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La educación moral y ciudadana en el tiempo libre

Artículo de opinión


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Mª del Carmen Caldeiro Pedreira. Doctoranda en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago de Compostela
Actualmente vivimos en una época en la que factores como el individualismo, la introducción de las nuevas tecnologías y la globalización son determinantes puesto que configuran la sociedad plural y democrática de nuestros días. Junto a otros factores de cambio provocan la necesidad de formación de sujetos autónomos que comprendan la realidad social en la que viven y de esta forma no se encuentren excluidos. Es precisa la coherencia entre juicio y acción que implica el ejercicio de una ciudadanía democrática. Por ello, es necesario que, desde todos los ámbitos incluido el del tiempo libre, se fomenten habilidades de actuación en la vida cívica; para esto se necesita que el individuo acepte y practique normas sociales.

El cumplimento de todo esto supone que todos los agentes educativos aúnen sus esfuerzos y trabajen en la misma dirección.

Estas cuestiones guardan una estrecha relación con lo que en este monográfico se plantea: la caracterización del perfil del profesional de los trabajadores en el tiempo libre.

Pues bien, es preciso esbozar entonces qué entendemos por tiempo libre. Varios han sido y continúan siéndolo los autores que se ocupan de acotar este término. Entendemos por tal el momento que nos queda después de haber cumplido nuestras obligaciones. Éste también se conoce como ocio; antes de continuar es importante apuntar que éste último constituye un derecho de todos los ciudadanos. Ya la Carta Magna se refiere a ello, en el artículo 43 trata sobre la obligación de facilitar la utilización del ocio. A pesar de ello; no en todos los casos existe este tiempo; dependiendo de la sociedad a la que nos refiramos existirá o no; y dependiendo no de la sociedad sino del sujeto que se analice. Muchos carecen de este derecho por tener que trabajar para subsistir. Otros, en las sociedades avanzadas, por ejemplo, identifican éste con el tiempo de consumismo, en ocasiones influidos, entre otros factores, por el tipo de información que reciben, o por las imágenes que observan a diario en los diversos medios de comunicación. Motivo por el cual es fundamental que el formador sea consciente del trabajo que está desarrollando y sobre todo, de las consecuencias que esto supone. Él está contribuyendo de forma directa a la formación integral que el individuo va adquiriendo a diario. Ayuda a conformar la identidad del sujeto y contribuye también a la formación de su personalidad moral. Por esto, creemos muy precisa la formación previa del sujeto que educa, ya que, éste una vez que se compromete al desarrollo de tal tarea se convierte en modelo a seguir; desde el momento en el que interactúa en un grupo con sus actos está influyendo en la forma de ser de los miembros del mismo.

Ante el panorama en el que nos encontramos, que es donde se desarrolla, nuestra vida, se necesitaría la formación de personas críticas, capaces de controlar su tiempo de ocio sin dejarse llevar ni influir por otras tendencias paralelas. Es preciso que en este tiempo se fomente la capacidad de elección; no podemos olvidar que en las primeras edades de la vida se favorece la psicomotricidad, pero más tarde, se contribuye a la formación de la personalidad ayudando a encontrar sentido a la existencia. Es por esto que , a menudo, se escucha hablar de la educación para el tiempo libre y no del ocio, porque se trata de que el tiempo libre sea formativo.

Clarificado esto, cabe cuestionarse, qué ocurre en la sociedad actual en la que varios, como hemos señalado anteriormente, son los agentes formativos. Esta compleja y ardua tarea no corresponde única ni exclusivamente al formador de tiempo libre, es una labor compartida que debe iniciarse en la familia, continuarse en la escuela y complementarse en esos ratos en los que el sujeto, niño en nuestro caso, tiene cubiertas totalmente sus obligaciones. Este tipo de tareas deben realizarse según López Andrada "en edad escolar que es cuando se forman los hábitos.” (1)

Dentro de la función escolar se encuentra la transmisión de la cultura popular o el fomentar el espíritu crítico, esto es, el educador ha de tratar que sus alumnos estén preparados para la inserción en la sociedad. Será un supervisor que trate de evitar desviaciones y deficiencias. La escuela ha de ser algo más que un lugar donde adquirir conocimientos; allí deben adquirirse valores, competencias o aprender a desarrollar capacidades e inquietudes.

