El liderazgo en la definición de objetivos y la capacidad de concretarlos y obtener los recursos necesarios para alcanzarlos es el primero. Debemos estimular al profesorado y a los gestores comprometidos más allá de su actividad docente o administrativa a que asuman responsabilidades y riesgos, porqué es la única forma de adaptarse a las nuevas necesidades y de mejorar.
La profesionalización del directivo es imprescindible en un mundo complejo, donde intervienen muchos interlocutores dentro del centro y desde la sociedad. El voluntarismo es un plus que sostiene, actualmente, el sistema educativo, pero que no puede ser la base de la gestión sostenida y eficiente. Para ello es imprescindible la formación específica y una legislación que permita y estimule la especialización directiva.
Sin embargo, hay un tercer aspecto central que me gustaría destacar de la función directiva de los gestores educativos: que el resultado final de la actividad redunde en la mejora de la formación y atención a los alumnos. Es decir, que los mecanismos y la organización de los equipos humanos que des gestionan tenga como foco la mejora de la educación.
Pondré un ejemplo. Muchos centros han incorporado procesos de acreditación de la calidad (ISO, EFQM) en los últimos años. Algunos por iniciativa propia, otros por la exigencia de la administración pública competente. Las iniciativas de mejor de la calidad son bienvenidas, por supuesto. No obstante, en más de una ocasión, la complejidad de determinados procesos ha generado un cansancio sino agotamiento que ha dejado sin fuerzas ni estímulo a los equipos directivos para acometer el futuro. La búsqueda del consenso y de homogeneización ha ralentizado mucho el proceso y rebajado la ilusión.
En muchos casos hemos pasado del más puro voluntarismo en la gestión de un centro a sofisticados métodos y objetivos inalcanzables, por la falta de experiencia directiva.
Lo importante es el constante camino de la mejora, más que el resultado de obtener una acreditación.
Otro caso concreto tiene que ver con el análisis de la satisfacción de los alumnos, sus familias y el personal del centro. En más de una ocasión he detectado que parece más importante cumplir con el trámite de hacer una encuesta, que hacer que ésta sea representativa, completa y analizar con detenimiento los resultados de la misma.
En definitiva. El liderazgo y la profesionalización directiva tienen que estimularse, pero para empujar la mejora educativa, tarea principal de un centro docente.
Enric Renau
Editor
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