En este contexto, la orientación laboral dirigida a los adultos es una actividad a todas luces ineludible que no vamos a cuestionar. Sin embargo, todavía existen una serie de obstáculos que afectan a los profesionales de la orientación. A continuación se mencionan algunos retos que aluden, tanto a los profesionales que ejecutan los servicios de orientación, como a aquellos que gestionan la orientación desde las diversas instancias institucionales. Para hacerlo, tenemos en cuenta cuatro condiciones que se consideran esenciales para la consecución exitosa de la práctica de la orientación: a) Información socioeconómica sobre yacimientos de empleo b) Metodología y herramientas evaluativas de los trabajadores c) Oferta formativa para el empleo adecuada d) Coaching y seguimiento interpersonal.
La tabla siguiente es una síntesis de los retos que deben afrontar, tanto gestores como ejecutores de la orientación, a través de las cuatro condiciones mencionadas.
Ejecutores |
Gestores | |
Yacimientos de empleo | Conocimiento de los sectores que demandan mayor empleo | Aseguramiento de la existencia de información socioeconómica fiable |
Evaluación psico-laboral | Conocimiento de las técnicas de evaluación más fehacientes | Exigencia de profesionalidad en los diagnósticos psico-laborales |
Oferta formativa adecuada |
Conocimiento de la oferta formativa disponible | Aseguramiento de la existencia de una oferta formativa adecuada |
Coaching y seguimiento | Conocimiento de las técnicas de coaching y asesoramiento personal | Exigencia de profesionalidad en las labores de orientación propiamente |
a) Yacimientos de empleo. En primer lugar, se hacen necesarios una serie de mecanismos de investigación social permanente acerca del mercado de trabajo y la evolución de los sectores productivos. La información y los datos resultantes deberán tener la calidad suficiente como para orientar a los trabajadores hacia las actividades mayormente demandadas por el mercado. Se trata de que la acción orientadora disponga de un norte que garantice unos resultados para el trabajador, y a la vez satisfaga las necesidades de la economía. Existen diversas fuentes de información, sin embargo éstas se hallan dispersas y fragmentadas y en muchos casos hay datos difícilmente comparables.
b) Evaluación psico-laboral. En segundo lugar, se hace necesario conocer a las personas. Es crítico lograr evaluar con ciertas garantías a la gran diversidad de orientados con el fin de obtener datos útiles sobre sus potencialidades y talento individual. Se trata de una pieza de información esencial para realizar el adecuado acople entre el individuo y el mercado laboral. Para ello sería conveniente conocer diversas teorías acerca de las capacidades humanas, así como herramientas psicométricas de aptitud, intereses y personalidad. En la actualidad no todos los profesionales de la orientación están cualificados para utilizar estas herramientas, o bien, no disponen de la posibilidad de servirse de un servicio de diagnóstico psicométrico para el ejercicio de su trabajo.
c) Oferta formativa adecuada. En tercer lugar, como medio para que el trabajador logre el desarrollo de las competencias profesionales necesarias, es preciso disponer de una oferta formativa adecuada en cantidad y cualidad a las necesidades del mercado. Dicha oferta deberá ser sensible tanto a las necesidades sectoriales, como a las específicas de la economía de las diversas zonas geográficas. En este sentido, es muy probable que el modelo de formación vigente en la actualidad no logre por completo dichos objetivos de adecuación a la demanda económica. Probablemente porque se haya buscado la máxima difusión de la formación por encima de la orientación a los resultados. Sin embargo, en una investigación reciente de Esentia, Innovación, Consultoría y Desarrollo, se presentan datos que sugieren que la formación es más efectiva en términos de empleabilidad de los trabajadores cuando el esfuerzo formativo realizado por éstos se centra en una única acción formativa, más que en dos o más acciones.
d) Coaching y seguimiento. En cuarto lugar, la actividad propiamente dicha de orientación y seguimiento como paso que pone todos los elementos anteriores en juego. Supone la existencia de una interacción personal entre orientador y trabajador que debe ser continua durante el tiempo que sea necesario. La existencia de una actividad de acompañamiento al trabajador con el fin de facilitarle el mejor afrontamiento emocional posible en su proceso de cambio y adaptación incrementa las posibilidades de éxito del proceso. En este momento, el orientador debe ser suficientemente hábil como para proporcionar referencias objetivas, y al mismo tiempo, lograr el compromiso de los trabajadores con sus propios actos hacia la consecución del empleo. Se trata de un paso crucial donde cabe el uso de técnicas de probada eficacia como el coaching a la hora de ayudar a las personas a encauzar voluntariamente el curso de su acción por un camino más adecuado a sus objetivos, en este caso, la integración laboral.
Como conclusión, en el corto plazo la orientación laboral debe ser un mecanismo social ágil y altamente efectivo para lograr la rápida adaptación de la mano de obra a las necesidades y la estrategia competitiva de un país. En el caso de los profesionales ejecutores de la orientación laboral, se han puesto de relieve una serie de complejidades del trabajo que desarrollan. Pero también de las necesidades formativas implícitas en dicha actividad. En general, puede decirse que el repertorio de conocimientos y capacidades profesionales que deben manejar es muy amplio, aunque no necesariamente deben encarnarse en un único profesional. De otro lado, incluyendo a los gestores como otro colectivo profesional, estos deben asegurar la existencia de una serie de recursos sociales eficaces que deberán poner a disposición de los trabajadores y profesionales de la orientación. Ello pasa por inspirar confianza e influir positivamente en el nivel donde tienen lugar las grandes decisiones políticas mediante datos y argumentos vinculados a resultados concretos.