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Orientación y formación en competencias para reducir el desempleo juvenil

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Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
El elevado índice de desempleo juvenil es uno de los factores más preocupantes de la situación económica actual. Los jóvenes de entre 16 y 24 años son uno de los sectores más vulnerables.

Esta vulnerabilidad puede venir motivada por la suma de la baja cualificación y una situación de crisis económica: los jóvenes tienen más dificultades para acceder al mercado laboral y son de los primeros en quedarse sin empleo, por que son la franja de edad con más contratos temporales.

En el monográfico 196 de Educaweb.com sobre jóvenes y empleo hemos preguntado a los expertos qué medidas podrían acabar con esta situación y han destacado dos: fomentar la orientación académica y profesional y la formación de competencias.

El desempleo juvenil en España

Durante el primer trimestre de 2009, la cifra de jóvenes españoles en paro ha ascendido de los 501.000 del año pasado a los 789.000 actuales. Estos datos convierten a España en el país con más paro entre los jóvenes, seguido de Letonia, con un 28,2%, e Italia, con un 24,9%. Unos índices que contrastan con el 6% de desempleo juvenil que se registra en Holanda, el 8,9% de Dinamarca o el 9% de Austria.

De esta forma, la tasa de desempleo de la población menor de 25 años en España ya llega al 33,6%, según datos de Eurostat. España se encuentra en una situación crítica si comparamos este 33,6% con el 18,3% de jóvenes parados que registra la Unión Europea (UE) de media. Además, un informe de Adecco prevé que a finales de año el paro afectará al 42,1% de los jóvenes menores de 25 años, datos que coinciden con la previsión pesimista de la OCDE que augura un aumento generalizado del desempleo.

¿A qué se debe esta situación? la crisis económica probablemente incrementa los porcentajes de parados, especialmente en un país que ya contaba con elevadas cifras de desempleo juvenil en 2008 y que además registra un 30% de abandono educativo temprano (el doble de la media de la UE). Según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el 14% de los jóvenes entre 16 y 24 años ni estudia ni trabaja, datos que nos sitúan a la cola de los 19 países analizados por la OCDE, sólo por delante de Italia, Eslovaquia y Reino Unido.

El abandono temprano de los estudios es un hecho fundamental para entender la situación, puesto que está estrechamente ligado a la empleabilidad de los jóvenes. Los sectores de empleo emergentes en los últimos años (construcción, servicios…), propiciaron que muchos jóvenes no vieran necesario continuar los estudios o especializarse laboralmente al encontrar trabajo con facilidad. Ahora, la formación se ha convertido en un elemento clave para lograr un empleo.

Soluciones para frenar el desempleo juvenil

En primer lugar, los expertos señalan la importancia de cambiar el modelo productivo. Como hemos dicho anteriormente, existe una dicotomía entre la baja cualificación de los parados y las necesidades del mercado laboral, que han cambiado en poco tiempo. Los sectores que generaban el mayor número de ofertas laborales en los últimos años son los que se han visto más afectados por la recesión económica, aportando muchos desempleados sin formación específica.

Pero, según José Miguel González Santos, director de UNIVERSA, Servicio de orientación y empleo de la Universidad de Zaragoza para lograr el cambio de modelo productivo, es imprescindible contar con un capital humano cualificado capaz de afrontar el reto de cambiarlo. De esta forma, la formación se convierte en el motor que puede impulsar la transformación del modelo económico.

Siguiendo esta línea, el gobierno y las diferentes administraciones autonómicas se han puesto las pilas y están preparando medidas. Entre ellas, destacan las destinadas a impulsar la formación, como la reforma de la Formación Profesional y la convalidación de la experiencia profesional por asignaturas de Ciclos Formativos. Con esta iniciativa se pretende reenganchar a los jóvenes que han dejado los estudios ofreciéndoles formación para el empleo.

De todos modos, como señala José Miguel González, se debe tener en cuenta que la finalización de unos estudios no garantiza ni la búsqueda del trabajo ideal ni que se posean los conocimientos que van a ser necesarios para el desarrollo de la actividad profesional. Para encontrar un trabajo adecuado, es importante que los jóvenes tengan en cuenta dos aspectos fundamentales: la orientación y las competencias adquiridas.

1. La orientación

La orientación es muy importante a la hora de favorecer la empleabilidad de los jóvenes. No sólo porque la orientación, académica y laboral debe ser un proceso a lo largo de toda la vida que les ayude a reflexionar y autogestionar su proyecto profesional y vital, sino porque debe encargarse de desarrollar y coordinar las competencias necesarias para desempeñar un trabajo.

Según Elías Amor Bravo, director gerente de la Fundación Servicio Valenciano de Empleo (FSVE), la orientación debe integrar las estrategias educativas y profesionales, ya que ambas convergen en el aprendizaje a lo largo de toda la vida que establece la Unión Europea. Los orientadores educativos y profesionales deben trabajar coordinadamente para vincular las demandas del mercado laboral, las necesidades de las empresas y la formación en competencias.

2. Las competencias

Potenciar las competencias profesionales es uno de los aspectos más importantes que pueden contribuir a solucionar esta situación. Pero, ¿cuáles son las competencias fundamentales? ¿De qué forma podemos adquirirlas?

Para Elías Amor Bravo, la competencia fundamental es aprender a aprender, estar en constante relación con las nuevas técnicas, conocimientos, habilidades y procedimientos asociados a las nuevas tecnologías y a un entorno en continuo cambio. Esta competencia es la que favorecerá la adaptación al cambio de modelo productivo: si se tiene ambición para conocer más sobre la profesión, estudiar idiomas, innovación, etc. será más fácil lograr un currículum con valor añadido.

A partir de aquí, los expertos señalan una serie de competencias útiles para cualquier empleo, a las que se deben sumar las que son propias a la profesión a desempeñar: la organización y planificación del tiempo; el análisis, la crítica y la síntesis; la búsqueda y gestión de la información; la flexibilidad; la creatividad; la innovación; la motivación; las capacidades técnicas como la informática; la inteligencia social y emocional; y el pensamiento global.

Para adquirirlas los expertos proponen varias vías: la orientación académica y profesional, la formación continua, la movilidad formativa y laboral, la vinculación entre el mercado laboral y la formación, etc.

Así pues, a modo de conclusión podemos afirmar que la orientación profesional y la formación en competencias deben ser los impulsores que mejoren los datos de paro juvenil.

Laia Mestres i Salud. Redacción de Educaweb.com
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