A diario recibimos llamadas y emails de clientes que se sienten frustrados en su aprendizaje del inglés. Este tipo de cliente tiene de 20 a 30 años y, habiendo pasado por una formación universitaria o no, a menudo comenta cuando le preguntamos sobre su nivel de inglés para poder asesorarle en el programa más adecuado: "Creo que tengo un nivel de inglés intermedio, el que estudié en el Bachillerato, pero no soy capaz de comunicarme y no entiendo cuando me hablan". Esta es una característica de los estudiantes españoles de inglés, que no es común a otras nacionalidades europeas.
El problema radica en la Educación en idiomas en España, que es eminentemente teórica. Se estudia el inglés como si fuera latín, como si fuera una lengua muerta. Sin embargo, los idiomas son una herramienta comunicativa, ¿de qué sirve estudiar inglés desde los 5 años si con 20 no soy capaz de comunicarme con nadie? De acuerdo al "Common European Framework of Reference" (CEFR), que se utiliza para estandarizar el nivel de un idioma, con un nivel A2, que sería lo mínimo con el que un estudiante debería terminar la formación secundaria obligatoria, un hablante de inglés como lengua extranjera debería ser capaz de "Comprender frases y expresiones de relevancia inmediata (por ejemplo: información personal y familiar básica, ir de compras, geografía, empleo). Poder comunicarse en tareas simples y rutinarias que requieran un intercambio de información sencillo y directo. Poder describir de manera sencilla aspectos sobre su persona, su entorno y en áreas de necesidad inmediata."
Puedo garantizaros que nuestros estudiantes, y lo que es más grave, la mayoría de los docentes de primaria y secundaria que nos piden asesoramiento para su formación de idiomas en el extranjero, no pueden cumplir esos objetivos comunicativos. En un país cuyo PIB depende en gran medida del turismo, y en un entorno cada vez más globalizado donde el idioma por excelencia para los negocios es el inglés, éste es un gran problema educativo que, a la larga, mina nuestra la competitividad de nuestras empresas.
Al final, son las propias personas las que, al margen del colegio, instituto e Universidad, tienen que formarse "por su cuenta" en idiomas, y normalmente esto ocurre al enfrentarse con el mundo laboral y no "dar la talla", es decir, a edades donde se tiene ya menos tiempo para la formación y cuesta más aprender un idioma. Como conclusión, algo estamos haciendo mal. Algo tan esencial como los idiomas debería estar incluido con total garantía de aprendizaje en el sistema educativo obligatorio desde la infancia. Y para mí, el eje de de la formación en idiomas en la infancia y la adolescencia es sin duda el profesor y su método. Y los docentes no tienen, hoy por hoy, la formación necesaria en idiomas ni la formación necesaria en formar en idiomas.
Es responsabilidad por tanto, del Ministerio de Educación, que otorgue becas para que los profesores de nuestros hijos puedan adquirir el nivel de idiomas necesario para poder enseñar con calidad y mediante una metodología que no esté abocada al fracaso, como la actual. Desde mi punto de vista, para enseñar un idioma con calidad, debe hacerse como una lengua viva. Un idioma es de quienes lo hablan. Es decir, que o aprendes el idioma donde se habla, o nunca serás capaz de comunicarte adecuadamente a través de él. Esa es la ventaja de los profesores nativos frente a los españoles, con una demanda cada vez más creciente de profesores originarios de países de habla inglesa. Es imprescindible, por tanto, que nuestros docentes de primaria y secundaria viajen al extranjero regularmente y cursen allí la formación adecuada para mejorar su conocimiento de los idiomas y mejorar sus técnicas de enseñanza de esta materia.