La situación económica actual de crisis y miedo a perder el bienestar que hemos adquirido, necesita más que nunca de nuevas profesiones que sean capaces de crear cambio social y una manera diferente de ver el mundo.
El reciente documento de "Propuestas para un pacto social y político por la educación" apunta ya:
"Para responder a los nuevos retos de la sociedad del siglo XXI, a los nuevos retos de la sociedad del conocimiento, es imprescindible modernizar nuestro sistema educativo, que nos fijemos unos objetivos específicos para esta década que respondan a las necesidades que tienen tanto los jóvenes en edad escolar como la población adulta para disponer de los instrumentos necesarios para su desarrollo personal y profesional."
El orientador es una figura que existe en nuestra comunidad autónoma desde no hace mucho tiempo, las primeras oposiciones fueron en 1996, anteriormente existían los Equipos Psicopedagógicos cuyos profesionales (psicólogos, pedagogos y logopedas) tuvieron la dura y encomiable tareas de diagnosticar al alumnado con necesidades educativas especiales que recibiría posteriormente apoyo individualizado por parte de los especialistas de pedagogía terapéutica que existían en los centros. Eran los primeros y duros pasos de la integración en el apoyo al alumnado con diversos tipos de minusvalías y también al alumnado de altas capacidades.
Ahora nos encontramos en una nueva década que demandan nuevos retos y entre ellos esta nada más y nada menos que el desarrollo personal y profesional tanto de los jóvenes como de la población adulta.
Los orientadores estamos presentes en Galicia en todos los niveles educativos: Centros de Primaria, de Secundaria y también en los Centros Integrados de Formación Profesional. Somos pocos, uno por centro (en raras excepciones hay 2).
Los retos con los que nos encontramos los clasificaré en función de los colectivos a los que se dirige:
A nivel de alumnado: se encuentra con que este cambio económico también les está afectando, si el profesorado llevaba tiempo quejándose de la falta de motivación del alumnado por aprender, ahora el problema es más grave. Estamos cansados de escuchar en los medios de comunicación que 1 de cada 3 estudiantes no terminan la secundaria. Pero lo peor es que este alumnado se siente "fracasado" y muchos de ellos difícilmente retoman el camino de la formación profesional, pues también observamos que entre el alumnado que se matricula en el PCPI ( Programa de Cualificación Profesional Inicial) existe un alto grado de abandono por absentismo escolar. El grado de desmotivación aumenta y finalmente nos encontramos con un alarmante número de "ninis"( como he oído que los denominan los medios de comunicación) jóvenes que ni estudian ni trabajan. Si a esto le añadimos lo que dice el ya mencionado documento de Propuestas para el Pacto social y político:
"Diversos estudios internacionales indican que en las sociedades desarrolladas, en el horizonte de los años 2020-2025, sólo el 15% de los empleos serán para personas sin ninguna cualificación. Es decir, si nos referimos a los niveles de nuestro sistema educativo será necesario que el 85% tengan una formación equivalente a formación profesional de grado medio o bachillerato".
Y no hace falta ser muy listo para augurar un difícil futuro para un número importante de jóvenes. Así pues, a este nivel y con ésta población, considero que tiene un importante papel el orientador escolar en los centros tanto de primaria como secundaria y formación profesional. Para realizar su labor con éxito debe contar con una buena preparación en asesoramiento y acompañamiento, contar con herramientas de trabajo como la PNL (Programación Neuro-Lingüística) o el "coaching", conocer y manejar las TIC así como todos los programas educativos que vayan saliendo al mercado y un largo etc. Sin embargo nada de esto servirá si no cuenta con el apoyo, colaboración de un profesorado también formada en lo que anteriormente he mencionado. Pues un/a orientador/a no es un "superman "o "superwoman", es una pieza más del entramado educativo que coordina, colabora, dinamiza pero no tiene superpoderes.
En lo que respecta a la población adulta (aquí podemos hacer referencia al alumnado que acude a formación profesional desde los 16 a veintitantos e incluso más como se observa en la oferta modular), el reto del orientador se centra en la formación para la vida activa. Y por lo tanto, que cada sujeto que demande sus servicios consiga sus distintos objetivos que pueden ser: realizar su itinerario formativo, cambiar el itinerario formativo actual, buscar empresas en el extranjero para hacer la FCT (Formación en Centros de Trabajo) y/o buscar financiación económica para las mismas (becas) etc.
A nivel de profesorado: señalo una vez más, y como muy importante, esa colaboración y coordinación, pero incluso diría formación conjunta. Existen muchos conocimientos que se les hace propiedad privada de los psicólogos o pedagogos o psicopedagogos que no tiene ninguna base real. El docente debe ser un experto en comunicación y conocer mejor que nadie al ser humano que tiene delante y por lo tanto ahora más que nuca necesita una formación en lo que se denomina PNL (Programación Neuro-Lingüística) que no es más que ponerse al día para saber adaptarse a los cambios de nuestros tiempos. Este aprendizaje podría hacerse junto con los orientadores de los centros.
