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Formación continua, ¿por y para qué?

Artículo de opinión

La formación de los docentes necesita ser constantemente reciclada, y no solo en lo que se refiere a conocimientos del área de docencia, sino también en materia de transmisión de los contenidos, metodología didáctica, empleo de las nuevas tecnologías (TIC), etc.


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Emilio Silva Otero. Profesor de Formación y Orientación Labora en el IES Ferrolterra de Ferrol (A Coruña)
En nuestra profesión de docentes la carrera que nos toca correr es de fondo, no somos trabajadores que estemos perfectamente preparados para todo desde el minuto uno en que iniciamos nuestra labor. Se podría pensar que en casi ninguna otra profesión ocurre esto y, con casi total seguridad se estaría en lo correcto. En cualquier labor que se desempeñe, por simple o compleja que parezca desde fuera, la formación a lo largo de la vida es de gran importancia. Sobre todo en estos tiempos de cambios vertiginosos como no ha sufrido nunca la humanidad, en los que la tecnología se queda obsoleta con tanta facilidad, en los que se están llevando a cabo constantes estudios en muchos y variados ámbitos -como las relaciones comerciales, trato con el público, relaciones humanas, etc.- no hay profesional que se precie que no deba reciclar su formación, con una mayor o menor periodicidad.

Nosotros, los docentes, tampoco estamos al margen. Nuestra formación necesita ser constantemente reciclada, y no solo en lo que se refiere a conocimientos de nuestro campo o área de docencia, cuando esto sea requerido -en mayor o menor medida en función de la especialidad que se imparta, algunas especialmente cambiantes y con muy corto recorrido de cada variación- sino también en materia de transmisión de los contenidos, metodología didáctica, empleo de las nuevas tecnologías (TIC), etc. Y no queda ahí la cosa, debemos también estar al día en como se mueve el mundo del alumnado al que debemos formar y que tenemos frente a nosotros, sus motivaciones, el lenguaje en el que se expresan, dominan o entienden, sus formas de expresión, sus inquietudes, etc.

Como se puede ver esta formación contínua parece, cuando menos, compleja. Es probable que la sociedad en general no detecte estas necesidades, para la mayoría de la población los cambios que se producen en la vida de los demás pasan desapercibidos para ellos. Un profesor es, en lo básico, un profesor, ahora y hace treinta años, pero su labor ha variado mucho, al igual que para un vendedor, un sanitario o un agricultor pero, a mayores, a nosotros también nos ha variado mucho el destinatario de nuestro trabajo, el alumnado tipo al que nos dirigimos.

¿Por qué es necesario que nos formemos?


Bien, si nos quedamos en lo que mucha gente piensa de los funcionarios en general y los docentes en particular, por nada, ¡total para lo que hacemos!. Pero si nos fijamos en nuestra realidad cotidiana desde un punto de vista más o menos objetivo veremos que es necesario formarnos por diversas y variadas razones:

1º) Para no estar desfasados en nuestras respectivas materias. La mayoría de estas se encuentran en constante evolución -en mi caso particular, Formación y Orientación Laboral, en continuo cambio con cada reforma y los variaciones en materia laboral o social- y así poder transmitir a nuestro alumnado un currículum actualizado y válido, tanto en conocimientos teóricos como en procedimientos de trabajo, normativas, etc. Si la persona que ejerce la docencia no lo hace de manera correcta el alumnado no recibirá una formación de calidad, de lo que podrían surgir situaciones adversas para sus intereses.

2º) Para poder conocer nuevas metodologías, herramientas de trabajo, etc. En la actualidad las TIC han supuesto una revolución en todos o casi todos los trabajos, en el nuestro también. Hoy contamos con pizarras digitales, equipos informáticos en las aulas -no siempre en todas las que se necesitarían ni en el número o modelos adecuados, pero los hay- equipos de proyección, internet, colaboraciones en red, blogs, webquest, moodle, ..... pero muchos de nosotros no somos de la Web 2.0, algunos ni de la original www.1.0, así que aquí necesitamos bastante formación. Si tenemos en cuenta que nos dirigimos a una generación de alumnos digitales -muchos de nosotros somos totalmente analógicos, por la época en la que nos formamos y en la que nacimos- que, casi desde su nacimiento se desenvuelven bastante bien en esas tecnologías, debemos de aplicarnos para intentar hablar en un mismo idioma, facilitándoles el acceso a los conocimientos en un formato que sea interesante para ellos y que, además, logre captar su atención sobre las materias que se van a impartir. Si no conseguimos una formación adecuada de las personas que se van a encargar de llevar a cabo la labor de poco van a servir las dotaciones de material en las aulas, las mejoras tecnológicas etc, si falla el capital humano, por mucha inversión que se ponga en marcha, libros blancos o leyes que se traten de implantar, todo lo demás poco importa.

