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El play del aprendizaje
Artículo de opinión
Existen diferentes definiciones, interpretaciones o modelos dentro de la metodología del Coaching. Mi experiencia como coach me ha llevado a sentirme cómoda en una acepción que quiero compartir aquí y ahora… y que es el proceso de "enseñar de dentro hacia fuera".
Desde esta perspectiva, el educador/a requiere de un autoconocimiento personal que genere motor de cambio y aprendizaje en sus alumnos y alumnas, que facilite los procesos de interacción efectiva y afectiva y que se reinvente cada día a la hora de entrar en el aula.
Reinventarse no significa perder la perspectiva de la materia que se imparte, reinventarse es conectarnos a nuestra tarea docente para conectar con los alumnos/as, aprender de su sabiduría desaprendida en contenidos y amplia en emociones, miedos, necesidades, reflexiones, indecisiones, comportamientos, pensamientos y acciones no siempre alineadas con lo que se espera de ellos/as.
La disciplina del coaching nos abre paisajes a los diálogos constructivos internos y externos, que nos facilitan una toma de conciencia de nuestro estado actual como docentes, de nuestra estrategia frente a las situaciones disruptivas del aula, de nuestras limitaciones frente a los nuevos valores y los tsunamis de conocimiento que se gestionan fuera de las aulas y sobre los cuales tenemos que establecer complicidad.
Una complicidad que se exponga en las aulas para aprender juntos y, a la vez, desaprender algunas creencias limitadoras en los procesos de aprendizaje y potenciar las creencias que favorezcan las habilidades sociales, la toma de iniciativas, la creatividad, la resolución de conflictos, la gestión de las emociones, la confianza, el compromiso, el trabajo en equipo y la aceptación de la diversidad como antídoto ante la frustración de muchos de nuestros coachees.
Convertirnos en coach docentes es parte de un proceso humilde de automotivación que nos permita ejercer un liderazgo pedagógico, basado en una nueva visión sobre nosotros mismos y nuestra profesión, que nos aporte riqueza por el desarrollo de nuevas capacidades y habilidades para permanecer en un entorno "just in time" donde los alumnos y alumnas se sientan en un ambiente generador de confianza, compromiso y bienestar que les ayude a "darle al play de su propio proceso de aprendizaje".
Imprimir un liderazgo pedagógico en el aula conlleva saber movilizar voluntades y corazones, ser generadores de cambio porque tenemos capacidad de cambio, aprendizaje y conocimiento construido, porque afrontamos nuestra profesión con un "postura" y no con una "impostura", al no saber ya quién somos como docentes, qué queremos de nuestra profesión, qué nos devuelve el brillo a los ojos y qué sonrisa nos acompaña en cada clase y con cada alumno/a.
Para finalizar, sólo un apunte: recordar que la meta del aprendizaje no es transmitir información de una materia, sino llegar al corazón y a la mente de nuestros alumnos para acompañarles en una comprensión de las diferentes realidades que el mundo les presenta, generándoles autoestima y confianza en sus capacidades como personas.
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