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Saber idiomas, un valor seguro en el mundo laboral

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Jordi Induráin Pons. Director del Departamento Editorial de Larousse Editorial, S.L. (Barcelona)
Un mercado ágil para un mundo en movimiento

Desde las décadas finales del siglo XX y en los años ya transcurridos del actual siglo XXI el mundo laboral ha evolucionado constantemente. Esta transformación es consecuencia de las características que definen el actual modelo social y económico: avance tecnológico de los sistemas de información y comunicación e internacionalización del proceso de producción, dos aspectos clave que conllevan la globalización de los mercados de trabajo y la creciente movilidad laboral.

Imaginemos brevemente una tópica línea cronológica en la creación y producción de un nuevo modelo de calzado deportivo: solicitado por una empresa con sede en París, tal vez haya estado diseñado en una ciudad del noroeste de España, la compañía, para su comercialización internacional, bien pudiera tener un centro logístico en Países Bajos que recibe desde la factoría del norte de Italia el producto acabado y listo para su distribución. En este imaginario producto, por añadirle entidades lingüísticas que colaboran en la producción, las colas y los tintes podrían proceder de alguna empresa alemana del sector químico, y la piel, de empresas de curtido con sede en Marrakech. En este recorrido ya hemos puesto en contacto personas con diversos idiomas maternos: francés, español, italiano, holandés, alemán, árabe, y con un idioma vehicular común, que indudablemente sería el inglés. Pero además, la empresa decide realizar una importante campaña de publicidad, para lo cual qué mejor lugar para filmar el anuncio de televisión que una selva tropical de Indonesia…

La diferencia: el conocimiento de un segundo idioma

En el ejemplo que se expone queda patente la importancia del estudio y conocimiento de un segundo idioma para garantizar la mejora en la competitividad de las empresas, la necesidad de la coordinación de los procesos industriales y la participación y posicionamiento de todo tipo de compañías en los mercados internacionales. Pero todo esto no es posible sin un último y fundamental aspecto que permite y facilita la comunicación: las personas que, además del conocimiento de su especialidad profesional, son capaces de comunicarse, compartir, exponer, proponer y negociar en una segunda o tercera lengua para que todo el engranaje empresarial y productivo resulte efectivo, concreto y real.

En las candidaturas a nuevos empleos y en la presentación de los currículum vitae de los aspirantes, el conocimiento de una segunda lengua acostumbra a ser uno de los puntos determinantes de la decisión. Cada día son más solicitados, junto con la presentación de los CV, los certificados de competencias lingüísticas, documentos oficiales que acreditan el nivel de idiomas que posee una persona. Además, y desde hace ya algunos años, se realizan cursos específicos para diversas competencias profesionales: inglés sanitario, inglés de negocios, otras lenguas para el ámbito educativo y un amplio conjunto de programas lingüísticos de nivel intermedio y avanzado que acaban convirtiéndose en lo que los responsables de los departamentos de selección de personal denominan un diferencial, determinante en el espectro laboral de los futuros seleccionados.

El segundo idioma en el mundo universitario

Previo al ámbito laboral, cabe citar también la necesidad del conocimiento de un segundo idioma en el ámbito académico universitario. Para realizar un año lectivo en el extranjero, en Bolonia, en Lyon, en Munich o en Dublín, por citar algunos destinos habituales de estudiantes españoles, es del todo necesario un nivel alto en italiano, francés, alemán o inglés. Del mismo modo, es necesario para profundizar en el estudio de cualquier materia, y ya no solo en las que tradicionalmente se utilizaba el inglés, tales como ingeniería, telecomunicaciones, medicina, arquitectura, economía, dirección y administración de empresas, turismo y restauración, etc., sino en las de ámbito humanístico y cultural, como pueden ser filología, historia del arte, ciencias de la comunicación, sociología, filosofía, historia, promoción de eventos culturales, museística, biblioteconomía, arqueología, etc.

El abanico de las denominadas nuevas profesiones es muy amplio, y naturalmente en éstas queda también muy patente la necesidad de conocimiento de una segunda lengua. Por su propia definición, esas profesiones relacionadas con el medio ambiente, la salud y los servicios sociales, la formación de formadores, el ocio y el tiempo libre, los espectáculos y la publicidad, o la agricultura biológica y la zootecnia, requieren del dominio de un idioma común que haga partícipes a todos los miembros de un mismo proyecto. Concretémoslo con otro ejemplo: qué mejor atención a la inmigración llegada del norte de África que una persona con conocimientos del árabe y del francés, que pueda comunicarse y entender las necesidades de un grupo de personas que llegan a un territorio o a un país del que desconocen su lengua, sus costumbres, sus instituciones, etc. En estos casos, el conocimiento de una segunda lengua vuelve a convertirse en el elemento diferencial que antes se mencionaba.

Mercados emergentes es sinónimo de lenguas emergentes

China, India, Corea del Sur, Malasia, Indonesia, países del norte de África, Brasil, Turquía… son países que llevan años desarrollando una actividad económica de primer nivel. En algunos casos, ya no son únicamente territorios en los que se establecen grandes centros de producción. Hoy en día son países con una creciente importancia en el sector financiero, bursátil y de servicios; son también importantes centros de distribución y de diseño (tomemos conciencia de que ya no solo se diseña en Europa o en Estados Unidos); y además, aunado a su gran crecimiento demográfico, llevan años siendo importantes mercados de bienes de consumo. ¿Qué decimos con esto? Que la empresa occidental (británica, francesa, española…) que quiere exportar sus productos o sus servicios está ya hoy en día ofreciéndolos en las lenguas originales de esos países. El aprendizaje de chino mandarín, árabe, coreano, portugués y otras lenguas, frecuentemente denominadas exóticas o simplemente poco estudiadas, es creciente. Hoy en día y cada vez más, saber chino, árabe o alguna otra de estas lenguas va a suponer una puerta abierta a infinidad de oportunidades: laborales, culturales, de entretenimiento y de acceso a la información.

Algo similar, aunque a menor escala, sucede también con algunas lenguas de los países del este europeo: hablar ruso, polaco, ucraniano y otras lenguas de origen eslavo es garantía de posibilidades laborales, en algunos casos, por ser lenguas que presentan un menor número de hablantes extranjeros.

Y no todo va a ser trabajar


Desde el ámbito cultural al que se dedica una empresa editorial, aunque obligada también a una cuenta de resultados, se considera fundamental mencionar la importancia sustancial y de goce cultural que para el propio individuo supone el conocimiento de un segundo idioma. Pasear por una ciudad extranjera, leer a sus clásicos, ver sus películas, escuchar a sus cantantes preferidos, hablar distendidamente con las personas que nos atienden en caferías, hoteles o comercios, es tan gratificante como complementario en la formación de la persona. Haber residido un tiempo en un país extranjero y aprender su lengua supone tener una mentalidad más abierta, más creativa, más preparada también para afrontar nuevos retos, supone una mayor disponibilidad de recursos para afrontar situaciones complejas por la sencilla razón que saber otro idioma es, la mayoría de las veces, el primer paso para entender el universo cultural de las personas con quienes nos relacionamos.

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