3º) Para poder ofrecer, a la sociedad en general y a cada sector productivo en particular, unos profesionales lo mejor preparados posible, con buena formación técnica y con las habilidades sociales necesarias para poder ser productivos en sus respectivos puestos de trabajo. No cabe duda que aquella máxima de que los profesionales se hacen definitivamente en las empresas se seguirá cumpliendo, por muchas y variadas razones que serían complejas de enumerar y desarrollar aquí -tecnologías en los centros vs en la empresa, motivaciones en los centros vs en la empresa, etc- pero cuanto mejor formados partan a la hora de incorporarse a la misma menos traumática será su incorporación y menor su proceso de adaptación a la realidad de su trabajo. Cualquier persona que haya salido de un centro educativo sea cual sea el nivel del mismo, desde la formación profesional más básica en la rama productiva más simple hasta una licenciatura de las más complicadas, sabe que su labor profesional cuando llegue el momento va a distar bastante de su formación académica, por un cierto desfase del mundo formativo y del profesional, por el ritmo de trabajo al que se va a ver sometida, etc. Dando esto por cierto, cuanto mayor sea la formación y mejor haya sido transmitida menor será el desfase entre una y otra realidad, y mayores opciones de empleabilidad con las que cuente ese individuo al salir del centro formativo en el que invirtió su tiempo y esfuerzo con unas expectativas en el horizonte. En este proceso debe haber personas con una formación válida y actual para poder transmitir lo que el sistema productivo demanda, capacitadas para formar a personas -verdaderamente profesionales- que sean válidas para esa labor, por eso es imprescindible que la correa de transmisión -docentes- esté correctamente ajustada y en forma, especialmente en los momentos más delicados, con una crisis galopante que hace de los reciclajes profesionales una vía imprescindible para que muchas personas puedan tener opciones realistas de reinsertarse en un mercado de trabajo cada vez mas complejo.

4º) Porque nos obligan a aportar una serie de horas de formación para poder percibir un complemento salarial -sexenios-, o para conseguir puntos y poder concursar en nuestro sistema de destinos, o para poder juntar méritos que valorar para aprobar un concurso-oposición -en el caso de que no seamos funcionarios de carrera- lo que hace que muchos cursos sean una parte más de nuestro trabajo para poder llegar a algunas de esas metas. Esta formación también es necesaria, aunque en muchas ocasiones no persigue los objetivos expuestos en los puntos anteriores, en cuyo caso puede no concordar el interés particular del docente con los intereses del sistema o del alumnado. Esta situación se puede dar en bastantes casos, aunque supongo que como en muchos otros sectores, por lo que es otra realidad a mayores que hay que aceptar y entender como válida y justa desde el punto de vista de cada docente y de la sociedad en general.

Podríamos seguir exponiendo más razones, seguramente habrá muchísimas más, y cada docente puede añadir las suyas particulares, con intereses variados en un colectivo muy grande y variopinto, pero, desde la persona que imparte clases de historia antigua -podríamos pensar que con pocas variaciones que se presentan en su temario a lo largo del tiempo presente- hasta la que trata de hacer llegar a su alumnado las últimas novedades en lenguaje informático, en materiales de última generación, en aeronáutica o en microbiología, cualquiera de las especialidades que nos imaginemos, más o menos cambiantes, con un ritmo trepidante o a paso de tortuga en sus cambios, necesita una constante actualización para llevar a cabo su trabajo. Si nosotros fallamos en nuestra labor la sociedad se va a resentir con los resultados, somos responsables -junto a las familias, los medios de comunicación, el imprescindible tejido productivo, la administración en general y, como no, el propio alumnado- de la sociedad que nos va a tocar vivir mañana, ¡tratemos de hacerlo mejor hoy!


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