Además de este agente educativo y junto a él están otros ya señalados: medios de comunicación o familia. Es en esta última donde el niño debe aprender a ocupar su tiempo libre, y decimos ocupar por no usar los términos pasar o disfrutar. Esto es, los padres deben mostrarles a sus hijos más posibilidades que la de refugiarse en el ordenador, en la programación televisiva o los videojuegos en su tiempo libre. Es preciso que la familia presente al niño alternativas para ocupar su tiempo; alternativas que fomenten la imaginación, creatividad, y no el consumismo y la pasividad tan presentes en la sociedad actual.

Actualmente, debido entre otros factores y, principalmente porque las familias suelen estar faltas de tiempo, acostumbran a delegar en las instituciones, organizaciones, ludotecas, ociotecas y actividades diversas en las que el/la niño/a pasa una gran cantidad de horas semanales, sobre todo en los ambientes urbanos. De ahí entonces, la importancia de los/as formadores/as en estos espacios y tiempos.

Ante tal situación, la función del monitor de tiempo libre más que nada, parece árida y extremadamente compleja. Es por ello necesaria una completa formación y, lo que es tan importante, una dedicación responsable. Esta última muy necesaria teniendo en cuenta que uno de los objetivos educativos es conseguir un comportamiento deseable, que se manifieste en la personalidad del niño, en la construcción de su propia identidad. Un profesional de la educación en el tiempo libre debe sobre todo mostrar interés por el desarrollo de la tarea educativa; debe además mostrarse como una autoridad con capacidad de trabajo; nos referimos, no a imponer de manera no razonada las reglas, sino todo lo contrario, el profesional debe ser respetuoso con las normas marcadas, previamente pactadas; debe explicar el porqué de las cosas y establecer de forma conjunta las bases para la convivencia grupal. Todo esto podría conseguirlo una persona que posee una personalidad equilibrada, responsable y coherente con su trabajo. Para una correcta convivencia es obligado el cumplimiento de unas normas, lo cual posteriormente, a lo largo de la vida del niño posibilitará que pueda desarrollar la vida en sociedad, que se comporte de forma cívica, en definitiva, que se constituya como un ciudadano responsable, participativo, plural y crítico. Por ello el profesional de la educación en el tiempo libre debe facilitar la búsqueda individual y también grupal de los objetivos que persiga, pues realmente se está realizando una inversión de futuro y a largo plazo, esto es, se está forjando un individuo que, como hemos señalado, deseablemente debe ser: participativo, respetuoso, libre y a su vez crítico.

Se hace especial hincapié en la necesidad de crear sujetos críticos pues, consideramos que ello es urgente en la realidad que estamos viviendo. Una sociedad basada en la información y comunicación, importante por tanto que se fomente el diálogo, la competencia comunicativa. Ésta permite por una parte que el individuo sepa escuchar y por otra que se exprese libremente.

Es fundamental que en este tiempo que el niño tiene para disfrutar no sólo juegue y vaya de compras sino que, como hemos apuntado, debe aprender a convivir con los demás, entender las necesidades de los otros, cuestionar, evaluar y elegir la mejor forma de resolución de un conflicto etc.

