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Competencias profesionales: Retos y expectativas
Artículo de opinión
En este sentido, la potenciación de las competencias profesionales emerge como una de las vías más sólidas y de futuro para ello. Entendemos como competencias profesionales "las que permiten al individuo solucionar los problemas inherentes al objeto de su profesión en un contexto laboral específico, en correspondencia con las funciones, tareas y cualidades profesionales que responden a las demandas del desarrollo social" (Parra Vigo, 2002).
Una vez enmarcado el concepto, destacamos que entre las competencias profesionales a trabajar están las siguientes: la organización y planificación del tiempo; el análisis, la crítica y la síntesis; la búsqueda y gestión de la información; la flexibilidad; la creatividad; la innovación; la motivación; las capacidades técnicas como la informática; la inteligencia social y emocional; y el pensamiento global.
Así, cabe destacar diez actuaciones concretas para potenciar la adquisición de las citadas competencias:
1) La orientación escolar: Sin lugar a dudas, es la asignatura pendiente en el grueso curricular de nuestro sistema educativo. El descubrimiento de la vocación profesional y el fomento de todas las potencialidades del alumnado son, en este sentido, un aspecto fundamental.
2) La exploración de herramientas nuevas para la orientación escolar: El reduccionismo y la sobreutilización de los test de inteligencia hacen necesario el uso de nuevas técnicas para analizar las potencialidades del alumnado.
3) Toma de decisiones profesionales: El concurso del entorno familiar se torna fundamental. El hecho de no considerar al alumno como un ser aislado, prestando especial atención a su familia, constituye otro elemento capital y evita un análisis sesgado del mismo.
4) Vinculación entre la vida académica y la empresa: La comunicación entre estas dos esferas, a menudo incomprensiblemente alejadas, debe ser un principio inexcusable.
5) La formación continuada: La vida profesional debe entenderse como algo dinámico. Sólo desde este punto de vista puede materializarse la necesaria formación a lo largo de la vida, posibilitando la adaptación a retos profesionales nuevos y la flexibilidad para amoldarse a un mercado laboral en continuo cambio.
6) Prestigio de la formación: Desde todos los ámbitos de la sociedad, es necesario un esfuerzo para que el hecho de formarse suponga un reconocimiento al esfuerzo para superarse. En este sentido, el empuje de todos los actores implicados en la educación supondrá un elemento extra de motivación.
7) El profesorado: Un elemento fundamental en el proceso educativo es el papel del colectivo docente. La exigencia para con este colectivo, pero también el apoyo de las administraciones a su tarea no puede demorarse.
8) Las nuevas tecnologías: El uso transversal de las tecnologías de la comunicación supone un horizonte nuevo, en el cual el ordenador y todas sus potencialidades tienen gran relevancia.
9) La movilidad formativa y laboral: En nuestro mundo globalizado, la posibilidad de tener experiencias formativas y laborales en otros países aumenta las oportunidades de éxito de los futuros profesionales.
10) El autoaprendizaje: En la situación actual se debe facilitar que sean los propios individuos los que sean capaces de gestionar su aprendizaje y su progreso.
La adquisición de competencias profesionales para favorecer la empleabilidad de los más jóvenes es fundamental. Entre todos debemos trabajar para hacer realidad este reto.
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