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La necesidad de adaptación en la etapa educativa de las competencias demandadas en el ámbito laboral

Artículo de opinión


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Carmen Mur. Presidenta Ejecutiva de Manpower
El mercado laboral cambia, cada día, con mayor rapidez. Las necesidades y demandas de las empresas han ido evolucionando constantemente y el ámbito educativo no puede descolgarse de esta carrera si queremos tener profesionales competitivos. Con más de sesenta años de experiencia en el mundo de los recursos humanos a nivel internacional y más de veinte en nuestro país, en Manpower nos preocupamos por saber lo que sucede en el mundo laboral ya que nos permite buscar a nuestros candidatos la opción laboral que mejor se adapta a ellos. Sin duda alguna, el empleo es, durante la mayor parte del ciclo vital, uno de los aspectos más importantes.

Actualmente, el principal problema para la recolocación de las personas desempleadas reside en la empleabilidad de los trabajadores. Este concepto hace referencia a las posibilidades de una persona de encontrar un trabajo. El perfil profesional debe ir acorde con las demandas del mercado laboral, así como su adaptación a los cambios y el reciclaje. Este término, pues, combina dos aspectos: la aptitud y la actitud, o lo que vendrían a ser los conocimientos y las habilidades, o también las competencias técnicas y las transversales.

Si bien los responsables de la formación de los futuros trabajadores se preocupan cada vez más por desarrollar competencias en los alumnos, a nivel escolar se centran todavía más en la evaluación de las competencias técnicas como pueden ser la comprensión lectora, la expresión escrita y las matemáticas, otorgando menos recursos al bloque de competencias transversales, muy valoradas actualmente en el ámbito profesional.

Las competencias transversales son básicas en todo el ciclo laboral y de utilidad sea cual sea el puesto a ocupar (de aquí su nombre). Podrían resumirse como todas aquellas que nos hacen actuar de una manera específica a partir de la suma de nuestra personalidad, valores, aptitudes y conocimientos. Se dividen en tres bloques: las instrumentales, aquellas relacionadas con la capacidad de organización, la comunicación o la resolución de conflictos; las interpersonales, relacionadas con el trabajo en equipo, el razonamiento, el compromiso o la negociación; y las sistémicas, como el liderazgo, la gestión o la adaptación al cambio. Estas competencias, y su desarrollo ya desde la etapa escolar, toman vital importancia en tanto en cuanto son transversales y aplicables en la vida personal, social y profesional y su adquisición permite ser competitivo en un mercado laboral en que la movilidad funcional y geográfica, serán cada vez un imperativo mayor.

De todas formas, esto no significa que las competencias técnicas no sean necesarias para el desarrollo profesional. Evidentemente son dos ramas complementarias, y todo perfil profesional pierde valor si no se desarrollan ambas. Pero también es cierto que las competencias técnicas, que dependiendo del puesto a optar serán unas u otras, pueden irse ampliando a lo largo de toda la vida laboral. Y son las competencias transversales, más de tipo personal y que acabarán formando parte del bagaje de cada uno, aquellas que cuestan más de transmitir, asimilar y de modificar en el futuro, las que deberían empezar a trabajar y a evaluarse ya desde la edad escolar, porque cuanto más desarrolladas estén, se conseguirá mejorar la empleabilidad de la personas y más fácil será su adaptabilidad al perfil profesional o se incrementará la posibilidad de conseguir un trabajo.


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