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Una experiencia de ApS desde la universidad

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M. Teresa Fuertes. Vicedecana Facultad de Educación de la Universitat Internacional de Catalunya
Los múltiples cambios que afectan a la sociedad, influyen en los cambios que se están produciendo y se producirán en la universidad. La nueva sociedad global, la sociedad de la información, la revolución tecnológica y las nuevas necesidades surgidas a raíz de todo ello, dibujan un perfil diverso de estudiantes con necesidades nuevas de formación que la universidad debe ayudar a cubrir.

La Declaración de Bolonia se ha convertido en el eje vertebrador del proceso de construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y la universidad pasa a tener un papel central para el desarrollo de las dimensiones culturales europeas (Declaración de Bolonia – 1999). La adaptación de los planes universitarios al EEES supone un cambio en el planteamiento del sistema de enseñanza y aprendizaje. Todos los títulos adaptados, deben disponer de un perfil de formación en competencias tanto específicas como transversales y los estudiantes deben estar informados (ENQA 2005)(1). Los educadores precisan adquirir una sólida formación de conocimientos teóricos y prácticos que les capaciten para ejercer su profesión y al mismo tiempo les permitan el desarrollo personal necesario para vivir en sociedad.
Visto lo anterior, el diseño de competencias es clave para conseguir una educación de calidad puesto que estas permiten una conexión entre la sociedad y el mundo educativo. Pero, ¿cómo hacer realidad lo que se refleja en los planes de estudio?

A raíz de estos planteamientos, la facultad de Educación de la Universitat Internacional de Catalunya, desde la coordinación del Prácticum de Magisterio, desarrolló una iniciativa que hiciera posible esta conexión y permitiera poner en práctica competencias para el trabajo y competencias para la vida. La experiencia práctica no hace solo posible la aplicación, sino que el centro de prácticas se convierte en un lugar de aprendizaje y de conocimientos tanto a nivel profesional como personal i social. Conocer las habilidades propias de una profesión es imprescindible, pero no resulta suficiente. De acuerdo con Bautista-Cerro Ruiz (2006)(2), en el Prácticum no se trabaja con teorías o conceptos sino con competencias, habilidades y destrezas.

En nuestra facultad, consideramos que el desarrollo del Prácticum debía responder a un proyecto de equipo, global, acorde con el profesional y la persona que se quiere formar. Huberman y Perrenoud (1987) afirmaban que los maestros y maestras se formaban en el prácticum de acuerdo a los problemas y las necesidades surgidas en el contexto natural de las prácticas. Para que todo ello fuera posible, era preciso planificar de manera global, analizar las necesidades, determinar la metodología a seguir y organizar las relaciones con los tutores de la universidad, las relaciones con los alumnos y las relaciones con centros asociados, sobre todo considerando que era necesario contar con una serie de centros colaboradores comprometidos con el prácticum.

Así pues, teniendo en cuenta estas consideraciones, nos dimos cuenta que, para llevarlas a cabo precisábamos de un modelo organizativo basado en la colaboración que nos permitiera dar un sentido unitario a todas las actuaciones que se llevaran a cabo en relación al diseño, planificación, ejecución y evaluación del prácticum. Era preciso considerar nuevas estrategias y metodologías para optimizar el proceso de formación que supone el Prácticum y el aprendizaje servicio (ApS), como modelo y estrategia de colaboración, nos pareció una propuesta que se adaptaba a nuestros objetivos puesto que se trata de una metodología de enseñanza y aprendizaje que integra el servicio a la comunidad con el aprendizaje.

En esta dirección, durante el curso 2009-2010, llevamos a cabo una experiencia piloto de aplicación de esta metodología a la asignatura del Prácticum. Se desarrollaron proyectos solidarios con algunos estudiantes voluntarios y con centros de prácticas con los cuales ya se había colaborado anteriormente y que consideramos ofrecían a los alumnos una buena oportunidad para desarrollar competencias difíciles de desarrollar en las aulas. Nuestros contextos de actuación fueron las aulas hospitalarias, escuelas rurales de Guatemala y Casal dels Infants del Raval de Barcelona. Analizando previamente las necesidades expresadas por cada uno de los contextos, se seleccionaron aquellas a las que los estudiantes de Magisterio podrían dar respuesta acorde con los conocimientos adquiridos a lo largo de sus estudios. A partir de aquí, se planificaron las actuaciones teniendo el estudiante un papel primordial en el proceso y se llevaron a cabo las actuaciones. Al final, se valoraron las competencias que se consideraron imprescindibles para llevar a cabo la tarea, destacando competencias a nivel personal y social.

Después de realizada la valoración que nos servirá para mejorar aspectos de cara al trabajo futuro, los estudiantes valoraron positivamente el desarrollo personal y la integración de valores conseguidos a la raíz de la experiencia, al tiempo que se observó una mejora en su motivación de servicio. Competencias como el trabajo en equipo, la adaptación al entorno, el pensamiento crítico, la toma de decisiones, la responsabilidad, el compromiso social, la resolución de problemas y la toma de decisiones o la planificación- acción fueron algunas de las más valoradas por los estudiantes. Al mismo tiempo consideraron también que la experiencia ponía a prueba su espíritu emprendedor y creativo.

Los estudiantes destacaron también la oportunidad que tuvieron de aplicar los conocimientos adquiridos previamente mediante el contacto directo con la realidad y para su desarrollo destacaron que les resultó imprescindible el trabajo en equipo y la colaboración con todos los agentes implicados puesto que todos sus protagonistas (estudiantes, centros formadores, universidad, profesores y tutores) se benefician y aprenden con las ventajas de esta práctica (Kaye 2004).

En síntesis, la metodología del ApS ayudó a los estudiantes a superar la distancia entre la teoría y la práctica, vinculando la docencia y la investigación. El ApS permite responder a las necesidades del contexto, hecho imprescindible para que el desarrollo de determinadas competencias durante el periodo de formación sea posible, y su reflejo en los planes de estudio resulte creíble.

Notas al pie:


1. ENQA son las siglas de European Association for Quality Assurance in Higher Education

2. Bautista – Cerro Ruiz, M.J.(2006): La importancia de desarrollo de las competencias en la asignatura del prácticum en De Lara, E. y Quintanal, J.(coords.): El Prácticum en las titulaciones de educación: reflexiones y experiencias. Dykinson
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