Según el escritor, los estudiantes que mejores notas en filología difícilmente se convertirán en grandes poetas o novelistas, ni los mejores alumnos de bellas artes serán pintores destacados, ni los economistas top, egresados de las principales facultades, serán emprendedores exitosos.
No por que no tenga valor la formación universitaria recibida. Un poeta requiere de grandísimos conocimientos gramaticales y formación humanística, un buen pintor debe conocer la historia como nadie y las técnicas cromáticas al detalle. Asimismo, un emprendedor debe tener buenas nociones de contabilidad y finanzas, gestión de recursos humanos, marketing y organización y dirección de empresas. La formación básica es necesaria.
Pero un emprendedor, como un pintor o un poeta, ha de tener, sobre todo, talento, pasión y no aversión al riesgo.
El talento es una aptitud o conjunto de aptitudes o destrezas sobresalientes respecto a un grupo, para realizar una tarea determinada de forma exitosa. El talento se adquiere mediante el aprendizaje, ya desde la infancia, aunque cada persona pueda tener mayor o menor facilidad para incorporar determinadas destrezas.
Un genio es quien crea nuevas formas de actividad no emprendidas antes por otros o desarrolla de un modo enteramente propio y personal actividades ya conocidas. Una persona talentosa es quien practica formas de actividad, general o frecuentemente realizadas por otros, mejor que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes.
La pasión es una emoción definida como un sentimiento muy fuerte hacia una persona, tema, idea u objeto. Así, pues, la pasión es una emoción intensa que engloba el entusiasmo o deseo por algo. El término también se aplica a menudo a un vivo interés o admiración por una propuesta, causa, actividad, etc.
La aversión al riesgo es un concepto usado en economía, finanzas y psicología relacionado con el comportamiento de los consumidores e inversores. La no aversión al riesgo es la preferencia de una persona a optar por una alternativa con más incertidumbre y mayor rentabilidad, si funciona.
Un emprendedor no tiene por qué ser un genio. Simplemente busca realizar algunas cosas de forma distinta, a poder ser mejor, y lo hace porque tiene un vivo interés en impulsar algo en lo que él cree. Y se arriesga.
Si a Miquel Barceló, pintor, a Paul Auster, novelista y a Mark Zuckerberg, emprendedor, les exigiéramos que encorsetasen sus ilusiones con normas muy estrictas, manuales de buen profesional y calendarios estándares, nos quedaríamos sin la cúpula de la Seu en la Catedral de Mallorca, sin Sunset Park o Brooklyn Follies o sin Facebook.
El alto directivo de la multinacional con el que cené dio la razón al escritor al final de la cena.