Puede parecer paradójico pero aunque las cifras del paro han aumentado en los últimos años, hay puestos de trabajo que no encuentran profesionales cualificados. Uno de los objetivos de la Unión Europea en materia de educación consiste en anticiparse a las necesidades laborales para poder ajustar la oferta educativa. Sin embargo, la realidad es bien distinta.
Muchos son los licenciados que al acabar sus estudios se encuentran un panorama ciertamente desolador, no sólo no encuentran el trabajo anhelado sino que su formación no es adecuada para ningún puesto semejante.
Buscar una oportunidad ampliando los estudios con formación de postgrado o pasar a la formación profesional para cursar un módulo son algunas de las opciones que tienen para buscar un hueco en el mercado laboral.
Y después de todo esto, la pregunta es ¿qué hemos hecho con los años de universidad? Aparte de todo lo que conlleva como experiencia vital no tiene mucho sentido formarse para una opción que no nos va a permitir desarrollarnos profesionalmente.
La realidad es compleja y cada titulación tiene sus peculiaridades, ¿pero qué tienen en común los médicos, enfermeros, farmacéuticos o ingenieros en energías renovables?
Pues que la sociedad evoluciona y ahora necesita de estos profesionales.
Aunque la demanda de estos estudios es cada vez mayor, las plazas son muy limitadas. No se trata de abrir la mano y facilitar el acceso a esos estudios mermando la calidad de la formación, se trata una vez más de que universidad y mercado laboral no sigan caminos distintos, sino que vayan de la mano buscando un interés común: cubrir las demandas de la sociedad.
En el caso del sector sanitario parece que el envejecimiento de la población unido al incremento de la natalidad de los últimos años es una de las razones por las que cada vez necesitamos más de estos profesionales, sin embargo... ¿Cómo es posible que en la última década aproximadamente 15000 profesionales de este sector hayan emigrado al extranjero? Debemos reflexionar sobre estos fenómenos y preguntarnos por qué en muchas ocasiones dejamos escapar nuestro talento profesional cuando, por lo que nos dicen las estadísticas, en breve los necesitaremos más que nunca.
Otra de las razones por las que puede existir esta descompensación es porque durante décadas se ha considerado mejor valoradas las carreras universitarias frente a otro tipo de titulaciones profesionales, esta idea de que la universidad proporcionaba un mejor estatus social nos ha llevado a saturar las aulas de estudiantes sin vocación con la idea errónea de conseguir un título universitario que les abriría las puertas del mercado laboral mientras que la sociedad demandaba buenos profesionales en otras materias técnicas.
Afortunadamente esta percepción social está cambiando y nuestros jóvenes priorizan la vocación por encima de otras razones secundarias. Sin duda, la forma de conseguir buenos profesionales que cubran las demandas del mercado laboral será ofrecer toda la información a nuestros estudiantes sobre las múltiples posibilidades de nuestro sistema educativo con el objetivo de que tomen una decisión acertada.
En este sentido, parece que las escuelas de formación orientadas a los estudios de postgrado se ajustan con más criterio a lo que demanda el mercado, a formar en las competencias necesarias para convertirnos en buenos profesionales. La formación no termina con los estudios reglados, la curiosidad, el afán de logro y la motivación por aprender deberán acompañarnos toda la vida.
