, o entrenamiento de entrevistas de empleo. Algunas de las personas que se encuentran en estos momentos en desempleo no han vivido antes una situación igual, porque se incorporaron al mercado laboral en un momento de auge económico o porque era el sector quien los reclamaba. La forma de seleccionar las personas candidatas, de mostrar la propia trayectoria en el currículum o de darse a conocer a posibles empresas contratadoras cambia con el  paso de los años y es importante conocer cómo es este proceso actualmente (videocurrículums, páginas web, blogs, redes 2.0).  Especialmente interesante resulta conocer el máximo de canales posibles de búsqueda de empleo, más allá de los portales específicos de internet y de la prensa.

Otros recursos para mejorar la ocupabilidad

En cualquier caso, y con independencia de la edad que tengamos, un criterio más a valorar para la elección de una acción formativa, además de los citados (titulación, objetivo, tiempo, presupuesto, reconocimiento) es la posibilidad de realizar prácticas profesionales en empresas, ya que haber ejercido durante un tiempo, aunque sea breve, nos dará un mayor grado de autoconfianza a la hora de presentarnos como candidatos o candidatas. Además, estaremos en contacto directo con una posible empresa contratadora, y a la vez estableceremos contactos con profesionales del ámbito, que a su vez tienen contactos probablemente con otros profesionales y empresas del sector.

Para finalizar y como reflexión final hay que destacar que la formación nos ampliará nuestra competencia profesional en el ámbito elegido, lo que nos convierte en candidatos/as con mayor empleabilidad, pero además la formación nos mantiene activos (tener un objetivo, aprender, practicar, relacionarnos con los demás, compartir reflexiones) lo que nos ayuda a dar un sentido a nuestro día a día y a mantener un nivel de confianza  en nosotros mismos que nos ayudará en el camino, seguramente largo, de la búsqueda de empleo, porque nos aleja de la espiral negativa que lleva a "no hacer nada porque no vale la pena". Por último, la formación es generadora de contactos ya que nos relacionaremos con profesorado y otros participantes, abriendo posibilidades de conocimiento e intercambio de ofertas de trabajo y de intereses profesionales.

En el caso de que necesitemos asesoramiento en la elección de la formación existen los profesionales de la orientación y la inserción laboral, que pueden acompañarnos en la toma de decisiones sobre formación o formaciones más adecuadas para nuestra estrategia personal de encontrar empleo.
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