Si el "coaching” es el arte de facilitar el desarrollo potencial de las personas y de los equipos para alcanzar objetivos coherentes y cambios en profundidad, el "coaching educativo” es un proceso de acompañamiento que afecta a las y los alumnos, al equipo docente y a las madres y padres, si es el caso, de un centro de formación primaria o secundaria. Estamos en una fase crítica del sistema educativo en España que no genera confianza en la sociedad y de la que los medios de comunicación -quizás merecidamente- sólo destacan los puntos débiles. Los docentes no están, mayoritariamente, satisfechos del resultado de su acción pedagógica y se sienten impotentes ante los nuevos retos que les afectan, como el desinterés de una parte del alumnado, la complejidad de gestionar la diversidad, particularmente, la derivada de la creciente inmigración y la revolución de las TIC. El alumnado, desconcertado, percibe obsoletos algunos de los contenidos y muchas de las metodologías que recibe en el centro en el que pasa unas cuantas horas al día.
El "coaching educativo” tiene su lógica porque no busca en el exterior la solución del problema. Asume que la respuesta depende de uno mismo y que uno puede recibir ayuda, aunque evidentemente, el contexto social no ayuda.
Permite buscar de cada uno lo mejor que se tiene para superarse, a partir de una reflexión o autodiagnóstico que permite comprender las propias debilidades y puntos fuertes, asentar y reforzar las competencias diferenciales y marcar una hoja de ruta personal para alcanzar unos objetivos que pueden ser tan ambiciosos como uno lo desee.
Probablemente, el diseño de procesos de coaching planificados desde las instancias responsables de las instituciones educativas daría un buen resultado, al sumar la iniciativa individual a una dinámica general.
Enric Renau Editor
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