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Soluciones innovadoras para la formación continua, un impulso al desarrollo profesional y empresarial

Artículo de opinión


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Josep M. Martorell. Director of Programmes. School of Professional & Executive Development, Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) (Barcelona)
La realidad empresarial es versátil, demanda nuevas profesiones, nuevos perfiles, nuevas funciones en empresas e instituciones hasta el momento no exploradas. Y pide, además, profesionales preparados que sepan desempeñarlas con solvencia y flexibilidad. Si aún hoy el desajuste entre la demanda del mercado laboral y una oferta formativa adecuada sigue siendo demasiado notable, es nuestro deber apostar por una formación flexible, con mayor enfoque experimental y mejor orientada a la empresa. Sólo mejores profesionales forman mejores corporaciones, más competitivas y mejor lideradas. Conseguir que así sea es uno de nuestros retos.

Profesionales de recursos humanos y directivos de las empresas aciertan en coincidir que la formación resulta una excelente apuesta en tiempos de incertidumbre económica, pues consigue revalorizar el valor profesional mientras se gana en preparación ―y tiempo― para cuando la situación mejore y la oportunidad esperada llegue. Y es aquí cuando, asumiendo esta perspectiva, los profesionales que trabajamos en la formación, no sólo la reglada o estándar, sino especialmente la que se desarrolla a medida para la empresa, tomamos una gran responsabilidad. Debemos permanecer doblemente atentos: no sólo velando por la calidad curricular de los contenidos, las metodologías y los programas docentes, sino también anticipándonos a esta fase, estudiando tendencias y siendo capaces de ofrecer actividades formativas que cubran estos huecos de mercado estratégicos que, en su constante evolución y transformación, plantea la realidad empresarial.

En esta nueva andadura ya no bastan currículos excelentes, ni estudios de alto nivel que aseguren una ocupación casi de por vida. Esta concepción queda desfasada. Las empresas quieren profesionales con perfiles completos e integrales, que asuman la formación continua a lo largo de su trayectoria como un hecho indispensable y beneficioso para su carrera profesional; reciclando los conocimientos técnicos necesarios y las competencias genéricas y específicas, el profesional será más eficaz en el desempeño de un puesto de trabajo. Como hemos dicho, las demandas de estas ocupaciones cambian y evolucionan, y la preparación ―y la implicación del profesional para estar dispuesto a actualizarse― debe caminar en paralelo.

La integración en el espacio europeo de educación superior

La integración en el espacio europeo de educación superior (EEES) de los programas formativos con sello UPC (Universitat Politècnica de Catalunya) ha venido a dar precisamente en la diana de este objetivo, al preparar mejor al alumno para la inserción laboral. Éste pasa a convertirse en el epicentro del proceso de aprendizaje, y su formación camina acorde, y de forma más cercana y experimental, a las demandas del mercado laboral. No en vano algunas voces ya lo han denominado "trabajador del estudio”, pues hará uso de metodologías más activas y su aprendizaje será más práctico y autónomo. A partir del curso 2010-2011, la superación del proceso de evaluación y acreditación de la calidad de los programas formativos que se imparten desde la UPC conducirá a la efectiva integración en las coordenadas de este ambicioso proyecto común de conocimiento, del que ya forman parte 49 países, y que parece situar la formación en un estadio más cercano a la profesionalización.

Formarse con una finalidad: la profesionalización

En el nuevo marco de aprendizaje, las competencias de las que hablamos no sólo presumen de la adquisición de conocimientos, sino también de habilidades y actitudes que capacitan a la persona para responder eficazmente ante una situación determinada. Éstas integran el saber (conocimientos), el saber hacer (aptitudes de desarrollo profesional), el saber ser (actitudes personales) y el saber estar (referido a las relaciones interprofesionales que se establecen en un ámbito de trabajo). Esta acreditación de competencias, un aspecto esencial para la adecuación a un puesto de trabajo, bebe directamente de integrar y reforzar las competencias desarrolladas por una persona a lo largo de su vida laboral con las competencias adquiridas al cursar un programa de formación continua relacionado con este ámbito de trabajo. El valor del profesional, aunando conocimientos y experiencia, se recicla y actualiza, de manera que así consigue incrementar exponencialmente su valía en el mercado laboral.

Desde la UPC School of Professional & Executive Development, trabajamos para formar a profesionales en esta línea. A los conocimientos altamente especializados que ofrecemos con los programas formativos con orientación profesional en las áreas de especialización de la UPC ―arquitectura, ingenierías y TIC―, debemos sumarles un complemento que suelen demandar emergentes perfiles profesionales del entorno tecnológico: las competencias específicas enfocadas directamente a habilidades directivas y de gestión, los programas de enfoque executive, que se orientan a la capacitación del profesional en la dirección estratégica de la empresa o de alguna de sus áreas funcionales. Esto incluye la gestión y el liderazgo de equipos multidisciplinarios, la resolución de problemas complejos o la toma de decisiones, entre otros aspectos.

La visión de la empresa como receptora del talento profesional

En esta primera fase hemos analizado la preparación del profesional, pero es igualmente importante considerar la visión de la empresa, pues se trata del objetivo final de toda la preparación académica que el profesional emprende con su formación de carácter continuo o permanente.

A través de un conocimiento exhaustivo de primera mano sobre los perfiles profesionales que se precisan o sobre cuáles son las necesidades concretas que hay que mejorar en la evolución de las ocupaciones ya existentes se conseguirá concebir programas formativos más coherentes, más concretos y mejor adaptados a estas demandas. Mediante la formación y el desarrollo del talento interno de las organizaciones ayudaremos a las empresas a conseguir sus objetivos, a ser más competitivas y a afrontar nuevos retos tecnológicos y de gestión. En la definición de los contenidos y los programas, el contacto con el entorno empresarial es decisivo. La universidad, como agente implicado en la transformación social, se acerca y se retroalimenta de su contexto. Por esta razón, todos los programas que se imparten en la UPC School cuentan con la colaboración de una o varias empresas o instituciones que, siendo referentes en sus respectivos sectores de actividad, respaldan cada proyecto formativo. Así se garantiza que las competencias adquiridas por el profesional dan respuesta a las demandas reales de las empresas.

Desde el Departamento de Soluciones Corporativas de la UPC School of Professional & Executive Development, trabajamos para aprovechar todo el potencial docente y los conocimientos generados por la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) de forma adaptada y complementaria a las necesidades que plantean nuestros clientes, y son el resultado de un intenso trabajo de análisis y seguimiento continuo de las necesidades formativas de la empresa. La experiencia nos dice que el impacto de esta retroalimentación en la mejora de la empleabilidad es directo.

Potenciar y guiar el aprendizaje, aportando las dosis necesarias de talento, creatividad y estrategia repercuten directamente en un ―cada vez más― óptimo desempeño profesional, lo que resulta sin ninguna duda un excelente comienzo para sortear la actual coyuntura empresarial. Una apuesta firme y decidida por mejorar las empresas, gestionarlas internamente de forma más eficiente y, por lo tanto, hacerlas más competitivas en el estadio sectorial donde desarrollan su actividad. Y es que, sin duda, innovar en formación es clave para no perder el tren de la competitividad.
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