De los artículos recibidos a favor y en contra, de las noticias de la prensa y de mis conversaciones con docentes, estudiantes y políticos, llego a una conclusión rotunda: No existe plan B a Bolonia y Lisboa.
Yo ya he anticipado en otras editoriales mi apoyo a la línea marcada por la Unión Europea. Sin embargo, he intentado comprender las razones de los contrarios, más allá de las formas de movilización.
Puedo comprender los miedos. Puedo aceptar que su aplicación en las universidades del Estado Español no ha sido ni es óptima, por su mala planificación y por el corporativismo.
Pero mis preguntas son fáciles. ¿Tenemos alguna alternativa mejor? ¿Preferimos quedarnos como estamos?
Para mí, el rumbo está claro:
- Apostar por la sociedad del conocimiento y no la del "cemento”.
- Invertir en formación continua y en aprendizaje a lo largo de la vida y acreditar las competencias.
- Invertir en ciencia de base a medio y largo plazo.
- Invertir en I+D y en innovación facilitando el acercamiento entre la universidad y la empresa.
- Fomentar aún más la movilidad intraeuropea de estudiantes y docentes.
- Trabajar por la equidad con una política pública de becas dotada de muchos más recursos económicos.
- Más autonomía universitaria a cambio de mayor exigencia, rendición de cuentas y competitividad entre ellas y especialización.
Bolonia y Lisboa van por ahí.
Si la alternativa fuese la contraria, a mí que no me busquen. Ni la centralización ni el retorno al pasado ni el encierro en si mismos no me parecen una respuesta adecuada a los retos del presente y de los próximos años.
Enric Renau
Editor
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