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La movilidad laboral, una necesidad

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Francisco J. Lara. Vicerrector de Relaciones Internacionales y Deporte de la Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir"
Un estudio de PriceWaterHaouse de 2006 señalaba que la movilidad laboral de nuestras generaciones va a pasar de 2 o 3 veces a lo largo de la vida, a una media de 8 o 9 veces. En un estudio con directores de recursos humanos de más de 445 empresas de 14 países diferentes, señalaba que la resistencia de los trabajadores españoles a la movilidad laboral sigue siendo superior a la media europea. Sólo un 15% de los trabajadores españoles puede incluir en su experiencia profesional una movilidad laboral no sólo internacional, sino también nacional.

Por tanto, ante la pregunta sobre la movilidad laboral, hay que responder contundentemente que no sólo es una realidad, sino una necesidad. Ahora bien, ¿qué ventajas y qué inconvenientes puede tener la movilidad laboral? ¿Tiene relación la movilidad laboral, y en especial la internacional, con una mejora de la empleabilidad y del desarrollo profesional? ¿Es positiva la experiencia internacional de los estudiantes después de los programas de movilidad? Son preguntas que trataremos de responder brevemente a continuación.

La globalización. Decía el profesor Friedman en su libro "The World is Flat", que el mundo es plano, y eso se traduce en que cada vez los patrones culturales, sociales, políticos y económicos son cada vez más homogéneos. Tanto en los modos de vestir, como en los hábitos de consumo, e incluso en nuestras conductas y comportamientos, tendemos a imitar la moda dominante. Cada vez estamos más influidos por los medio de comunicación en nuestro día a día.

¿Qué relación hay entre globalización y movilidad laboral? Por ejemplo, en el ámbito de la educación, estamos actualmente inmersos en la globalización de la educación universitaria europea a través del llamado proceso de Bolonia. Esto supone romper las barreras burocráticas de los estados miembros para crear un espacio común de educación superior, donde uno de sus pilares fundamentales ha sido y debe ser la movilidad de estudiantes y profesores. Además, la globalización hace que estemos imitando modelos y sistemas educativos que año tras año se muestran más eficaces en la educación superior.

La globalización, por tanto, nos hace replantearnos desde el ámbito universitario que hay unos sistemas mejores que otros, y precisamente los mejores, están relacionados con porcentajes bastante superiores de movilidad laboral. Por ejemplo, en el año 2007, el porcentaje de estudiantes españoles que participan en programas de movilidad, según datos de la OCDE es de un 2%, frente al 7% de la media de países de la OCDE, y del 6% de la media de países de la UE. ¿Por qué es tan bajo el porcentaje de movilidad de estudiantes españoles? Sinceramente, porque en España se vive muy bien. Así de simple y así de sencillo, pero siendo un poco más profundos, creo que detrás de estos argumentos también hay otros más serios. La aversión al riesgo frente a la seguridad. Eso se manifiesta por ejemplo, en el porcentaje de alumnos que tienden a buscar antes el empleo público al empleo privado o, incluso, la iniciativa empresarial.

Es una cuestión de atracción y retención de talento. ¿Cuantos de nosotros sabemos que gran parte de los diseñadores gráficos de compañías como Pixar son españoles? Sin embargo, estos profesionales no se formaron en nuestro país sino en EEUU ya que no existían estudios de estas características en nuestro país, ni los medios y recursos suficientes para hacer atractiva esta industria especialmente desde el punto de vista laboral. Pero es más, no sólo diseñadores gráficos, sino especialmente los programadores informáticos también son en muchos casos españoles emigrados a las Américas.

Finalmente, por mi experiencia en relaciones internacionales es sustancialmente relevante la diferencia, o mejor dicho, la creación de ventajas competitivas y comparativas, después de una experiencia internacional. Es lo que suelo decir a mis alumnos, una experiencia internacional suele ser una oportunidad única en la vida universitaria. O se toma o se deja. Si se toma, esta experiencia va a suponer un cambio personal y profesional que va a marcar sus vidas.

En lo personal, porque en el caso español, en la mayoría de los casos los alumnos hasta la universidad, y en su mayoría durante la universidad han estado viviendo en casa con sus padres. Lo cual es muy bueno, pero también tiene algún que otro inconveniente: la toma de decisiones. Con la experiencia internacional el alumno se enfrenta a una serie de situaciones que tiene que afrontar directamente sin intermediarios que le hacen madurar mucho en la esfera personal.

Por otro lado, en la mayoría de los casos supone una experiencia profesional excelente, tanto por el aprendizaje de nuevos conocimientos, como de costumbres y culturas diferentes, y en su mayoría muy diversas. En este sentido, las metodologías docentes de otros países suelen variar mucho respecto a las nuestras, así como en general a las de los países del sur de Europa, por eso sorprende el alto grado de participación al que se ven sometidos los estudiantes que les impulsa a desarrollar una serie de capacidades distintas.

Tampoco podemos olvidar el punto de vista de la empleabilidad, la experiencia internacional, está directamente relacionada con la movilidad laboral, y en consecuencia con el incremento de mejorar las condiciones de la empleabilidad. Esto es especialmente crucial para nuestros jóvenes, donde residen los mayores porcentajes de desempleo en nuestro país, por lo tanto, tenemos que promocionar estrategias de internacionalización "at home" o bien nuestros estudiantes con talento decidirán directamente internacionalizarse "outside" porque el mismo mercado laboral interno les animará a ello. Es una cuestión de todos y de cada uno, pero sin duda es una tarea apasionante.
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