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Más orientación y menos información
Artículo de opinión
Cuando nació la orientación como ciencias a principios del siglo XX, la situación sociolaboral era más sencilla. Bastaba con estudiar las características de cada individuo, las cualificaciones que se precisaban en cada profesión y ajustar ambos factores, hasta hallar la más indicada para cada persona. Las tareas profesionales estaban bien definidas y habitualmente se ejercía la misma profesión durante toda su vida laboral.
En nuestra sociedad del conocimiento, compleja y cambiante, la Orientación Profesional no sólo debe promover el conocimiento de sí mismo y del entorno laboral para hacer la primera elección profesional, sino que también debe promover actitudes, preparar para los cambios constantes que pueden incluir situaciones de desempleo, adaptaciones profesionales, cambios de ocupación y hasta de profesión.
Una buena orientación profesional debe ayudar a la persona a alcanzar su autorealización, pero conociendo y valorando de manera adecuada las limitaciones y determinantes personales y los sociales. Para ello lo escenificamos en una figura compuesta por dos triángulos:
Figura 1: Orientación profesional
El primer triángulo simboliza la persona.
El proyecto de vida, que se construye a partir de las necesidades de cada individuo, puede situarse a distintas alturas del triángulo, en función de la madurez de la persona en asumir todos los aspectos de la base del triángulo.
El triángulo inferior simboliza el proceso de orientación. Está compuesto por los determinantes personales y sociales. Estos determinantes juegan un doble papel: pueden constituir limitaciones en el desarrollo del proyecto personal, pero a la vez son la base en que se fundamenta toda acción hacia la autorrealización.
El tercer vértice del triángulo inferior está determinado por la toma de decisiones, proceso que es punto de partida de toda acción orientadora. Sin toma de decisiones es imposible orientar, sin alternativas no existe la opción. Cuando más cerca están los vértices compuestos por los determinantes personales y situacionales al vértice de la toma de decisiones, más bajo será el centro de gravedad de la figura y por tanto más posibilidad de recuperar el equilibrio cuando se balancee. Cuando la toma de decisiones se realiza desde el profundo conocimiento de los determinantes la posibilidad de equivocarse queda minimizada.
La unión de los dos triángulos simboliza el proceso global de la orientación.
La orientación verdadera no está limitada a unas acciones informativas tan en boga en las ferias y salones de orientación. Si la persona no se conoce a si misma, no ha clarificado su escala de valores e intereses o no reconoce sus potencialidades y limitaciones, de nada la sirve la información recibida.
Este proceso de autoconocimiento y de ubicación en el entorno no se puede realizar de forma rápida y en el momento de tomar las decisiones académicas y profesionales. La orientación no se puede dar sólo en un momento puntual al finalizar los estudios o al elegir la profesión, sino que es un proceso intencional, sistemático y continuo, que permite desarrollar la capacidad de autodeterminación.
Y tampoco consiste en dar unos consejos o asesorar a la persona, sino que sobretodo debe enseñar a autoorientarse, capacitarle para que sepa tomar muchas decisiones a lo largo de toda su vida para formular y realizar su proyecto vital.
En cada programa de orientación se debería promover actividades que permitieran responder a las siguientes preguntas:
1. ¿Conoce el contexto y se conocen a sí mismos para tomar decisiones?
Toda persona está inmersa en un entorno familiar, social y educativo que le condiciona. Las características de su persona, desde las más exteriores o físicas o las más profundas o psicológicas, también son variables que influyen en su manera de autor realizarse.
En cada ámbito de la orientación esta área será muy distinta. En los destinatarios adolescentes que van a tomar su primera decisión profesional será muy importante realizar procesos que incidan en su potencial de competencias y las posibilidades del entorno académico, mientras que personas en situación de paro necesitarán analizar en profundidad su bagaje ya adquirido de competencias y las posibilidades del mercado laboral.
2. ¿Sabe que información necesitan para tomar decisiones?
Cualquier individuo de la sociedad actual, con los grandes avances en tecnología, tiene acceso a una cantidad de información profesional que era impensable hace unos años. Pero a la vez estamos viviendo la realidad que las personas en general, incluida la población estudiantil, están cada día más desinformadas en todos los campos.
Si ante toda esa información al alcance de la persona no participa e interacciona con ella, ¿cómo va a ser capaz de ir a buscar, descifrar y aplicar la información en todas las áreas que necesita para tomar una decisión de capital importancia para su vida?
3. ¿Tiene en cuenta sus intereses y valores en la toma de decisiones profesionales?
La medida de los intereses puede ayudar a predecir la dirección que puede tomar una persona, la profesión que va a elegir, pero no su nivel de realización en la misma. Al parecer, la capacidad determina el nivel profesional y los intereses seleccionan el campo ocupacional. Sabiendo que los intereses, en un grado u otro, tiene una influencia sobre la elección vocacional, lo importante será conocer estos intereses, para que cada estudiante pueda optar adecuadamente.
4. ¿Conoce sus potencialidades y sus limitaciones?
Hasta hace poco el período de aprendizaje tenía un fecha de inicio y de final. Concluidos los estudios reglados, se producía la incorporación a un puesto de trabajo estable y la mayoría de las veces ya no se volvía a necesitar más conocimientos que la simple acomodación a ligeros cambios.
En la actualidad cada persona debe incorporar a su bagaje una cantidad enorme de conocimientos, una vez finalizada la etapa clásica de aprendizaje. Los itinerarios laborales se interrumpen o complementan con itinerarios académicos, reglados o no. Continuamente se deben poner al día las destrezas y los conocimientos adquiridos sobre la ocupación que se tiene, cuando no incorporar nuevas tecnologías que también implican procesos más o menos largos de aprendizaje. Estamos condenados a aprender a aprender.
5. ¿ Sabe tomar decisiones de manera autónoma y madura?
A tomar decisiones se aprender tomándolas, pero sobretodo reflexionando sobre las consecuencias y analizando los procesos efectuados para tomarlas. En todo proceso de orientación no puede faltar este aprendizaje.
En definitiva, hasta hace poco, la función principal de la orientación podía circunscribirse a proporcionar a las persona información fidedigna del mundo del trabajo, estimularles a valorar sus intereses y capacidades, concentrar sus aspiraciones en empleos relacionados con sus aptitudes y seguir los clásicos itinerarios formativos y de trabajo que permitían satisfacer al máximo sus aspiraciones socio-laborales. Hoy ya no es suficiente. Muchas personas, incluidas las que han desarrollado todo este proceso, egresan de las instituciones escolares sin la menor certeza de llegar a obtener un empleo y menos aquel para el que se estaban preparando.
Ante esta nueva sociedad, autorientarse y aprender a tomar decisiones es fundamental,. O somos capaces de preparar a las personas para que cada decisión sea un paso más en su proyecto vital, o la Orientación Profesional no dejará de ser un asesoramiento puntual que no responda a las necesidades reales de las personas.
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