En España, el impacto positivo que ha supuesto el coaching tanto en el progreso de las personas como el de las empresas, ha hecho que cada día sean más los responsables de RRHH que consideren al Coaching una competencia indispensable para ejercer el liderazgo en el siglo XXI.
De hecho, las organizaciones más exitosas fomentan y promueven que sus directivos desarrollen algunas habilidades de coaching para liderar a sus equipos y han incluido el Coaching en sus planes de desarrollo de directivos y líderes.
El Coaching se basa en el convencimiento de que cualquier persona es capaz de superarse y alcanzar resultados extraordinarios cuando consigue vencer obstáculos y aprovechar los resortes adecuados a todos los niveles. Detengámonos un momento en esta aseveración, decimos que cualquier persona es capaz de superarse, cualquier persona es capaz de conseguir más de lo que es capaz de conseguir por sí sola; esto convierte cualquier nuevo resultado en extraordinario, en un resultado que no es ordinario, que no es previsible. ¿No es esto uno de los valores que presiden el sistema educativo? Si no es así debería serlo y deberíamos estar trabajando para que así lo fuera.
La escuela, las instituciones educativas en general se convierten en agentes socializadores con un papel crucial en la transmisión de los valores y actitudes que queremos posean nuestros jóvenes. Las bases sobre las que se asienta el sistema educativo están siendo cambiadas, el papel del profesor en el aula está siendo objeto de transformación y muchas veces esta transformación no es consecuencia de una decisión diseñada y planificada sino que es más bien el fruto de un nuevo modo de relación que nuestros jóvenes están imponiendo. Esto nos lleva a repensar el nuevo rol del profesor en la era de la digitalización y las herramientas más convenientes para la construcción de esta nueva relación.
A los seres humanos se nos reconoce una capacidad de elección, aun aceptando que nuestras acciones puedan tener una parte de "programación" fisiológica regida por los instintos, nuestra misión en tanto que seres sociales es transcender esta "programación", idear escenarios nuevos, crear nuevos paradigmas, de descubrir nuevas capacidades y de crear nuevas realidades. El sistema educativo debe velar por proteger esta cualidad humana.
El profesor se convierte en este siglo y en el practicante de la "mayéutica socrática"; los alumnos pueden tener conocimientos para él desconocidos, el alumno no está vacío de saber y abierto a que sea el profesor el transmisor de ese tesoro sino que el alumno puede desarrollar recursos, estrategias, inventar caminos que le lleven a alcanzar el conocimiento. Es un proceso, al igual que se hace en las empresas, de acompañamiento, de cuestionar lo previsible, de sacar al alumno de su caja de confort, de retarle en sus acciones y actitudes.
La International Coaching Federation (ICF) organización que con más de 15.000 miembros en más de 90 países define las competencias claves para los diferentes grados profesionales del coach. Propongo una selección de ellas a modo de espejo para los profesores y maestros del futuro:
- Establecer confianza y cercanía con el cliente/alumno
- Presencia del coach
- Escuchar activamente
- Realizar preguntas poderosas
- Comunicación directa
- Crear conciencia
- Diseñar acciones
- Planificar y establecer metas
- Gestionar el progreso y la responsabilidad personal
Si hiciéramos un ejercicio de definir el rol del profesor desde las competencias anteriormente mencionadas, tal vez debemos reconocer que muchos profesores practican esas competencias, de manera intuitiva, me atrevería a decir que inconsciente en cuanto no forma parte de una coordinación consciente con sus colegas de profesión. Los profesores actuales, incluso los que participan de estas competencias son hijos de un viejo paradigma donde el profesor "sabía" y el alumno "no", el alumno es una "tabula rasa" donde el profesor escribía, donde la relación no era simétrica y el profesor tenía una autoridad no otorgada por el alumno sino por la estructura formal del sistema. Si observamos la relación asimétrica, concluimos que desde ahí es difícil crear espacios que generen "confianza y aprendizaje" al estilo de lo que proponía Carl Rogers. El paradigma en el que hemos sido educados la mayoría de nosotros no está funcionando aún así los profesores replican muchos comportamientos del antiguo paradigma, un paradigma de control donde el error se convierte en guía, el objetivo es marcar y subrayar lo que hemos hecho mal, por tanto siempre estaremos mirando lo que nos falta para alcanzar la perfección como si esta existiese, con el desgaste emocional que supone. Los profesores nos deberíamos preguntar con total inocencia y buscar dentro de nosotros cuál es realmente el objeto de este comportamiento y qué beneficios obtenemos. Sólo así podremos también encontrar nuevas acciones que no vislumbramos ofuscados por nuestros paradigmas.