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Bernie Maguire. Gerente de International English Language Testing System (IELTS) de British Council en España
En la sociedad de nuestro tiempo, la educación y la formación son unas de las cuestiones mejor valoradas y más cuidadas en la carrera profesional de cualquier persona. Así, puede parecer extraño que España se sitúe a la cola de Europa en materia de idiomas, con un 46,6% de adultos que no saben un segundo idioma. Este porcentaje sitúa a España en la antepenúltima posición dentro de la Unión Europea, sólo por delante de Hungría y Portugal, en el dominio de una segunda lengua.

Los españoles siempre han percibido el aprendizaje de los idiomas, concretamente el del inglés, como una ‘asignatura pendiente'. El origen de este problema debe buscarse en las experiencias de los estudiantes que han convivido con una metodología un tanto anticuada, y que ha prevalecido en el sistema educativo español, tanto en colegios, institutos como universidades. La importancia de la capacidad de comunicarse con fluidez en un idioma, a menudo ha sido relegada a un segundo plano en comparación con otros aspectos de su aprendizaje. El papel de los idiomas nunca ha recibido el prestigio ni la atención merecidos.

Quizá el problema número uno es la falta de práctica en la utilización de los conocimientos aprendidos para la comunicación real. Los métodos tradicionales de enseñanza de los idiomas en el sistema educativo español en general se han centrado fundamentalmente en el aprendizaje de gramática y vocabulario, de los que a veces se llega a tener un nivel bastante alto, pero existen grandes lagunas cuando se tratan las destrezas de Speaking y Writing. Estos dos aspectos tan vitales del idioma requieren de una práctica continuada y activa, que no se ha llevado a cabo en la mayoría de los casos.

La materia de Speaking (hablar), exige una cuidada atención a los diferentes sonidos y pronunciaciones, ya que por ejemplo en el caso del inglés, se usan muchos sonidos que no existen en español. Sin ninguna intención, se ha ido creando un sentido del ridículo a la hora de hablar cualquier idioma, relacionado en cierta manera con la falta de práctica conversacional y con la inadecuada pronunciación normalizada que existe en el panorama educativo. Por ello, una de las acciones que se deberían implementar en las clases de idiomas sería el aumento del discurso hablado y tratar de erradicar el miedo a equivocarse, a través del aumento de confianza a la hora de expresarse en otra lengua.

Al igual, la parte de Writing (escribir) acusa una falta de práctica y costumbre, debido a los problemas que surgen a la hora de ordenar todo el conocimiento y plasmarlo en una redacción específica sobre un tema concreto. Es preciso indagar en esta habilidad para estructurar el texto de la manera más adecuada y coherente, sin olvidar, por supuesto la ortografía y los pequeños errores, a menudo fruto de la falta de uso de un idioma.

La solución a estos problemas debe empezar por aprender a utilizar un idioma desde el principio, es decir, desde los primeros cursos en los que se empieza a familiarizar con una segunda lengua hay que hablarla y escribirla, en una palabra: usarla. Ofrecer una enseñanza más práctica y con un mayor énfasis en el uso de la lengua, por ejemplo en Writing, mediante cuentos, poesías, cartas, mensajes de texto, e-mails, situaciones reales y cualquier aspecto de la vida cotidiana en la que necesitemos defendernos en ese idioma.

En el aprendizaje de un idioma es básico entrenar el oído, aprender a captar esos sonidos que nos resultan tan diferentes. Una buena práctica de ello sería ver las películas en versión original, o pronunciar correctamente palabras que tienen una gran acogida en español (como es el caso de Spiderman o Microsoft). Las instituciones educativas deben hacer ver al estudiante que aprender otros idiomas es algo interesante y que puede abrir muchas puertas, tanto profesionales, educativas, culturales, sociales, etc.

En este sentido, tanto las escuelas de idiomas como los colegios bilingües tienen una gran responsabilidad, y de su trabajo dependerá que el futuro de los españoles sea alcanzar los primeros puestos del ranking europeo en tema de idiomas. Uno de los proyectos bilingües de éxito que se ha implantado en España es el existente entre el gobierno español y el británico, por el que miles de niños aprenden sus asignaturas en inglés como idioma principal, además del español. Además, se debería aprovechar el hecho de que España cuenta con varias autonomías en las que se hablan dos lenguas para animar a sus ciudadanos a aprender un tercer idioma.

Pero si la educación en España está ligada a la escasa importancia que se da a otros idiomas, prueba de ello se refleja en la reticencia de nuestros representantes políticos e importantes empresarios para comunicarse en inglés. En reuniones internacionales de esos niveles, el inglés se presenta como el idioma común, imprescindible a la hora de establecer relaciones sociales, negociar o cerrar acuerdos, sin olvidar el objetivo básico del uso de una lengua: la comunicación, establecer redes personales con gente de otros países.

Teniendo en cuenta la nueva reforma educativa de Bolonia y todas las implicaciones que conlleva en el mundo de los idiomas y la movilidad internacional, es de esperar que se lleven a cabo todas aquellas acciones y actividades que refuercen el nivel de idiomas en España. Una nueva generación de estudiantes y profesionales, que aboguen por estudiar una segunda lengua como forma de abrirse oportunidades y crecer a nivel internacional, está por llegar, ya que manejarse en el mundo en otro idioma no es tan difícil como se cree.

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