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La clave en la gestión: El producto orientado a la persona

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Verònica Platas Ruiz. Socia-gerente de Aposta. Escola de Cooperativisme (Barcelona)
La formación en la empresa es una de las estrategias más importantes para el desarrollo de las personas que las organizaciones empresariales tienen en sus manos, hasta el punto que, en un entorno cambiante y competitivo como el que nos rodea, la formación pasa a ser un factor de excelencia y una de las claves del éxito empresarial. La formación permite la capacitación y el desarrollo de las personas que integran una organización para que ésta llegue a sus objetivos. Como consecuencia, la formación resulta una herramienta estratégica para la empresa actual.

Bajo el concepto de Formación podemos encontrar diferentes definiciones que se pueden ajustar más o menos a nuestros objetivos y finalidades.

La formación debe entenderse como una herramienta y no como una finalidad en sí misma. La formación sirve de canal y de vehículo para poder preparar a las personas que componen una organización. Así pues, prepara a la persona para afrontar nuevos proyectos, solucionar problemas, conocer otras alternativas ..., y en el fondo, capacitar a la persona para que pueda desarrollarse con los recursos suficientes dentro de su lugar de trabajo y de la organización de forma plena y completa, formándose en habilidades, conocimientos y actitudes.

Con la planificación de la formación se ha de poder cubrir deficiencias y carencias en las tareas que realizan las personas en relación con los objetivos, y es con la adaptación a las necesidades reales de la organización que se conseguirá crear un ambiente de trabajo más dinámico, cooperativo y motivador.

Aquí es donde cualquier centro educativo debe poder intervenir y actuar teniendo presente que la persona es el eje central por el cual toma sentido la acción formativa.

Generalmente, los centros de formación tendemos a gestionar y a incidir en los procesos administrativos que se vinculan con el proceso formativo, sin tomar relevancia determinados aspectos que inciden directamente en la calidad y en el impacto de la formación. Aspectos como las necesidades y expectativas del alumno, de la empresa y de la propia persona, la metodología docente, que el contenido sea de utilidad y se ajuste a las necesidades, son elementos clave para la consecución de los objetivos de la acción formativa y para que ésta resulte transformadora y fomente el desarrollo personal y organizacional.

Los centros de formación tienen la responsabilidad de crear espacios de enseñanza- aprendizaje bidireccionales, donde la formación impartida sea transformadora, más allá de la mera transmisión de conocimiento.

Y esto implica también hacer una gestión empresarial basada en valores que van más allá de la rentabilidad empresarial o centrar todos los esfuerzos en realizar un curso con el máximo número posible de alumnos.

Valores como la autorresponsabilidad, la igualdad, la solidaridad, la honestidad, la transparencia y la responsabilidad social tienen que ser valores presentes en la gestión de los centros educativos y estos a su vez los deben trasladar a las acciones formativas, para que realmente la formación sirva para el desarrollo de la persona y de las organizaciones.

Si hay que formar a las personas tenemos el reto de tener en cuenta aquellos valores que caracterizan al ser humano y ser capaces, como gestores, de trasladarlos y asegurarlos en todas las dimensiones del proceso de formación.
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