Encuentra tu curso ideal
9%
¿Qué quieres estudiar?

Papel mojado

Artículo de opinión


  • Deja tu comentario
  • Valora


Silvia Sánchez Zaldívar. Planificación y Desarrollo de Recursos Humanos del Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid)
Formación continuada en el puesto de trabajo, desarrollo profesional, empleabilidad, nuevas tecnologías, e-learning, cualificación profesional, competitividad, compartir conocimiento interno, formación alineada con los objetivos estratégicos, formación para afrontar los nuevos retos ... Quizás estas palabras ya no surten el efecto deseado por lo manidas y trilladas en diferentes discursos.

En la actualidad, la práctica totalidad de las medianas y grandes empresas cuentan entre sus presupuestos con un capítulo dedicado a la formación de sus empleados. En la mayor parte de las Comunidades autónomas y en muchos sectores empresariales hay subvenciones o patrocinios para llevar a cabo formación en las organizaciones, amén de la gran red que supone la Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo en todo el territorio nacional y europeo. Estamos entendiendo la formación bidireccionalmente, como un derecho y un deber para el empleado y el empleador. Hemos sido sometidos y seguimos siéndolo a un bombardeo continuo de ofertas de acciones formativas. ¿Pero a qué se está dedicando realmente este dinero? ¿Estamos notando una diferencia en nuestro puesto de trabajo? ¿Nos está ayudando a resolver nuestros problemas diarios en él? ¿Hemos podido aplicar algo de lo que nos han enseñado? ¿Nos ha permitido: emplearnos mejor, acceder a otros puestos, promocionarnos o movernos dentro de nuestra propia organización? ¿Esta formación corre paralela al mercado laboral?

Se planifican raudales de cursos al uso, presenciales o virtuales, hacemos acopio de diplomas, de horas y los amontonamos como un tesoro para reescribir cada vez nuestro curriculum de vida, pero cabe la duda si no es papel mojado o es que el papel todo lo aguanta. El papel arruinado por el agua pierde ya su consistencia y se convierte en algo inútil o malogrado, por otra parte damos mucha fe de aquello que está escrito o impreso, porque al papel se le hace decir lo que se quiere y no sufre las consecuencias de lo estampado y todo lo admite, sería útil reflexionar sobre si realmente estamos trabajando sobre el aprendizaje, el conocimiento y la piel humana.

Es probable que la carencia se sitúe, como siempre, en el poco tiempo y énfasis que dedicamos al análisis de necesidades de formación. Podría ser cardinal preguntarnos qué cambios han sucedido en los últimos tiempos que nos demandan conocimiento, qué necesitamos vender y comprar y cómo lo debemos hacer para mantenernos como institución, en definitiva, qué debemos aprender y, luego, aprenderlo.

¿No deberíamos cambiar el formato de curso al aprendizaje? ¿No tendríamos que contarnos unos a otros las buenas y eficaces prácticas? ¿Podríamos aprender de nuestros jefes y compañeros sin movernos del sitio? ¿Y si simplemente leyésemos o rotásemos por otros departamentos o empresas?¿Han desaparecido los maestros que enseñaban el oficio?

A lo mejor nada de ello era subvencionable o bonificable.


Deja tu comentario