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Aprender un idioma: entre la motivación y la disciplina

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José I. Leygue. Ing. Electromecánico, Diplomado en Alta Gerencia y Liderazgo. Gerente General de Inemec. Cochabamba (Bolivia)
El aprendizaje hoy en día se basa en conocer y aplicar adecuadamente la inmensa cantidad de información disponible. En este sentido, la enseñanza de los idiomas debe hallar la forma de llevar a la mente del estudiante los conceptos teórico-prácticos adecuados y aplicables.

No hay métodos rápidos o formas "light” de aprender un idioma, como no hay atajos para el saber. Todo requiere un gran esfuerzo.

Hablemos claro. Aprender algo cuesta, pero es más fácil si al estudiante le gusta lo que aprende, y por supuesto, si al profesor le gusta lo que enseña.

Los criterios de evaluación hasta ahora aplicados al sistema de educación de idiomas responden en su gran mayoría a los exámenes escritos. Concretamente: si un alumno falla en sus pruebas escritas quiere decir que no sabe un idioma, pero ¿hasta qué punto esto es cierto?

Un alto porcentaje del interés por aprender una lengua extranjera está en que el estudiante sepa para qué y por qué lo está haciendo. Tomemos por ejemplo el idioma francés. Alguien no va a aprenderlo si en algún momento de su vida no se ve estando en Francia, Bélgica o Canadá por ejemplo. Si toda la literatura para su vida profesional está escrita solamente en inglés, ¿de qué le sirvió?

Todo parte, entonces, de 2 aspectos similares:

- Motivación personal del alumno
- Motivación inducida por el maestro

Es tarea del que enseña es ayudar al estudiante a encontrar en el aprendizaje de un nuevo idioma las herramientas para alcanzar sus objetivos. El alumno motivado que sabe bien lo que quiere del idioma encuentra un hábito de estudio por sí mismo, halla la disciplina y el interés para educarse de verdad. No basta con comprar 20 computadoras nuevas para el aula o con tener maestros graduados en idiomas en Harvard. Si el estudiante no sabe por qué lo hace, no sirve de nada.

Por otro lado, sabemos que el idioma tecnológico por naturaleza hoy en día es el inglés. Más del 80% de las páginas web lo confirman. Los negocios fluyen mejor en este idioma ¿No es razón suficiente para motivar a cualquier estudiante? ¿No sería bueno entonces dar prioridad a su estudio desde los centros de enseñanza básicos? Seguro que sí.

Ahora bien, las tendencias indican que para el 2020 la primera economía mundial será China. Si estoy consciente de aquello, miro al futuro, tengo optimismo y visión, pues quiero aprender a hablar mandarín y hacer negocios en ese país como empresario que soy.

Es cierto que todos somos diferentes y aprendemos a nuestro propio ritmo. Los maestros de la enseñanza de idiomas, como en cualquier otra área del conocimiento, deben saber adecuar herramientas específicas de aprendizaje individuales o grupales para sus alumnos.

Vivimos en un mundo globalizado, en la era de la información, no podemos simplemente basarnos en que el alumno resuelva un examen y aprobarlo ya que finalmente, cualquiera puede hacer eso. Debemos aprender a motivar, a pensar creativamente en la enseñanza, seamos partícipes en la vida del estudiante, enseñemos el camino hacia nuevas fronteras en la comunicación, para que al final del día, ese alumno realmente haya expandido su visión del mundo.
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