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Del autoritarismo simple a la mediación compleja

Editorial

Nuestra vida en el mundo complejo del que formamos parte requiere de instrumentos como la mediación para resolver sus problemas, por que acepta que lo bueno o lo malo no siempre está al 100% en un lado ni existe nadie que tiene la verdad completa en sus manos y, por lo tanto, asume que la mejor manera de solventar los desencuentros morales, psíquicos o físicos es que las partes asuman sus propias responsabilidades y soluciones.


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Enric Renau. Editor
El paso de una sociedad tradicional y jerárquica a una sociedad pluralista y relativista como la nuestra ha modificado las relaciones familiares, sociales, laborales y, también, educativas.

Las generaciones anteriores a la edad del editor de esta publicación eran obedientes -o no- a la autoridad. La autoridad eran los padres, los curas, los que ostentaban el poder político o económico. En la escuela, la autoridad eran los maestros. Las autoridades decidían lo que estaba bien o mal y señalaban claramente quien tenía la razón y quien la culpa. Durante siglos hemos funcionado así.

En la actualidad, han cambiado los valores y la mentalidad de la sociedad. Las jerarquías han perdido peso. Los políticos, la iglesia, los padres han perdido autoridad moral y credibilidad. Los maestros, en la escuela también. Hay más dudas de qué es lo correcto y lo inadecuado. Hay más matices o más indefinición. Más apertura de miras y menos claridad de los límites.

Por esta razón, el pecado, el castigo, la multa, la penalización se han transformado en el conflicto, el bullying, la división de pareceres, el individualismo o la mediación.

Como señala Rosario Ortega, la mediación es una herramienta que no niega la existencia del conflicto pero que permite una intervención autónoma que permita que las partes resuelvan sus disputas.

Nuestra vida en el mundo complejo del que formamos parte requiere de instrumentos como la mediación para resolver sus problemas, por que acepta que lo bueno o lo malo no siempre está al 100% en un lado ni existe nadie que tiene la verdad completa en sus manos y, por lo tanto, asume que la mejor manera de solventar los desencuentros morales, psíquicos o físicos es que las partes asuman sus propias responsabilidades y soluciones.

No siempre es posible, pero, sinceramente, entre el autoritarismo simplificador y la mediación compleja, me quedo con la segunda opción.

Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com





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