No hay duda que hay una decisión clara en el ámbito de la Unión Europea (Procesos de Bolonia y Copenhague) de hacer que la formación en las universidades, escuelas de especialización y de posgrado, y escuelas técnicas, entre otros; se acerque más a las necesidades reales de la actividad laboral. Este objetivo se aprecia claramente en dos aspectos:
- Pasar de una formación centrada en el conocimiento a una formación centrada en las competencias, entendidas éstas como la capacidad de utilizar conocimientos, destrezas y habilidades en situaciones de trabajo o estudio para un mejor desarrollo profesional y personal.
- Que los programas no sean definidos por un listado de temas sino en objetivos de aprendizaje. Esto requiere un esfuerzo adicional por parte de los formadores, pues les exige hacer una reflexión previa sobre lo que los alumnos deben saber, comprender y ser capaces de hacer al culminar el proceso de aprendizaje.
A continuación presentamos un ejemplo básico sobre la implementación de los objetivos de aprendizaje en un tema recurrente en la formación bancaria y financiera:
Un programa clásico de matemáticas financieras puede incluir:
1. Medidas de rentabilidad:
a. Rentabilidad nominal y real
b. Rentabilidad simple y compuesta
c. Tasa Anual Equivalente (TAE)
Este mismo programa, pero en términos de competencias, los objetivos de aprendizaje serían:b. Rentabilidad simple y compuesta
c. Tasa Anual Equivalente (TAE)
1. Medidas de rentabilidad:
a. Rentabilidad nominal y real
i. Conocer y entender la diferencia entre la rentabilidad nominal y la rentabilidad real.
ii. Calcular la rentabilidad real a partir de la rentabilidad nominal y la inflación.
iii. Interpretar la rentabilidad real y el riesgo de inflación.
ii. Calcular la rentabilidad real a partir de la rentabilidad nominal y la inflación.
iii. Interpretar la rentabilidad real y el riesgo de inflación.
b. Rentabilidad simple y compuesta
i. Conocer y entender la diferencia entre rentabilidad simple y rentabilidad compuesta
ii. Identificar cuándo se debe utilizar una u otra medida.
iii. Calcular la rentabilidad simple y compuesta de una operación teniendo en cuenta la capitalización o no de los intereses.
iv. Interpretar apropiadamente el resultado proveniente de la aplicación de la rentabilidad simple o de la rentabilidad compuesta.
ii. Identificar cuándo se debe utilizar una u otra medida.
iii. Calcular la rentabilidad simple y compuesta de una operación teniendo en cuenta la capitalización o no de los intereses.
iv. Interpretar apropiadamente el resultado proveniente de la aplicación de la rentabilidad simple o de la rentabilidad compuesta.
c. Tasa Anual Equivalente (TAE)
i. Entender y calcular el interés efectivo de una operación.
ii. Explicar las ventajas de la TAE y su uso como parámetro de comparación de operaciones financieras.
iii. Conocer la relación entre el interés efectivo anual y la TAE de una operación financiera
ii. Explicar las ventajas de la TAE y su uso como parámetro de comparación de operaciones financieras.
iii. Conocer la relación entre el interés efectivo anual y la TAE de una operación financiera
Claramente se nota la diferencia entre los dos programas. Resaltamos el hecho de que los objetivos de aprendizaje se expresan con verbos, de tal manera que son mucho más concretos evitando las abstracciones de los adjetivos. Esta concreción facilitará que los programas de formación expresados en términos de objetivos de aprendizaje se adapten mejor a las necesidades del mercado laboral; lo cual es fundamental en cualquier sector pero que se torna vital en un sector financiero sujeto a continuos cambios.
Es muy importante notar que puede llegar a suceder que el resultado final sea el mismo; es decir que impartiendo el programa clásico se logren los resultados y objetivos del programa por competencias; pero también es muy probable que no sea así. Al definir un programa en términos de objetivos de aprendizaje, tanto profesores como alumnos y sus empresas tienen más claro cuál será el resultado del proceso de formación y pueden ver si se adecua o no a sus necesidades laborales.
Por otra parte, el pasar de una formación de conocimientos a una formación de competencias no implica solamente un cambio por parte de los profesores y centros de formación en cuanto a adecuación de los programas y metodología de clase; también implica un cambio por parte de los estudiantes, quienes adquieren un papel más activo y se les requiere un mayor esfuerzo durante todo el proceso de formación. No se pueden limitar a escuchar y tomar nota; será necesario que hagan un esfuerzo de reflexión y crítica para poder alcanzar los objetivos que se pretenden.
A manera de conclusión podemos comentar que es necesario un mayor acercamiento de la formación y las necesidades del mercado laboral y que siendo éste un trabajo muy complejo, una de las formas de implementarlo es desarrollar los programas de formación a partir de objetivos de aprendizaje. De esta forma tanto profesores, estudiantes y empleadores pueden tener una visión más clara de qué habilidades y destrezas les proporcionará un determinado curso y si realmente cubre sus necesidades. De esta forma los cursos que no cubran las necesidades del mercado tendrán que adaptarse o desaparecer.
Las actuales presiones regulatorias y de reestructuración en la banca y el sistema financiero implican una alteración en las funciones profesionales donde la necesidad de adecuación entre formación y trabajo se hace imperativa.