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El ejercicio de la docencia: ¿Una profesión de riesgo?

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Mª Gádor Sánchez Mendías. Maestra de Educación Primaria (Andalucía)
El estrés del profesor, según Kyriacou y Sutcliffe (1978), se define como aquella experiencia de emociones negativas y desagradables, tales como enfado, frustración, ansiedad, depresión y nerviosismo, que resultan de algún aspecto de su trabajo y que van acompañadas de cambios fisiológicos y bioquímicos (Muchinsky, 2000).

El estrés laboral de los docentes en las aulas es un fenómeno que, sin lugar a dudas, ha alcanzado en los últimos años un crecimiento desorbitado. Diferentes estudios realizados, entre los que se encuentra la encuesta efectuada por FETE-UGT, revelan que el 37,4% de los docentes padece niveles de estrés altos, lo que conlleva un aumento de bajas por depresión y estrés dentro de este colectivo laboral.

Los factores que repercuten en la salud laboral de los docentes son fundamentalmente aquellos derivados de las relaciones que establecen entre sí los propios alumnos, así como las establecidas entre éstos y sus profesores.

En los últimos años, el papel del docente en los centros educativos españoles se ha visto desacreditado y ha perdido protagonismo. En las décadas anteriores, el profesorado contaba con el respeto de los alumnos y el reconocimiento por parte de las familias, lo cual favorecía indudablemente el desarrollo de su profesión, aunque si bien es cierto, que en algunos casos pudiese existir un exceso de autoritarismo. Por el contrario, en nuestros días, la figura del docente está sometida a la continua falta de respeto por parte del alumnado y al enfrentamiento constante con las familias. En consecuencia, la transformación sufrida en la concepción de este colectivo, ha sido abismal pues, el docente ha pasado de poseer la máxima autoridad y gozar de un gran reconocimiento social, al descrédito total y a la pérdida absoluta de autoridad.

Desde los propios centros, la comunidad educativa debe prevenir y afrontar el estrés docente, evitando que la salud física y mental de estos profesionales se vea mermada. En este sentido, será necesario propiciar la realización de acciones encaminadas a luchar contra estas situaciones, procurando una mejor convivencia entre todos y, de este modo, lograr reducir los niveles de estrés laboral en este colectivo. Por consiguiente, será preciso contar con el incondicional apoyo de las familias, y sin lugar a dudas, con un mayor respaldo por parte de las Administraciones Educativas, que amparen nuestra labor, ya que educar es un verdadero reto en la sociedad actual.

El proceso de aprendizaje del alumnado no puede llevarse a cabo de forma correcta si el docente se enfrenta permanentemente a multitud de situaciones desfavorables, que le conducen hacia la imposibilidad de llevar un ritmo normal de trabajo en su aula. En consecuencia, el profesor siente una enorme frustración que, indudablemente, le puede llevar a sufrir estrés, pues se ve sometido a una problemática que impide el desarrollo satisfactorio de su labor. Además, debemos añadir el riesgo real al que están expuestos profesores y alumnos, si tenemos presente los elevados índices de violencia física y verbal existentes entre los niños y adolescentes, quienes no dudan en ejercerla con sus iguales y, en algunos casos, incluso con sus profesores.

El centro educativo a través de la creación de una "Escuela de Padres", deberá implicar a éstos en la educación de sus hijos. A lo largo de varias sesiones, serán distintos profesionales los que les orienten en la búsqueda de soluciones ante los conflictos, la indisciplina, etc. De igual forma, se les concienciará de la necesidad de coordinar la labor educativa realizada en el contexto familiar con la del profesorado, ya que la finalidad última es la educación integral de la persona.

Conseguir que los docentes puedan ejercer su profesión de forma satisfactoria, tendrá como condición que el profesorado goce de unas condiciones laborales aceptables, que por desgracia, no se encuentran presentes en todos y cada uno de los diferentes contextos educativos a los que este colectivo debe de enfrentarse a lo largo de su vida profesional. Es labor de las Administraciones Educativas, así como de todos y cada uno de los centros educativos, contribuir a tal fin, no única y exclusivamente para mejorar la salud laboral del profesorado, encargado de formar a las futuras generaciones, sino como factor clave para garantizar la calidad de la enseñanza.

Referencias bibliográficas:


KYRIACOU, CHRIS. (2003). Antiestrés para profesores. Barcelona: Octaedro.

ESTEVE, J.M. (1984). Profesores en Conflicto. Madrid. Narcea.

- (1987).El Malestar Docente. Barcelona: Laia.

TRAVERS, C Y COOPER, C. (1997). El estrés de los profesores. Barcelona: Paidós.




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