Por otra parte los orientadores ya tienen el reto de asumir las demandas del profesorado en lo referente a orientación específica de casos concretos, así como en la implementación de los diversos programas (Prevención de conductas adictivas, Habilidades Sociales, Educación afectiva-sexual…etc.) en las tutorías.
También tienen el reto de dinamizar trabajos en equipos, ya sea proponiendo temas para trabajar en: Grupos de trabajo, Seminarios, Proyectos de formación en centros etc. Y otros a nivel internacional: Proyectos Comenius, Leonardo, Becas Erasmus etc.
A nivel de familias: funcionan como un puente entre el profesorado, los alumnos y el centro en su conjunto. Tienen el reto de presentarse todos los días ante las familias que les demandan una atención especial para su hijo o que vienen derivadas por los profesores para una intervención más específica.
En la actualidad estamos observando una mayor indefensión de las familias con respecto a sus hijos desde edades muy tempranas. Los padres a menudo acuden diciendo que no saben que hacer con sus hijos, que no quiere estudiar y quieren trabajar. Pero el problema es que no hay dónde y por otra parte tampoco están preparados ni tiene la motivación suficiente para prepararse concienzudamente.
Ante este panorama el orientador escolar y profesional, tanto de los centros de secundaria como los de formación profesional, tienen una labor muy complicada. El orientador debe conocer todas las posibles vías de formación del alumno, pero además construirá junto con el alumno y familia un itinerario personal e individualizado.
A nivel de centro: tiene el reto de colaborar en la creación de un buen clima de trabajo, fomentando el trabajo cooperativo, y la coordinación con el no menos importante: "Equipo directivo". Que el orientador y el equipo directivo funcionen coordinadamente en un ambiente de colaboración mutua, es en mi opinión, una de las claves del éxito del funcionamiento de cualquier centro educativo.
¿Han cambiado las necesidades de orientación académica y profesional, los colectivos a los que va dirigida y las acciones a realizar?
Como he mencionado anteriormente, la orientación escolar y académica que se hace ahora no se parece en casi nada a la que realizábamos en los EPSA (Equipos Psicopedagógicos de Apoyo) en el año 1990 en aquellos tiempos estábamos bajo la influencia del Informe WARNOCK 1978 de integración escolar, y el diagnóstico de las necesidades educativas especiales ocupaba un lugar preferente, y por tanto la atención se centraba preferentemente en el alumnado de necesidades educativas especiales.
Con la creación de la figura de los orientadores escolares y profesionales en 1996 los centros pasaron a tener el privilegio de contar con un especialista dentro del centro y para el centro, cuando anteriormente trabajaba para una zona de aproximadamente 25 centros.
Los colectivos eran preferentemente alumnado de infantil y primaria, aunque también se podía hacer alguna intervención puntual en secundaria. La formación profesional tenía sus propios orientadores que eran profesores del centro con una dedicación de horario parcial a la orientación, pero que no superaba en la mayor parte de las veces alas 9 horas semanales.
Estos profesionales de la orientación de los centros de secundaria se tuvieron que enfrentar a unos centros que no tenían nada clara su presencia en los mismos, al no tener que dar clase se les veía como unos extraños sujetos "privilegiados" (para algunos). Poco a poco estos profesionales han tenido que hacerse su espacio y ganarse la consideración de sus colegas (tarea no siempre fácil) sin embargo, en la actualidad considero que este espacio ya se lo han ganado por mérito propio.
Son muchas y muy importantes las tareas que están realizando los orientadores en los centros educativos, muchas de ellas ya las he mencionado en el punto anterior, pero no quiero terminar este artículo sin mencionar las acciones que considero prioritarias para una orientación de calidad tanto a nivel de primaria como secundaria y formación profesional. (Para ello voy a tomar como inspiración el documento que ya he mencionado y que resume muy acertadamente la escuela que queremos y deseamos para el siglo 21).
Acciones prioritarias para una orientación de calidad:
- Atender al desarrollo personal y profesional de todos los estudiantes.
- Impulsar la formación y el aprendizaje a lo largo de la vida
- Ayudar a os jóvenes con especiales dificultades a crear su itinerario profesional de una manera individualizada y que de este modo sean capaces de mejorar su nivel de cualificación y así poder tener mayores posibilidades de empleabilidad.
- Fomentar la educación inclusiva, y distribuir y coordinar los recursos del centro para garantizar una plena integración de los estudiantes con distintas necesidades de apoyo educativo.
- Individualizar la orientación en el tercer curso de la ESO para que la orientación sea la mas ajustada posible a sus competencias e intereses.
- Colaborar en la realización de planes especiales de actuación en las zonas con mayor índice de fracaso y abandono escolar.
- Elaborar planes que presenten una oferta atractiva para los jóvenes con riesgo de fracaso escolar y exclusión social, estas campañas incluirían a las familias y podrían hacerse en colaboración con los servicios sociales de la zona.