No cabe duda de que, en la sociedad actual los medios de comunicación y las nuevas tecnologías juegan un papel importante y podría decirse determinante porque transmiten información de seres y lugares remotos en tiempo real, podrían incluso erigirse como fuente de relajación constituyendo al individuo ciudadano del mundo. Ante tal situación es fundamental que el individuo no se convierta en un ser vulnerable, fácilmente influenciable y acrítico; sin juicio propio. Debido a la, ya referenciada, situación laboral de los padres, el niño se expone cada vez más, al visionado de información, televisión o mismo imágenes publicitarias sin previo asesoramiento de sus efectos. Surge entonces la voz de alarma que indica que "uno de los peligros que entraña el uso indiscriminado de la televisión es que el individuo deje de pensar por sí mismo, y no active sus defensas para criticar lo que se le presenta como realidad.” (2)

Por lo tanto, consideramos importante que el niño pueda someterse al visionado de TV en compañía de alguien que le asesore y le paute. Se trata no de conformar una idea preconcebida sobre el niño entorno a lo que está viendo, sino más bien de pautar, en el sentido de ayudar, asesorar o informar del contenido y significado que llevan implícito tanto las imágenes como los textos o programas con los que el niño/a puede o está en contacto.

Es en este punto donde el papel del formador cobra sentido; ya que puede realizar actividades entorno a este tema, podríamos decir que el formador/a puede contribuir a la preparación o formación del niño para esta labor de visionado.

Por esto sugerimos a estos profesionales de la educación del tiempo libre el trabajo y realización de actividades donde se puedan dar este tipo de situaciones. Para que con su asesoramiento contribuyan a que el niño pueda o sea capaz de discernir lo que una imagen tiene de real o lo que puede ser verídico en una noticia o secuencia informativa. Tanto los medios audiovisuales como el cine están presentes en la vida del ciudadano actual, e influyen aunque no de forma directa sobre el individuo, y esto no es negativo si es controlado, es decir, si el individuo es consciente de la información que recibe y es capaz de analizarla de forma crítica. Por otra parte estos agentes constituyen un amplio abanico de posibilidades a la hora de trabajar con niños. Actividades pedagógicas y a la vez que pueden ser muy entretenidas (Nos referimos por ejemplo al visionado de vídeos, imágenes televisivas o publicitarias, construcción de spots, análisis de imágenes y contenido de las mismas.)

Estos son sólo algunos de los aspectos que consideramos más relevantes para fomentar la competencia comunicativa en la personalidad del individuo que se está formando, del futuro ciudadano que presumiblemente debe ser, como ya hemos señalado, autónomo, responsable y plural.

Ésta es por tanto una labor que de manera conjunta y sincrónica deben realizar no sólo el educador del tiempo libre sino también la escuela y lo que es tan o más importante, la familia. En ésta es donde el niño comienza a forjar los valores que a lo largo de su vida van a servirle para vivir en sociedad. Todos y todas debemos por tanto ser conscientes de las repercusiones que nuestro trabajo puede tener y máxime si somos educadores. Concluimos por tanto que el profesional de la educación en el tiempo libre se encuentra en una situación compleja pero, también es cierto que dispone de muchos recursos que si rentabiliza correctamente le pueden no sólo facilitar su tarea sino que contribuyen a que su trabajo sea más ameno e incluso coherente. La sociedad multicultural en la que nos desenvolvemos, la tecnológica y globalizadora dispone de diversos recursos que si se rentabilizan de manera correcta posibilitarán la correcta integración y convivencia del conjunto de ciudadanía que la conformamos.

Bibliografía

BUITRAGO RUBIRA, M- José y PEREIRA DOMÍNGUEZ, Carmen (2007): Educar para la ciudadanía. Los valores del ocio y el tiempo libre. Editorial Aljibe, Málaga.

LÓPEZ ANDRADA, Benito y otros (1982): Tiempo libre y educación. Editorial Escuela Española, Madrid.

MURO RODRÍGUEZ, Nicanora (1991): El tiempo de libre disposición. MEC, Madrid.

ÚCAR MARTÍNEZ, Xavier: "Medio siglo de animanción sociocultural en España: Balance y perspectivas” en Revista iberoamericana de Educación.

Notas al pie:

López Andrada, Benito y otros (1982): Tiempo libre y educación. Editorial Escuela Española, Madrid. Pág. 34.

BUITRAGO RUBIRA, M- José y PEREIRA DOMÍNGUEZ, Carmen (2007): Educar para la ciudadanía. Los valores del ocio y el tiempo libre. Editorial Aljibe, Málaga. Pág 27.
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